Esos ojos Japoneses

Nuevo comienzo.

Con los ojos cerrados, la brisa en su cara, los brazos abiertos sintiendo la suave caricia del viento y soltando un suspiro de agradecimiento se encontraba ella: Francisca. A borde de una pequeña colina con vista hacia el hermoso valle, de fondo un volcán y el lago que lo rodeaba, no necesitaba más. Por ahora.

Cuando abrió los ojos solo pudo sentir el aire entrando a sus pulmones y una calma profunda que la hacía feliz, hace mucho no sentía esa sensación, pero por fin se encontraba frente al que sería su nuevo hogar; un pueblo alejado de la gran ciudad, con la vista que siempre soñó tener al despertar cada mañana. Bajando un poco aquella colina se encontraba su casa, a la cual solo le faltaba ser decorada a su gusto, el camión de la mudanza ya había dejado sus pertenencias, y se encontraba dispuesta a hacer de este, un hogar feliz.

Hace un tiempo había decidido cambiar radicalmente su vida, y gracias a una herencia familiar pudo comprar un terreno que parecía salido de un cuento de hadas, el pueblo en sí lo era al menos para ella. Hermoso y natural, rodeado de bosques y paisajes que jamás se cansaría de ver, la neblina y la constante sensación otoñal era lo que buscaba; Google la llevó hasta allí después de buscar: "Lugares apartados y con mucha neblina". Era ahora o nunca, debía tener un cambio también de actitud y valorarse más que nunca para que toda esa sensación de calidez y felicidad no se esfumara. Hace un año había comenzado con el cambio físico; bajando de peso, otro color y corte de cabello, estaba decidida a por fin darse el tiempo y el amor a sí misma que tanto le costaba. Su autoestima años anteriores estaba por el suelo gracias a una mala experiencia, una muy mala experiencia, sin embargo ya no era momento de pensar en eso, sino en todo lo que le esperaba por vivir, en ese futuro que tantas veces dibujó en su mente mientras lloraba, hoy tenía el futuro por delante, simplemente quería disfrutar cada segundo de este nuevo comienzo.