Hacía más de dos años que Debbie no veía a Hayden. Pensaba que lo había olvidado, o que no se emocionaría cuando lo viera de nuevo, pero estaba equivocada.
Después de todo, lo había amado una vez, era imposible que no sintiera nada en absoluto. Dicen que nunca dejas de preocuparte por la otra persona, incluso si resulta no ser quien tú pensabas que era. Algo siempre perdura, siempre tira de ti. No importa cuán fino sea el hilo que te sujeta, el amor es siempre el lazo que une.
Sentía un dolor vacío en su corazón, solo eso.
Cuando Debbie se quedó en silencio, la sonrisa de Hayden se hizo más amplia. —Ha pasado mucho tiempo, Deb, te ves más sexy que nunca. —La había estado observando desde que había entrado, había cambiado tanto que casi no podía creer que fuera la misma chica con la que había estado durante dos años. Este encuentro había provocado que los recuerdos de los viejos tiempos se precipitaran en la cabeza de Debbie, quien se hundió en un pensamiento profundo. Dos años, era mucho tiempo para estar juntos, incluso si uno no sentía que era mucho tiempo mientras estaba en medio de todo eso. Y los recuerdos que dejaron, duran toda la vida. Y cuando todo termina, todas las cosas que solías hacer, los lugares a los que solías ir, los sentimientos unidos a esas cosas, permanecen. Debbie estaba perdida en sus pensamientos, no fue hasta que Jeremías le dio un codazo que reaccionó.
De vuelta en el presente, rechazó a Hayden en voz baja. —Gracias, señor Gu, pero no les iba a pagar nada.
La suave sonrisa en el rostro de Hayden se hizo amarga ante su respuesta, estaba más allá de su comprensión cómo ella podía ser tan altanera. Solo estaba casada con un secretario, después de todo. Sin embargo, había sido tan audaz como para ofender a tantas familias poderosas.
—Deb, no seas así... —dijo Hayden.
En este momento, Curtis y Karina estaban a su lado, Carlos había insistido en que aparecieran. Estaban juntos en el auto compartiendo un momento íntimo cuando él llamó.
Curtis acababa de enderezar su traje, pero su corbata todavía estaba ligeramente torcida, su cabello normalmente perfecto un poco desaliñado, sin mencionar las mejillas ligeramente enrojecidas y la sonrisa tonta en su rostro.
—Debbie, ¿Qué pasa? —preguntó Curtis.
Antes de que Debbie pudiera decir algo, la anciana de la familia Qin vio a Curtis y lo miró con expresión agria. —Déjame adivinar, señor Lu, ¿también te haces responsable por ella? Curtis sonrió y respondió con cortesía: —Sí, señora Qin, Debbie es joven y cometió un error, me disculpo por cualquier problema que haya causado.
Al escuchar esto, Emmett tiró de su manga y le recordó: —Recuerda, señor Lu, el señor Huo no llamó para que te disculparas.
Anticipando lo que Curtis podría hacer, Carlos le había pedido a Emmett que le recordara en el momento adecuado. Carlos era así, siempre por lo menos un paso por delante, y por lo general tres. Esa era la razón de su éxito en los negocios: anticipaba los sucesos.
Curtis sabía cómo solía hacerse cargo de las cosas Carlos, pero ese no era su estilo, prefería resolver los problemas de manera amistosa. Pero si eso no funcionara y las cosas se salieran de control, acabarían mal las cosas.
Los otros no podían escuchar lo que Emmett le estaba susurrando a Curtis, todos pensaron que le estaba rogando que ayudara a 'su esposa' Debbie. Hayden estaba convencido de que Debbie era la esposa de Emmett.
La señora Yan siempre había sido pomposa, era hostil, incluso en presencia de Hayden y Curtis. —¡Quiero que se disculpe, y que pague por los vestidos!
No, quiero que pague el triple de su valor, ¡por daños emocionales!
—¡Cierto! —la multitud se hizo eco.
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respira contigo
RomanceAmar y ser amada es lo que toda mujer sueña. Sin embargo, lo único lo que Debbie pide es el divorcio. Levaba tres años casada con un Carlos, un joven multimillonario a quien ni siquiera ha visto la cara. Cuando por fin decide poner fin su irónico m...