La mejor navidad de mi vida.

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Comenzaba a hacer más calor y se acercaba fin de año, las lluvias seguían visitando al pueblo de vez en cuando. El sol se abría cada vez más paso entre la brisa y la neblina, eran días agradables. La rutina seguía en cuanto a sus días de forma separada, porque estar juntas no era nada rutinario, siempre había algo nuevo aunque hicieran lo mismo, ellas se entendían en la forma de comunicarse y compartir. Habían pasado algunos meses desde que decidieron dar el paso y ser novias, lo llevaban bien, iban de a poco, a veces algunas personas hacían preguntas demás o incómodas, pero sabían salir del paso, lo habían asumido como tal, porque aún existen personas a las que les cuesta el tema, pero verlas interactuar a ellas seguía siendo algo hermoso de ver, por eso, aunque algunas de esas personas no entendieran del todo su relación, al verlas notaban que su amor era más grande que cualquier prejuicio.

Francisca sostenía una videollamada con sus sobrinas mientras Akiko la miraba con los ojos llenos de orgullo, ver esa faceta tierna que afloraba de solo ver a sus sobrinas era algo que a Akiko le encantaba apreciar, porque Francisca no era una persona de piel con el resto, pero verla con ellas le provocaba ciertos latidos que la hacían preguntarse qué pasaría si ellas hubieran tenido un hijo, nunca lo habían hablado, pero nunca estuvo en los planes de ninguna, aunque ahora las cosas eran distintas, quizá en algún momento se sentarían a hablar de aquello.

Cuando comenzó a hablar con su hermana cayó en cuenta que se aproximaba la fecha para conocerlas y eso sería en menos de un mes, el sentimiento de orgullo en sus ojos seguía, pero ahora la acompañaba un nudo en su garganta, sabía que ya estaba más que aceptada en la familia de su amor, pero sentía cierto temor de que las cosas no fueran lo mismo en persona y no como lo eran a la distancia. Cuando cortó la llamada vio que Akiko parecía preocupada, y se acercó a ella con una sonrisa en la cara.

-¿Qué pasa, mi Kiki? Ese era uno de los tantos apodos que le decía con cariño.

-Sé que es tonto... pero tengo un poco de miedo de conocer a tu familia. Francisca abrió los ojos porque si bien es cierto siempre había respetado las emociones de su amada, esto era distinto porque ya habían tenido más de una conversación al respecto y era algo que harían sí o sí porque su familia esta vez vendría para visitarlas.

-¿No quieres hacerlo? Preguntó con pesar.

-No, amor. No es eso, sabes que si quiero, es solo que... ¿Qué pasa si no me quieren? Digo, ¿Si no es lo mismo que por videollamada? ¿O si se decepcionan de mi o no les caigo bien?

-Ellas te adoran, todas ellas te adoran como cada persona cercana a mí. Nada saldrá mal. Eres el ser más adorable, cualquiera te amaría.

-¿Ah sí? Dijo pícaramente.

-Pero yo soy la que te ama más. Respondió acercándose para darle un tierno beso.

-Y yo a ti. La besó de vuelta.

Después de aquello no hubo más que hablar del asunto y el tiempo pasó tan rápido que ya era el día que Francisca tanto había esperado, el día en que por fin vería a su familia que extrañaba tanto, faltaba una semana completa para navidad y ellos se quedarían durante tres semanas. Su casa era pequeña pero había comprado algunos muebles demás y acomodado todo de cierta forma que les diera la comodidad que necesitaban durante su estadía, de hecho Francisca se quedaría en la casa de Akiko para que su familia estuviera cómoda durante ese tiempo, dejando su casa a total disposicíon. Ella temblaba de nervios mientras Akiko trataba de calmarla, solamente por el espacio dentro del auto Akiko se quedó en casa esperando mientras Francisca iba a buscarlas al aeropuerto.

Cuando por fin abrazó después de tanto tiempo a su familia, sintió que su vida estaba completa, que nada le faltaba. Se llenó de abrazos, caricias y lágrimas que la hacían emocionarse, pues llevaba mucho tiempo extrañándolas. La emoción de sentir a su familia después de tanto tiempo dominaba su alma y sentía ansiedad de que todo saliera bien. Los abrazos y las lágrimas se hicieron presentes en la escena, el mejor regalo que podía esperar para esas fechas ya había llegado y se uniría a la otra mitad de su felicidad al llegar a casa junto a su amor y su manada. El viaje a casa fue ameno, entre risas y anécdotas del viaje, todas parecían nerviosas de conocer a Akiko, mientras ella en casa temblaba al saber que pronto llegarían.

Esos ojos JaponesesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora