Era martes en la noche y afuera llovía torrencialmente, mientras Akiko y Jena disfrutaban de una "noche de chicas" Max dormía plácidamente y algunos kilómetros más allá Francisca seguía trabajando, ya era tarde, pero debía revisar documentos que tenía pendientes al haberse tomado unos días, y decidió hacerlo en la oficina, porque si se iba a casa se distraería con cualquier cosa y debía terminar sí o sí. Olivia la acompañaba y la ayudaba en lo que podía mientras ambas sostenían una conversación acerca del viaje, Francisca no le contó nada de lo que pasaba, ni siquiera le había contado a Vanessa porque no estaba lista aún. Leía cada tanto los mensajes que le mandaba Akiko y los respondía siempre con una sonrisa, a veces se quedaba pensando por minutos para saber qué escribir. Lo último que leyó fue que habían encargado sushi para su noche de chicas con su hermana pero que por la lluvia el repartidor no había podido ir. Francisca lo leyó pero debía terminar el trabajo y le faltaba aun así que dejó de lado el teléfono y se concentró para luego ir a casa.
Akiko miraba inquieta su teléfono, no había respuesta de Francisca hace una hora y media y ya empezaba a preocuparle, quería llamar pero sentía que sería demasiado, así que desistió y en su lugar escribió: ¿Estás bien? tampoco obtuvo respuesta. Sonreía frente a lo que Jena le decía pero su mente estaba en otro lado. El sonido del timbre la sacó de sus pensamientos, se preocupó porque ya eran pasadas las diez de la noche y seguía lloviendo cada vez más. Cuando abrió la puerta vio que había una bolsa colgada en la puerta de entrada, al abrirla quedó boquiabierta porque traía una nota que decía: ¿Alguien dijo sushi? ¡Disfruten! y una carita feliz junto a un corazón. Akiko sentía que caía como una pluma sobre un prado, ella flotaba por el aire mientras Jena la miraba entrar a la habitación con una cara de felicidad única, como si acabara de recibir la mejor de las noticias.
-Era el repartidor. Dijo y pegó esa nota en su agenda y suspiró al cerrarla.
Jena estaba feliz porque comerían, ya empezaba a tener hambre. Sintió el abrupto cambio de humor de su hermana pero el hambre podía más así que lo atribuyó a lo mismo. Akiko suspiraba mientras enviaba una selfie de ella y su hermana comiendo con un mensaje: "Gracias" y un corazón. Comieron hasta saciarse y luego bailaron y cantaron como si tuvieran 15 años.
Hablaron hasta tarde, Jena ya se había dormido y Akiko sonreía detrás de la pantalla, a estas alturas cualquier cosa que hablaran era especial, el solo hecho de que la notificación tuviera un nombre en específico la hacía sonreír de esa forma. Cerraba los ojos e imaginaba cosas que aún no ocurrían pero que quería cumplir, y en la mayoría estaba Francisca, era imposible pensar en algo que no la incluyera, porque siempre pensaba en ella, se sentía tan fuerte y tan débil a la vez, tan feliz y nostálgica, tan cerca y a la vez tan lejos, esa dualidad la acompañaba constantemente y no le gustaba pensar en eso, por eso prefería sus fantasías, ahí todo era hermoso.
F: -"Buenas noches, descansa y duerme bien. Sueña algo lindo".
A: -"Gracias, tú también. Buenas noches. De verdad gracias por la comida, pero me hubiera gustado más verte, ¿por qué no me dijiste?"
F: -"Porque era una sorpresa"
A: -"Si hubieras avisado tú también te hubieras llevado algo".
F: -"¿Algo como qué? "
A: -"Algo como un abrazo..."
F: -"!Mañana!"
A: -"¿Mañana qué?"
F: -"Mañana me lo das". Akiko suspiró al leer eso, lo que más quería era un abrazo.
A: -"Lo espero"...
F: -"Yo también. Buenas noches, duerme bien".
A: -Buenas noches, tú también.
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Esos ojos Japoneses
RomanceUna mujer deja atrás su pasado para rehacer su vida, cambiando en todo sentido, incluso su rumbo. Su nuevo destino le trae esperanza, quizá aquí conozca a quien podría ser su alma gemela Solo sabe que está dispuesta a vivir nuevamente.