Emmett observó cómo la figura de Debbie se alejaba. Necesitaba volver al auto a contarle a su jefe lo sucedido. Carlos, sentado en el asiento trasero, no reaccionó, aunque era lo que esperaba. Sabía que Debbie no quería que otros supieran sobre su relación, cada vez que estaban en medio de la gente, ella actuaba como si fueran extraños.
Carlos había estado afuera por asuntos oficiales durante los últimos dos meses, y esta era la primera clase que dictaba desde su regreso, así que el aula estaba con la capacidad colmada por sus admiradores. Debbie estaba sentada en la última fila y le prestó toda su atención al hombre en el estrado, su marido.
Todos creían que Carlos era frío y distante, pero Debbie sabía que no era cierto. Era un ardido que había adoptado para mantener a la gente a distancia, y para sumar a su mística. Debbie había visto diferentes aspectos de él: un Carlos enojado, un Carlos amable, un Carlos molesto... Como cualquier persona común, él tenía toda la gama de emociones. Podía ser frío y distante, sí, pero también amoroso y cálido.
Estaba acostumbrado a ocultar sus verdaderos sentimientos frente a los desconocidos. Tenía 28 años y sin embargo era un exitoso hombre de negocios; era seguro, fuerte y poderoso, mejor que el 99 por ciento de los hombres.
Debbie no podía evitar preguntarse si él era la criatura favorita de Dios, y si había nacido para ganar; se sentía tan afortunada de ser su esposa. Estaba perdida en sus pensamientos cuando la voz del hombre la volvió a la realidad:
—Debbie Nian, por favor, levántate y cuéntanos qué has aprendido hasta ahora.
Su voz era tan fría que ella se puso de pie de inmediato, sin dudarlo. Le guiñó un ojo a Dixon, que estaba sentado a su lado.
Éste bajó la cabeza y le susurró para ponerla al día: —El señor Huo nos ha enseñado el AIP: plan de inversión automático y la predicción de riesgo....
Con una sonrisa astuta, Debbie se aclaró la garganta y repitió: —Señor Huo, nos has enseñado AIP y predicción de riesgo... —Mientras recitaba lo que Dixon le dictaba para ayudarla, Carlos dejó el estrado y caminó hacia ella.
Las chicas fijaron sus ojos en él, se veían emocionadas. Incluso comenzaron a susurrar. — ¡Él viene hacia aquí!. —Algunas incluso sacaron sus teléfonos y tomaron fotos de su espalda o selfies con Carlos en el fondo. Hubo risitas y más susurros mientras comprobaban si podían manejar la cámara.
Cuando por fin Carlos se paró junto a Debbie, Dixon se calló y fingió que estaba leyendo su libro. No era tan tonto como para que lo atrapen.
En el momento en que Dixon dejó de susurrarle, Debbie no pudo continuar así que, con una sonrisa avergonzada, dijo. —E... Eso es todo lo que puedo recordar... Necesito estudiar más, ¿cierto?
Carlos golpeó el escritorio de Debbie con su dedo índice y dijo con voz fría:
—Sube al estrado conmigo, concéntrate.
'¡Caramba! ¿Este es el mismo Carlos Huo de anoche? Fue tan apasionado anoche cuando me abrazó en la cama, tan cálido, tan cariñoso. ¡Pero ahora, parece que le debiera un montón de dinero!', pensó.
Debbie le sacó la lengua e hizo una mueca a sus espaldas antes de seguirlo hasta el frente del aula.
Se detuvo no muy lejos de él y de repente, se le ocurrió una idea. Mientras los otros estudiantes discutían algo, le dijo en voz baja: —Señor Huo, ¿quieres almorzar conmigo después de la clase?.
Carlos dejó de pasar las páginas de su libro y su mirada fue de advertencia.
Evidentemente la había escuchado y no le había gustado la pregunta.
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respira contigo
RomanceAmar y ser amada es lo que toda mujer sueña. Sin embargo, lo único lo que Debbie pide es el divorcio. Levaba tres años casada con un Carlos, un joven multimillonario a quien ni siquiera ha visto la cara. Cuando por fin decide poner fin su irónico m...