Sí, infinitas veces.

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Los rayos del sol adornaban la mañana trayendo consigo un paisaje de aguas cálidas y claras, la profundidad e inmensidad del océano rodeado de un hermoso bosque solo para ellas, para su amor y su entrega, el suave oleaje matutino inundaba el lugar con su característico sonido.

Ellas seguían perdidas en su mundo, pidiendo permiso a un pie para mover otro, no querían despegarse del sueño que estaban viviendo, pero cada una por su lado quería recorrer el lugar y sumarlo a sus tantas experiencias juntas, así que decidieron poner en marcha los planes de salir a caminar.

Antes de salir Akiko demoró más de la cuenta, lo que le dio el tiempo necesario a Francisca de revisar todo lo que llevarían y añadir cosas de última hora, también aprovechó para comunicarse con su familia y amigos haciéndoles saber que todo estaba bien. Ella solo sonreía al ver la cantidad de fotos y mensajes que seguían llegando a su celular, quería encontrar el momento de poder verlas con tranquilidad, pero sabía que sería una tarea difícil con su ahora esposa a su lado recibiendo por completo su atención.

Cuando ella salió no pudo evitar perderse en su vestimenta y en el cuerpo bajo sus ropas, Akiko era simplemente una diosa a sus ojos, era el templo dedicado a la perfección y lo irreal, la belleza misma mostrándose frente a sus ojos sin poder siquiera pestañear producto del hermoso paisaje que se le hacían sus pálidas caderas buscando algo de color en el sol, todo en ella parecía encajar formando la anatomía más hermosa y sensual que hayan presenciado sus ojos anteriormente. Ni cuenta se dio cuando ya habían avanzado bastante trecho de su caminata, pues su vista seguía perdida en las hermosas e infartantes curvas de su amada esposa.

Llegaron a un lugar sacado de la imaginación más poderosa, porque frente a ellas se divisaba un hermoso paisaje lleno de luz y de sombra, blanca arena y aguas transparentes que las llamaba a quedarse y disfrutar del escenario natural que las rodeaba con su infinita belleza y calidez. Tendieron sus toallas y se dispusieron a tomar algo de sol, en realidad Akiko lo hacía mientras Francisca leía un libro bajo la sombra.

-¿Me echas bloqueador? Preguntó Akiko quitándose el vestido que la cubría para quedar exclusivamente en un bikini que hacía estallar la cabeza de Francisca.

Al primer roce sintió que su cuerpo se rendía frente al calor que emanaba el de su pareja, las suaves caricias que depositaba en él mientras el bloqueador era absorbido por sus poros, la hacían sentir mil cosas físicas en ese momento, cosas que la excitaron, sin embargo la tristeza se instaló en ella de forma repentina al observar su cuerpo con alguna de las marcas que le dejó su pasado, marcas que evidenciaban que alguna vez fue agredida físicamente. Debía ser más fuerte que su pena, porque ella se encargaría de seguir borrando aquellas marcas con su amor, y en ese momento agradeció al universo por tenerla ahí, rendida ante sus caricias. Ahora era su esposa, y esa excitación pasó a ser la emoción misma contenida en suspiros de agradecimiento, siguió masajeando su cuerpo sintiendo ahora el amor mismo como si fuera lo único que existiera en su corazón. Cuando finalizó le dio un pequeño beso en la frente y le dejó descansar tendida al sol como ella quería.

Francisca se perdió entre los párrafos del libro mientras Akiko se volteaba para broncear la otra mitad de su cuerpo. Siguió leyendo hasta que el hambre pudo más y prepararon algo de lo que habían llevado. Mientras lo hacían se reían porque jamás imaginaron que su primer almuerzo de casadas sería un sándwich, pero era lindo vivir ese momento sin cuestionarse nada más que el existir.

La tarde transcurrió tranquila, solas en su compañía en un paradisíaco rincón del mundo, alejadas de todo lo que pudiera dañarlas o molestarlas, solo se tenían la una a la otra para compartir y saciarse de sus presencias, pero eso no ocurriría, porque siempre querían más momentos y experiencias, los minutos del día no eran suficientes para demostrarse el inmenso amor que habitaba en sus adentros.

Esos ojos JaponesesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora