Salieron del bosque mágico con los ojos hinchados después de aquella conversación, pero habían prometido no hablar más del asunto del viaje y solo se limitarían a disfrutar el momento, así que se fueron a la casa de Francisca cuando aún había luz natural. Al llegar encargaron algo de comer y mientras esperaban jugaban con los perros de Francisca, quienes adoraban a Akiko y ella los adoraba a ellos. Francisca amaba mirarla interactuar con ellos, era una de las cosas que más la hacía suspirar, su amor por los animales era tan inmenso como el que ella misma sentía, y eso era una de las cualidades que siempre nombraba cuando alguien le pedía que describiera a "Su persona ideal". En realidad Akiko tenía todas las cualidades que ella nombraba dentro de su lista, incluso más, que las había ido descubriendo de a poco y que simplemente le encantaban. Podía estar horas mirándola jugar con ellos y se sentía como si fueran una familia que jugaba con sus hijos, la fotografió y su corazón se apretó, supo que probablemente esas serían las últimas fotos que podría tomarle en mucho tiempo.
La comida llegó y eso hizo que entraran, ya estaba oscureciendo y hacía frío. Francisca entró a sus perros y sirvió la comida que habían encargado, cenaron tranquilamente al lado de la chimenea mientras bebían vino. Pasó un rato en el que ambas parecían tener la vista pegada en el fuego dentro de la chimenea. Akiko sugirió ir a la casita del árbol con la excusa de que esa noche habría luna llena y podrían fotografiarla. Tomaron unas mantas y se dirigieron hacia allá, Francisca preparó fuego igual que la vez anterior, se devolvió a buscar el vino y algo para comer después, en realidad era un chocolate para Akiko, mientras ella justamente paseaba dentro de la casita del árbol muy nerviosa sin saber qué hacer, sentía que había sido tonta al decir sus sentimientos justo ahora que se iría de allí, tenía mucho miedo de que la distancia las separara, que todo cambiara, ella estaba segura de que no se fijaría en nadie, pero ¿Y si Francisca lo hacía? pensar en eso la agobiaba, quería abrazarla y decirle tantas cosas que tenía dentro, por otro lado se sentía aliviada de saber que por fin estaba siendo honesta con sus sentimientos y con la persona a la que le correspondían.
Francisca entró nuevamente ahí con dos copas y una botella de vino en sus manos, Akiko sonrió y se sentaron igual que la vez anterior con los pies hacia afuera, mirando la luna y bebiendo vino. Akiko sugirió fumar marihuana, sentía ganas de vivir el momento de forma distinta y guardarlo para que fuera su fuerza durante su ausencia. Fumaron y rieron sin parar sobre muchas cosas, ambas disfrutaban sanamente de su mutua compañía, se sentía como si nada malo les hubiera pasado nunca. Bajo los efectos psicotrópicos se miraban encontrando detalles en sus rostros que le parecían hermosos, disfrutaban de suaves caricias en sus manos que permanecían juntas desde que se sentaron, sus caricias avanzaron hasta convertirse en un abrazo cálido lleno de amor, parecía que fueran dos amantes que al fin habían coincidido, tomaban fotos a la luna con sus manos entrelazadas, una de las fotos salió como ellas querían y se convirtió en otro acierto fotográfico, ellas eran felices en su burbuja, el mundo les pertenecía cuando navegaban en ella, todo parecía colorido y vivaz, todo parecía paz, como si nadie más existiese, era todo más lindo ante sus ojos porque el amor ya las había alcanzado y las cubría con un manto en el que llovían arcoíris, mariposas, unicornios y todas las cosas cursis existentes en la tierra.
Las canciones románticas siempre se hacían presentes cuando ponían música de forma aleatoria, y cada una por su parte sentía que quería dedicarle cada una de ellas, porque las letras calzaban con lo que ambas estaban sintiendo. No podían evitar mirarse con todas las ganas del mundo, queriendo hundirse en la piel de la otra, fundirse en un abrazo hasta ser una, pero ya no bastaba con un abrazo o una caricia, sus cuerpos pedían a gritos derribar la distancia y dar paso a la cercanía, sus bocas se buscaban como imanes, intentaron más del tiempo que creían que podían aguantar hasta que fue inevitable, una canción romántica adornaba el momento justificando la cercanía entre ambas, Francisca estaba perdida en la profunda mirada de Akiko, sus manos acariciaban el rostro de la mujer más hermosa que haya visto en su vida, esos ojos se volvían cada vez más negros, si la conocía como creía entonces la mirada que estaba recibiendo en esos momentos era de deseo, porque parecía gobernada por la lujuria. Mordió sus labios mientras miraba fijamente a los de Francisca, mientras esta seguía acariciando su rostro, pero ese gesto la sacó de toda razón porque supo que pronto no podrían tener vuelta atrás, pero el deseo era grande, inmenso, la mirada y los gestos de Akiko la invitaban a perderse en ellos y nadar hasta su alma y para ello debía besarla ahora, ella jamás daba primeros pasos, pero Akiko ya lo había dado, así que cuando se sintió rendida ante la tentación de tenerla frente a ella, en un hermoso ambiente romántico era casi un sueño del que no quería despertar, no estaba segura de qué sucedería a continuación, pero quería que ese momento quedara grabado en la mejor resolución posible dentro de su mente, porque al momento de unir sus labios la corriente eléctrica que había conocido anteriormente, se activaba dentro de ella desencadenando una ola de sensaciones que jamás había sentido, por su parte Akiko quien correspondía suavemente al beso, sentía que su corazón subía y bajaba como loco dentro de su pecho, al mismo tiempo que no podía parar de sonreír por dentro.
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Esos ojos Japoneses
RomantizmUna mujer deja atrás su pasado para rehacer su vida, cambiando en todo sentido, incluso su rumbo. Su nuevo destino le trae esperanza, quizá aquí conozca a quien podría ser su alma gemela Solo sabe que está dispuesta a vivir nuevamente.