La verdad.

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Esa noche lluviosa las mantuvo a ambas con insomnio, ninguna podía dejar de pensar en la otra, la imagen de ese beso se les repetía continuamente en la cabeza, pero ninguna se dijo nada en los siguientes dos días.

La inauguración de la veterinaria era ese día, Akiko estaba invitada, estaba en la duda de asistir o no, independiente a todo lo que había pasado y que no habían conversado decidió ir porque sabía que era un día importante para Francisca y quería mostrarle su apoyo, había tomado más tiempo del que pensó en decidirse, así que llegó un poco más tarde, Olivia abrió la puerta y la invitó a pasar, cuando entró vio que estaban en la terraza del patio. Francisca conversaba con algunas personas que no había visto, eran parte del nuevo personal de la clínica veterinaria.

Cuando sus miradas se cruzaron, ambas se ruborizaron, se saludaron tímidamente y se dieron un torpe abrazo, Francisca le presentó a las personas presentes y la invitó a unirse a ellos, se sentó frente a ella, entre todos formaban un círculo. Durante la mayor parte de la noche se miraron disimuladamente esperando que la contraria no lo notara, pero fallaban en sus intentos porque siempre terminaban cruzando unas miradas que contenían el recuerdo ahogado de ese beso que aun las hacía temblar.

Akiko se sentía extraña entre todas esas personas desconocidas para ella, así que comenzó a beber un poco para tomar algo de valor y compartir con el resto, y aunque no daba mucho resultado, de vez en cuando respondía algún comentario, pero su mente estaba en otro lugar, aún sentía cosquillas al recordar ese beso y sus mejillas se lo hacían saber. Francisca sabía que lo más probable era que Akiko estuviera incómoda, así que no la dejó sola, pero en ningún momento conversaron ni estuvieron ellas dos a solas. Todos parecían compartir a gusto, pasadas las horas algunos comenzaban a retirarse, para finalmente quedar como siempre las tres vecinas juntas.

Conversaban de cosas triviales, nada serio, mientras bebían, Akiko dudó unos minutos en si seguir haciéndolo o no, tenía muchas cosas en su cabeza que no querían que afloraran con el trago, pero también quería distraerse así que siguió. Minutos más tarde las tres reían de anécdotas que contaba Olivia quien podría fácilmente escribir un libro basado en sus vivencias, pese a la tensión entre dos de las tres mujeres era un buen momento, uno que disfrutaban haciendo un salud por la inauguración de la clínica, partían el lunes y era sábado. Un buen sábado hasta ahora que seguían riendo sin parar, pero hacía mucho frío y decidieron entrar para descansar cerca de la chimenea, parecían tener sueño y probablemente se hubieran quedado dormidas, pero la responsabilidad de Olivia fue más grande porque sabía que debía volver a casa pronto, al siguiente día debía hacer cosas temprano.

Salieron a despedirla y cuando regresaban Akiko se sentó en el columpio de madera, se veía pensativa y un tanto mareada, Francisca se quedó parada un poco más allá mirando las estrellas, secretamente esperaba que Akiko le hablara, pero se preocupó al verla un poco más pálida de lo normal.

-¿Estás bien? Se acercó preocupada.

-Sí, es solo que me siento mareada.

-¿Quieres entrar? ¿O que te prepare algo de comer o beber?

-No, gracias. Akiko sonrió.

-Intenta respirar tranquila y no pienses en nada malo, relaja tu mente.

-Eso intento...

Akiko pudo calmarse gracias a la ayuda prestada y a su propio esfuerzo, pudo controlarse mejor de lo que esperaba, pero aún sentía eso que parecía ser una daga atravesando su estómago, estaba nerviosa, no sabía qué decir para comenzar una conversación que sabía que debían tener y sentía que ahora era el momento. Era ahora o nunca.

Esos ojos JaponesesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora