Algo pasa.

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Tres meses después.

Francisca se había comportado extraña los últimos días, fuera del cansancio que significaba seguir el ritmo de su ajustado horario laboral, más la vida en casa y las preocupaciones del día a día la hacían sentirse completamente exhausta y casi sin ganas de alguna actividad extra.

La última semana se habían visto poco debido a lo mismo, y Akiko en su infinito afán de hacerle las cosas más fáciles, iba cada día a dejarle algo de comer, y las veces que no podía, le dejaba preparado algo la noche anterior. Ese día ella le llevaría hasta allá el almuerzo, en eso habían quedado, ella se dirigió hasta la clínica veterinaria para cumplir con su palabra, al llegar estaba cerrado, pero ella tenía una copia de la llave, así que decidió entrar.

Al llegar notó que no había nadie, todos parecían haberse ido a almorzar, pero dentro en algún lugar se escuchaban voces, era la consulta de Francisca, así que se dirigió hasta allá. Al entrar vio a Libertad sentada en la silla frente a su novia, quien al verla puso cara de asombro. Sintió que algo había interrumpido, no le gustaba la cercanía de ambas debido a su historia, pero al pasar del tiempo pudieron llevarse bien, y ella era muy buena en su trabajo, pero aun así no le gustaba la cercanía, en la que parecía que ya tenían secretos, porque ambas estaban sorprendidas con la presencia de Akiko.

Francisca se paró y se acercó para recibir a su pareja y la saludó con un tierno abrazo y un pequeño beso al que respondió por unos segundos. Luego saludó a Libertad sin un poco de simpatía en su rostro, ella entendió el mensaje y se fue, no sin antes mirar hacia atrás directamente a Francisca y decir: "Después seguimos con lo nuestro".

Francisca sabía que esas palabras molestarían a su novia, así que inmediatamente le explicó que estaban resolviendo un problema de la página web. Akiko se fijó que en la pantalla abierta del computador había abierta una página de viajes, lo cual le hizo ilusión, y no dudó en preguntarle a su pareja si acaso tenía intenciones de que viajaran, a lo que Francisca contestó que por el momento sería imposible, que no podría por el trabajo, y que la pagina era solo un correo que le había llegado con ofertas. De alguna manera eso bajó considerablemente el ánimo de Akiko, quien ahora suspiraba cabizbaja.

Almorzaron juntas como cada vez que ella iba a la clínica, pero esta vez había algo de incomodidad en el aire, Akiko no quería decirle las razones de su reciente malestar, y Francisca parecía perdida entre ponerle atención y llenar algunos papeles, se disculpó mil veces, sabía que ella ponía todo su esfuerzo en mimarla y llegar hasta allí. Así que le propuso ir por un helado.

Recién habían recibido sus helados y se disponían a caminar hacia el lago para disfrutar de la vista, mientras hablaban más que nada de cosas rutinarias. No alcanzaron a estar cinco minutos disfrutando cuando el celular de Francisca sonó, una notificación la hizo excusarse y salir casi corriendo de ahí, antes de hacerlo le dio un abrazo y un beso a su novia y se fue.

Akiko entendía que así era su día a día pero de igual manera le inquietaba algo en los ojos de Francisca, sentía que intentaba escapar de ella o evitarla de cierta manera, pero no quería oír esa versión que analizaba todo sobre pensando y eso era lo que ella quería evitar.

La tarde transcurrió y Francisca, como de costumbre esa semana, le avisó que llegaría más tarde porque debía resolver unos pendientes del trabajo. Pero luego, le escribió desde un bar del centro, le dijo que habían decidido terminar el turno de ese día celebrando que aunque hubiera sido agotador, fue un día muy exitoso. Le ofreció unirse pero ella no quiso, solo le pidió que se cuidara y que le avisara en caso de cualquier cosa.

Las horas pasaban y no tenía noticias de ella, suponía que estaba ocupada pero algo la inquietaba, y las redes sociales no ayudaban porque las historias de Libertad en las que salía Francisca compartiendo con todos, no pudo evitar sentir ganas de ir o de que ella le enviara un mensaje, pero nada, solo tenía muchas historias que veía una y otra vez hasta que se fijó que en una de ellas Francisca no dejaba de ver su teléfono y no pudo evitar sentir algo que le molestaba en su pecho.

Se quedó pensando y debido a la ansiedad salió al patio a fumar un tabaco, escuchó el sonido de un auto que se le hacía familiar y también lo vio, pero este pasó de largo y volvió a los minutos después, en los cuales ella aprovechó de ir a acostarse y esperarla arriba mientras pretendía leer un libro despreocupadamente.

Cuando Francisca llegó la quedó mirando desde la entrada de la habitación con los ojos aguados.

-¡Llegaste amor! ¿Qué pasó? Dijo al ver la cara de su novia.

-Es que te ves adorable.

-¿Estás ebria?

-No, de hecho, fui a dejar a Libertad. Solo bebí un trago cuando llegué.

-Ah. Fue todo lo que pudo responder, escuchar ese nombre la hacía sentir rabia.

-Te extrañé. Dijo Francisca dándole un pequeño beso.

-Yo a ti, pensé que me escribirías. Respondió haciendo un puchero.

-Amor, pensé que dormías, lo siento.

-Tranquila, lo importante es que ya estás aquí. Dijo dándole una sonrisa y señalando la cama para que se uniera a ella.

-Voy a ducharme primero, mi amor. Dijo desde la puerta del baño.

Akiko esperó varios minutos pero se le hicieron interminables y se quedó dormida, cuando Francisca salió del bañó la vio y volvió a sentir un poco de tristeza por verla cansada esperándola, no quería darle eso, quería hacer todo por verla feliz, pero parecía que los días se esforzaban por ponerlas a prueba y nuevamente sin poder hablar o hacer algo aparte de dormir, la tapó cuidadosamente y se unió a ella dándole un beso en la frente. Se acomodó a un lado, pero esta vez sin abrazarla como acostumbraba a hacer, se quedó profundamente dormida y ahora cada una estaba a un lado de la cama. Cuando Akiko despertó fue porque no sintió el calor que casi todas las noches la abrazaba.

La vio ahí dormida y pensó que la extrañaba tanto que tenerla ahí sin poder abrazarla era casi tortuoso, así que decidió acurrucarse a su lado. Francisca solo despertó para darle las buenas noches y darle un beso casi apenas. Akiko la abrazó y comenzó a besarle tiernamente la cara hasta encontrar su boca, se encontraron en un suave beso que se fue intensificando de a poco, pero Francisca se detuvo.

-Amor, estoy muy cansada. Solo necesito dormir. La besó nuevamente y se acurrucó en sus brazos.

-Buenas noches, mi amor. Dijo Akiko besando su frente y acariciando su espalda como de costumbre.

-Tu corazón late rápido, ¿pasa algo? Preguntó Francisca bostezando.

-Solo duerme, ¿sí? Evitó responder porque no era el momento de hablar de aquello.

Francisca no respondió porque ya estaba profundamente dormida, pero Akiko seguía con esa sensación que se adueñaba de su mente y de su corazón que seguía latiendo rápido. Intentó con todas sus fuerzas poder dormir algo, pero solo tenía pesadillas en las que Francisca la engañaba, eso la hizo desvelarse mientras veía a su lado a la mujer que tanto amaba, a la persona que jamás le haría daño, debía dejar de pensar aquello, era un daño innecesario que se estaba haciendo ella misma.

Pero no podía dejar de sentir esa opresión en el pecho, esa que ya la estaba haciendo sentir mal físicamente en forma de mareos y de gritos no dados, sentía que en cualquier momento comenzaría a girar por la habitación debido al huracán en el que se había transformado su mente sin dejar de repetir estas palabras: "Algo pasa".

Esos ojos JaponesesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora