P.O.V AKIKO
Luego de nuestra luna de miel y de casarnos por segunda vez al siguiente día de haber contraído matrimonio, los viajes se hicieron costumbre en nuestro itinerario, siempre ahorrábamos para uno nuevo, nos sentábamos por horas a planear cada detalle y en nuestro mapa del amor tachábamos cada lugar que ya conocíamos. Esa idea nació en mi cabeza mientras bailábamos en aquella terraza del santuario.
Flashback
Después de darme un rotundo sí con sus ojitos llenos de vida y un brillo que alcanzaba a iluminar el mundo por los siguientes diez mil años, la estreché entre mis brazos en un fuerte y cálido abrazo, las lágrimas caían de sus ojos, realmente había logrado sorprenderla, aquella sorpresa había llegado al fondo de su corazón tocando una fibra muy sensible; la de los detalles. Siempre, durante todo nuestro tiempo siendo novias, incluso antes de serlo, siempre hubo detalles, los que nacieron de parte de ella me derretían y los que nacieron de mi parte lo hacían con ella, no necesitábamos grandes lujos ni nada fuera de este mundo para sorprendernos, a veces un simple chocolate en un día de lluvia bastaba, pero yo quería darle un gran detalle y debo asumir que incluso antes de nuestro primer beso, de incluso pensar realmente en la posibilidad de estar juntas, por mi mente ya había pasado ese momento, no de la misma manera, pero sí sabía que debía ser un lugar hermoso y especial para ella, y también sabía, que esa mujer que en ese momento me era imposible amar en libertad, alguna vez sería mi esposa, por eso había planeado esto hace mucho, solo faltaban los detalles de este gran detalle.
Mientras brindábamos después de llorar a mares, bailamos una de las tantas canciones que representaban nuestro amor en forma de versos y estrofas que definían en parte, lo que sentimos mutuamente, fue un hermoso baile, distinto al de la noche anterior, estábamos completamente solas, rodeadas de la más hermosa naturaleza, acompañadas del océano y su bello sonido ambiental, las luces de las velas, el aroma de su cuerpo, el calor de sus manos entrelazadas en las mías, su mirada fija en la mía, me hacían sentir la mujer más afortunada en toda la existencia de la humanidad sobre la tierra, ella, la que comenzó siendo mi amable y atenta vecina, poco a poco se fue convirtiendo en la razón de mis suspiros y sonrisas diarias, ahora esa mujer, que a mi parecer era la más bella de todo el universo, danzaba junto a mí después de casarse simbólicamente conmigo, en una ceremonia tan íntima que solo compartimos ambas y la naturaleza, con el universo de testigo, el que nos regaló una de las noches más estrelladas que puedo recordar hasta ahora, y lo recuerdo muy bien porque en ese momento pasó una estrella fugaz que solo yo vi y le pedí como deseo que por favor no se la llevara nunca de mi lado, que me diera vida y salud para hacerla feliz hasta el último de mis días, que me hiciera merecedora de su amor hasta la eternidad.
Luego de vivir intensamente ese momento, de disfrutar su estadía entre mis brazos, nos tendimos en una manta sobre la arena a hablar acerca de algunas ideas que teníamos para el futuro, esa noche fue decisiva para nosotras, porque finalmente pudimos hablar de temas que no habíamos tocado en profundidad, como por ejemplo, qué haríamos a continuación, dónde viviríamos en un futuro, o acerca de la posibilidad de ser madres, y si bien es cierto, ambas moríamos por vivir en un mundo con una mini versión suya o mía, llegamos a la conclusión de que es una responsabilidad demasiado grande que tiene muchas aristas diferentes, algunas menos favorables que las otras, era una hermosa idea, pero sinceramente nunca estuvo en los planes de ninguna y quisimos mantenerlo así, si alguna cambiaba de idea nos lo haríamos saber y hablaríamos nuevamente del tema, sin embargo esa noche decidimos seguir siendo las madres de nuestra adorable manada. También hablamos de Max, algo que habíamos evitado mucho tiempo, habíamos hablado antes vagamente al respecto, pero esa noche, salió el tema y aunque hayan pasado años, siempre removería algo en mí trayendo un poco de amargura, ella lo sabía, pero también sabía que debíamos afrontar cada miedo paso a paso, así que tomó mis manos para envolverlas entre las suyas y me prometió ante las estrellas y la luna que siempre me defendería de él, que si en algún minuto él saliera de la cárcel, ella haría lo imposible por protegerme, de él y de cualquier cosa o persona que quisiera dañarme, y para no volver a revivir nunca más el pasado, planeamos tener nuestra casa pronto en otro lugar, me tranquilizó con sus palabras y también lo hizo con su abrazo, ese que es mi refugio, mi lugar seguro, mi hogar. Hablamos de nosotras nuevamente, de mantener siempre el respeto y la comunicación, habíamos prometido no dañarnos nunca, y era un buen momento para recordar que cualquier cosa que pudiera pasar, la resolveríamos primeramente con amor, respeto y comunicación, no perderíamos eso, porque independiente a las vueltas que pudiera dar la vida, nos habíamos encontrado entre el caos y nos habíamos dedicado a sanar y reparar lo que ninguna rompió en la otra, y jamás dejaríamos que entre nosotras mismas nos dañáramos, aunque fuera una terrible situación la que viviésemos. Entre esos y otros temas, nos propusimos conocer y recorrer el mundo de la mano, disfrutando nuestra vida juntas. Quien diría que ese fue el comienzo de una hermosa aventura más a su lado.
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Esos ojos Japoneses
RomansaUna mujer deja atrás su pasado para rehacer su vida, cambiando en todo sentido, incluso su rumbo. Su nuevo destino le trae esperanza, quizá aquí conozca a quien podría ser su alma gemela Solo sabe que está dispuesta a vivir nuevamente.