Al otro lado de la línea, Emmett se detuvo a pensar un poco. "Señora Huo, ¿Dónde está?", dijo él, en lugar de responder a su pregunta. '¿Realmente se fue a Nueva York?', pensó para sí mismo, formando un pliegue en su frente.
Atrapado en sus propios pensamientos, escuchó a Debbie decir: "Estoy en Nueva York. Acabo de bajar del avión".
Consecuentemente, su voz tembló y luego añadió: "Hace mucho frío aquí afuera". Lo que ella decía no era una exageración y Emmett estaba más que consciente. En casa, con la suave brisa del otoño, el clima era acogedor. Por otro lado, en Nueva York, la temperatura había descendido varios grados bajo cero. La joven dama no parecía estar al tanto de eso hasta que llegó ahí.
La boca de Emmett quedó abierta por un momento debido al shock. No había esperado que ella se impulsara a ir a Nueva York por sí misma. "Señora Huo, primero busque un lugar en donde pueda tomar un café. Mientras tanto, dispondré de un auto para usted de inmediato". A pesar de la inminente posibilidad de un divorcio, siempre y cuando aún no lo hayan firmado, Debbie tenía todo derecho de disfrutar de todo el respeto y el adecuado trato como esposa de Carlos. Eso quedó claro para Emmett, y por eso insistió en ayudar a la joven.
Aunque quería negarse, afuera nevaba con mucha intensidad y obviamente ella no tenía un mejor plan en mente. Después de pensarlo con detenimiento, giró hacia un lado y entró a la cafetería más cercana que llamó su atención.
Justo como Emmett le dijo, un automóvil la recogió para llevarla al hospital en donde el hombre mayor que debía ver estaba internado.
Al entrar en la sala de la UCI, Debbie lo miró acostado en la cama, conectado a los tubos y aparatos que eran insertados en su delgado y frágil cuerpo.
La mera vista de su condición hizo que su corazón casi se rompiera. "¿Qué sucedió?", ella preguntó en un suave susurro, dirigiéndose al conductor que la había llevado al hospital desde el aeropuerto.
"El abuelo del señor Huo ha estado mal de salud durante años", comenzó el conductor con su gorra en la mano. "Ha estado en coma en los últimos tres años.
Desde que cayó gravemente enfermo, el hombre no ha despertado". Al mirar al inmóvil hombre una vez más, ella no pudo evitar sentir toda la tristeza del mundo. 'Pobre hombre', pensó para sí misma.
A su edad, en lugar de sufrir solo en una sala cuidados intensivos, se suponía que debería estar rodeado de sus hijos, nietos y sus respectivas familias.
Aunque parecía recibir todo tipo de comodidades posibles, seguía siendo diferente a estar descansando en su casa. Entonces ella le envió un mensaje de texto a Carlos. "¿Por qué no me contaste la condición de tu abuelo?". Si lo hubiera sabido, podría no haber venido a Nueva York. La principal razón por la
cual ella había viajado hasta allí era para pedir una respuesta. Sin embargo, para su sorpresa, el hombre mayor ni siquiera podía hablar.
Aún así, dado que Carlos y ella todavía estaban casados, en lo estricto sentido de la palabra, también por ley, era su abuelo. Tal vez, era bueno que ella haya venido a verlo después de todo. De lo contrario, jamás habría logrado adivinar sobre su situación actual. Dirigiéndose al conductor, le preguntó:
"¿Quién cuida del abuelo del señor Huo?".
"Profesionales, he oído. Se le brinda atención durante el día", explicó el conductor, entrecerrando los ojos como si estuviera tratando de recordar. "El señor Huo y sus padres a menudo vienen a verlo también".
Después de hacer algunas preguntas más, Debbie salió del hospital. Mientras esperaba a que el auto llegara, estiró su mano derecha para atrapar algunos copos de nieve hasta que esta quedó entumecida por el hielo.
ESTÁS LEYENDO
respira contigo
RomanceAmar y ser amada es lo que toda mujer sueña. Sin embargo, lo único lo que Debbie pide es el divorcio. Levaba tres años casada con un Carlos, un joven multimillonario a quien ni siquiera ha visto la cara. Cuando por fin decide poner fin su irónico m...