Capítulo 54 Un conflicto

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Jeremías estaba ansioso por gastar todo el dinero en la tarjeta Platino de Damon, la verdad era que aparte de ser medio hermanos y compartir el mismo padre, no tenían mucho en común.

De hecho, la tarjeta Platino fue robada de la mesa de su hermano cuando pasaba junto a la habitación de Damon.

Debbie había oído hablar de este último cuando Jeremías solía quejarse de él, por lo que ella pudo deducir, Damon siempre fue muy amable con su hermano menor, mientras que Jeremías lo trataba con desdén.

Aunque solamente había escuchado la versión de su amigo, Debbie podía decir que en algunas ocasiones él solía obedecerle a su hermano mayor.

—Jeremías, ¿de qué están hablando ustedes dos? ¡Vengan aquí! —uno de sus compañeros de clase instó a los dos a unirse al grupo.

Jeremías respondió en voz alta: —Está bien, está bien, Scott no se te permitirá salir de aquí hasta que tengas más alcohol que sangre corriendo por tus venas. —De repente, Jeremías miró a Debbie con una expresión de preocupación en su rostro. —Jefa, yo no voy a beber mucho esta noche, y tú no necesitas beber si no quieres.

Esto atrajo el interés de Scott, mientras miraba a Jeremías y gritaba alegremente: —Oye hermano, ¿qué pasa? ¿Ustedes dos están saliendo o algo así? ¿Tienes que pedir el permiso de tu novia antes de beber, cierto?

Debbie y Jeremías eran muy populares en su escuela preparatoria, la mayoría de sus compañeros solían bromear sobre su relación. Sin embargo, la realidad era totalmente diferente, ambos eran muy buenos amigos y confiaban el uno en el otro, pero eso era todo, una amistad confiable, aparte de eso, no sentían absolutamente nada el uno por el otro.

Debbie estaba interesada en hombres que no temían a los compromisos, además ella pensaba que Jeremías era más bien un conquistador, por el contrario, él pensaba que Debbie era una marimacha, mientras que a Jeremías le gustaban las mujeres femeninas.

Ambos se entendieron muy bien y estuvieron de acuerdo en que sólo podían ser buenos amigos.

—¿Qué? ¿Una pareja? ¡Vamos! Incluso si pasáramos la noche en la misma cama, no pasaría nada entre nosotros, aparte de nuestras habituales conversaciones y peleas —respondió ella. Jeremías tendió la silla para Debbie como un caballero, pero esta última le lanzó una mirada de reproche antes de sentarse.

En verdad, a ella nunca le gustó participar en estas reuniones. La mayoría de las mujeres eligieron aislarla porque era una chica bonita y a los chicos les gustaba estar cerca de Debbie, la impresión que tenían de ella era la de una perra que sólo pretendía ser una muchachona para atraer a los hombres.

Las chicas comenzaron a hablar mal de Debbie en voz baja para que no las escuchara, pero ella podía adivinar por su lenguaje corporal y la forma en que la miraban que estaban hablando pestes a sus espaldas.

¿Por qué no simplemente le decían las cosas de frente a Debbie? Sobre todo, porque tenían miedo de que ella las golpeara, pero además, no querían ofender a Jeremías, entonces, ¿por qué no se limitaban a guardar silencio? Lo harían si pudieran, pero le tenían tanta envidia a Debbie que necesitaban alguna forma de descargar su enojo hacia ella.

Debbie, sin embargo, se sintió perjudicada e incomprendida, después de todo, ella nunca había golpeado a una chica antes. Incluso cuando su prima, Olivia, le había dado múltiples razones para lastimarla, Debbie se abstuvo de poner un dedo sobre ella, en lugar de eso, dejó que su prima se fuera sólo con una advertencia.

No era que Debbie le tuviera miedo a las chicas, ¡para nada! Era más bien que las chicas ni siquiera tendrían una oportunidad en una pelea con ella, Debbie podría herirlas fácilmente sin siquiera sudar.

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