La fuerza de la costumbre.

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Los días pasaban lentamente para ambas y al momento de la esperada videollamada el tiempo se desvanecía como quien sopla un diente de león, así de rápido y fugaz, la sonrisa en sus rostros nunca dejó de aparecer cuando se veían, pero ahora iba acompañada de un nudo en la garganta producto de mil cosas de las que ya no hablaban, como sus sentimientos. El tema de Max estaba completamente vetado entre ellas, solo hablaban de cosas positivas y se concentraban en mirarse directamente a los ojos para coquetear, aunque fuera a través de una cámara. Se extrañaban tanto que cualquiera podría verlo. Jena observaba a veces a Akiko interactuar con Francisca y sabía lo feliz que eso la hacía, pero al colgar siempre lloraba instantáneamente, aunque hubieran coqueteado sin tapujo alguno, al instante de colgar sus ojos lloraban y comenzaban sus ataques, la angustia se apoderaba de ella. Lo mismo ocurría con Francisca quien evitaba las lágrimas para que Akiko no la viera, la psiquiatra se lo había recomendado así, y ella hacía caso en todo lo que ella decía, quería sanar y haría todo lo posible por lograrlo, pero esa noche en particular se sentía ahogada, invadida por la pena y la nostalgia y tontamente pensó que sería bueno dar una vuelta por el lago.

Se estacionó y miró el asiento del copiloto dudando por un momento si hacerlo o no, pero su alma dolía tanto que tomó la botella de alcohol que había comprado y la llevó consigo. Encendió un cigarrillo con su vista pegada en las lejanas luces de la cuidad, las olas que formaba la corriente nocturna en el lago chocaban con uno que otro yate en la orilla. Cada tanto tomaba un trago de aquel licor esperando olvidar un poco toda aquella situación. Era día viernes y no había ido al trabajo, ese fin de semana tampoco iría y la razón era que Vanessa iría a agilizar unos trámites que habían demorado más del tiempo requerido, en cuanto al caso de Max. Por su parte ella mantenía contacto con Akiko para hablar del caso y de ellas, eran cercanas y Vanessa sabía de primera fuente lo mal que lo estaba pasando allá tan lejos, pero nunca se lo dijo a Francisca, porque habría tomado un avión sin dudarlo.

Cuando la mitad de la botella parecía vacía se dio cuenta que era momento de volver, llevaba horas sentada ahí mirando nada más que la infinidad de la noche. Decidió volver antes de acabarse la botella y sonrió al sentir como vibraba su celular, pero al sacarlo de su bolsillo su sonrisa se apagó, no era quien ella esperaba, era Libertad quien parecía interesada en saber el porqué de su ausencia ese día, pero Francisca no respondió, la frustración fue mayor. Ese día no hubo videollamada, solo un mensaje de Akiko quien le explicaba que saldrían por el día con el grupo del taller de arte a compartir un paseo por la ciudad, eso estaba bien, respecto a los celos había avanzado en terapia, pero lo que inquietaba esta vez a su golpeado corazón era que el frecuente te amo había sido reemplazado por un te quiero, y eso le hacía doler más que cualquier foto de ese hombre misterioso que saldría con ella en las siguientes historias subidas por ella.

Había decidido tirar la botella, beber no le servía para nada más que aumentar su dolor y alimentar las dudas que crecían como brotes en su cabeza. Pero apenas llegó a su casa la vació en su estómago junto a la chimenea. Esa noche lloró como niña cuando supo que no llegaría ninguna notificación más. A la mañana siguiente se arrepintió de haber bebido de esa manera, pero la responsabilidad era mayor, porque apenas sonó su alarma se levantó, Vanessa llegaría en cualquier momento y quería tener lista su casa para aquello. Tomó unas pastillas para su acidez y el dolor de cabeza. Sonrió al ver un mensaje de Akiko que le recordaba lo mucho que la extrañaba y volvió el te amo que anoche la hizo emborracharse. Respondió dando las noticias de que Vanessa estaría ahí un par de días.

Un gran abrazo junto con un inesperado llanto las juntó por más de un minuto, Vanessa ya estaba en casa de Francisca, quien ya tenía todo preparado para recibirla con un gran desayuno, el cual compartieron emocionadas, las circunstancias esta vez eran muy distintas a la vez anterior, esta vez no habría "vacaciones" en su lugar solo habría conversaciones que correspondían a la adultez con la que debían afrontar las cosas.

Esos ojos JaponesesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora