Capítulo 51 ¡Qué sinvergüenza!

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Después de dudarlo un poco, Jeremías preguntó: —Debbie, no olvides que la reunión de nuestros compañeros de la secundaria es esta noche, ¿puedes asistir?.

Luego Dixon agregó con cautela: —Acordamos ir a la fiesta hace un tiempo, pero sé que tu esposo no te permitirá beber y tampoco te obligaremos a hacerlo, ¿crees que aún así te permitirá venir?.

Debbie puso los ojos en blanco y dijo bruscamente: —Chicos, si siguen actuando así, ya no serán mis amigos.

—Bien, bien, ya no hablemos de eso, mejor vamos al aula, es la clase de tu marido —dijo  Kristina y después le guiñó un ojo a Debbie. Ella tenía muchas preguntas para su amiga, pero la entrada de la universidad era demasiado pública para una conversación privada, así que decidió platicar más tarde con Debbie, cuando tuvieran oportunidad de estar a solas.

Esta última no sabía si reír o llorar, quería decirle a Kristina que no se dirigiera a Carlos como su marido, ya que su matrimonio sólo era una apariencia; sin embargo, Kristina no estaba al tanto de eso y además era una larga historia. Debbie no estaba de humor para hablar de eso, por lo tanto, decidió cerrar la boca y estacionar su moto primero.

Kristina y Dixon fueron de los primeros en entrar al aula multimedia, después entraron Debbie, Karen y Jeremías, el salón estaba casi lleno, afortunadamente, Kristina les había apartado tres asientos. Mientras los tres caminaban hacia sus lugares, dos chicas discutían con Dixon. —¿Por qué tomaste nuestros asientos? —dijeron ellas.

Karen, Jeremías y Debbie se sentaron al lado de Kristina, al lado de ellos estaba el pasillo.

Debbie puso sus libros en el escritorio frente a ella y se apoyó en el respaldo de su asiento mientras miraba a las dos chicas que todavía estaban discutiendo.

—Ustedes dicen que estos son sus asientos, pero ¿tienen alguna prueba? Si tienen un problema, ¿por qué no nos reclaman sus lugares? ¡Quién se lo encuentre, se lo queda! — dijo ella.

—Debbie Nian, nosotras estábamos aquí primero, pero tuvimos que ir al baño, cuando volvimos Dixon ya había tomado nuestros asientos, ¡no puedes ser tan irrazonable! — espetó Olivia, una de las chicas, y se arrepintió de no haber dejado sus libros en los asientos antes de ir al baño.

Después de escuchar lo que Olivia había dicho, Debbie esbozó una sonrisa burlona y resopló: —¡Vamos, Oliva! ¿Por qué siempre usas el baño como excusa? Realmente te debe gustar, ¿eh? ¿Por qué no mejor vives en el baño de mujeres? —La última vez en el centro comercial, Olivia había usado la misma excusa para meterse con Debbie, su absurdo pretexto realmente divirtió a su prima. Aunque Olivia estaba furiosa, no se atrevió a responderle a Debbie, sabía que no era rival para ella, así que tuvo que buscar otro lugar para sentarse con su compañera.

Momentos después de que sonó el timbre, el hombre que la mayoría de los estudiantes estaban esperando para ver entró en el aula, como de costumbre, pasó la vista por encima de la multitud y cuando vio a la chica que estaba buscando jugando con su pluma, se sintió satisfecho y comenzó a impartir la clase.

El tema de hoy era la economía científica, todos los alumnos escuchaban atentamente, incluida Debbie. Pero de repente, su teléfono sonó, ella echó un vistazo al hombre en la plataforma para confirmar si él no estaba mirando en su dirección y sacó su celular en secreto.

Cuando Debbie leyó el mensaje de texto en su teléfono, se quedó inmóvil durante minutos, pero finalmente, decidió responder. Después de enviar su respuesta, regresó el celular a su lugar y miró fijamente su libro, en todo lo que podía pensar era en aquel mensaje.

—Deb, estoy volando de vuelta pasado mañana, ¿irás por mí al aeropuerto? Te he extrañado demasiado, quiero verte en el momento en que me baje del avión —era lo que decía el texto.

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