Después de que Debbie bebió tres copas de licor, había ganado más de 10.000 dólares. Jeremías finalmente apareció, estaba ebrio y salió tambaleándose del baño, cayendo de nuevo en su asiento, como había una multitud que rodeaba a su amiga en ese momento, él no pudo verla, por lo que dirigió su atención a la chica que había conocido horas antes.
Cuando Kristina lo encontró, Debbie ya había bebido siete vasos de licor, ella le comentó lo que sucedía y las noticias hicieron que la borrachera se le bajara.
Jeremías corrió hacia Debbie, le arrebató el vaso de la mano y vociferó: —¿Qué demonios crees que estás haciendo? ¿Cuánto has bebido? —Al darse cuenta del grueso fajo de billetes, él se estremeció, 'Si el Sr. Huo se entera de esto, estoy jodido', dijo para sí mismo.
Debbie agitó la mano y dijo: —Oye relájate, mira el dinero que he ganado, miles de dólares por copa y no estoy ebria todavía.
Ella realmente podía beber bastante, después de siete vasos, su cara estaba ruborizada pero sólo estaba un poco alegre.
Debbie estaba de muy buen humor en este momento, pensó que podría beber más y ganar más dinero. El hombre del bar le sirvió otro vaso de licor, una vez más, ella lo tomó todo de un trago y tomó el fajo de billetes arrojados sobre la mesa.
Su esposo Carlos era rico y generoso, pero Debbie consideraba prudente tener sus propios ahorros en caso de que ella y su marido se divorciaran algún día, ya que no quería terminar sin hogar y sin un centavo después del divorcio y pensó que había encontrado su vocación.
Al ver que Debbie no lo escuchaba, Jeremías se aclaró la garganta y le gritó al hombre: — ¡Vete de aquí! ¿Tienes idea de quién es ella? ¡Tienes agallas al emborracharla de esta forma! ¡Estás jugando con fuego!
Jeremías no era un cliente habitual de este lugar, de hecho, había hecho un gran sacrificio al venir. La única razón por la que estaba aquí era su mejor amiga, así que el hombre no conocía a ninguno de los dos. No obstante, las palabras de Jeremías no intimidaron al sujeto y simplemente se encogió de hombros fingiendo inocencia. —Lo viste, yo no la forcé en ningún momento, ella quiso beber....
A Jeremías le frustraba pensar que lo que el hombre había dicho era verdad, quería golpear al sujeto en la cara, pero le faltaba una razón. Entonces le susurró en el oído a Debbie: — Piensa en tu marido, ¿acaso ya te olvidaste de lo que nos hizo la última vez que nos emborrachamos? Y esa ocasión fue sólo cerveza, pero esta vez has tomado demasiadas copas, ¿qué crees que va a hacer tu esposo cuando se entere?
El sólo hecho de pensar en Carlos hizo temblar a su amiga. —¿Por qué no me lo dijiste antes? —se quejó y eructó la chica.
En ese momento, dos hombres se acercaron y agarraron los brazos de Jeremías. —¿Estás ciego? El Sr. Bernard se está divirtiendo, el jefe es lo suficientemente rico como para comprar este maldito bar y todos los tragos que se le antojen, ¡ahora lárgate!
Después de decir esto, uno de los individuos le dio al muchacho un brusco empujón, lo habían provocado tanto, que él tomó una botella vacía de la mesa y la estrelló contra el suelo. —No me importa quién demonios es Bernard, ¡adelante, hazla beber de nuevo! Te mataré —gritó Jeremías señalando la botella restante hacia ellos.
El nombre de Carlos hizo que la borrachera desapareciera totalmente del cuerpo de Debbie, temiendo lo que él haría, ella puso el dinero en su bolso y estaba lista para dejar el bar, sin embargo, el hombre llamado Bernard la agarró del brazo. —Ya que tomaste tanto de mi dinero, ¿no crees que me debes una canción? —dijo él.
—Quizás la próxima vez, estoy demasiado ebria para cantar —respondió Debbie con una sonrisa y dio un paso adelante.
—¿Cuál es tu prisa? ¡Si estás borracha, entonces canta borracha! —Bernard no estaba nada contento.
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respira contigo
RomanceAmar y ser amada es lo que toda mujer sueña. Sin embargo, lo único lo que Debbie pide es el divorcio. Levaba tres años casada con un Carlos, un joven multimillonario a quien ni siquiera ha visto la cara. Cuando por fin decide poner fin su irónico m...