Capítulo 129 Llama al señor Huo

225 17 0
                                    

—Ustedes dos parecían estar bien hace un momento, ¿Qué salió mal? — preguntó Debbie.
—¿Bien? Ni siquiera me gusta, me sedujo cuando estaba borracho y luego me molestó continuamente para que asumiera la responsabilidad después de que nos habíamos acostado. De otra manera, ni siquiera hubiera hablado con ella. ¿Quién se cree que es? Me he acostado con docenas de mujeres, a ella ni quiera la recuerdo —dijo Jeremías con desdén antes de tomar un sorbo de cerveza.

Debbie estaba sorprendida. Aunque sabía que Jeremías era un playboy, se sintió obligada a intervenir. —Oye, amigo, lo que hiciste fue vergonzoso. ¿Cómo puedes acostarte con alguien y no asumir la responsabilidad? Ella no te hizo nada malo.

 
Jeremías agitó su mano con desdén. —Todas estas mujeres están detrás de mi dinero. ¡Apesta! Ninguna de ellas me ama, ¡solo aman mi dinero! Si pudieran casarse con mi padre, me dejarían de inmediato.

Aunque Jeremías no era tan guapo como Damon, era atractivo a su manera. Era tan alto que cuando Debbie estaba a su lado, parecía un elfo. En la ciudad Y, el Grupo Han era una de las empresas líderes. No era tan influyente como el Grupo ZL, pero estaba entre las cinco empresas más exitosas.

 
Los activos de la familia Han valían más de 100 millones, así que no era sorprendente que muchas mujeres se tentaran con su riqueza.

Al escuchar las penurias de Jeremías, Debbie se sintió agradecida por el carácter severo de Carlos, que generaba rechazo en las mujeres, porque lo hubieran rodeado como un enjambre de abejas si hubiera sido más cortés.

Con suavidad, le dio una palmadita en el hombro a Jeremías y lo consoló. — Relájate, amigo, pronto encontrarás una chica que realmente te ame.

En ese momento, Debbie no tenía idea de que esa chica aparecería muy pronto, ni tampoco sabía que estaba familiarizada con ella. Jeremías no tomó en serio sus palabras, sabía que ella solo lo decía para consolarlo, pero funcionó muy bien.

 
Durante los siguientes minutos, permanecieron pegados a sus asientos, charlando libremente acerca de todo, hasta que de repente, un montón de mujeres ruidosas se les vinieron encima.

 Era una banda de divas de la sociedad de la ciudad Y, notoria por su habilidad para armar escándalos dondequiera que iban.

Mientras tanto, Debbie, ajena a su proximidad y disfrutando su charla con Jeremías, se acarició en broma su abdomen hinchado y no se dio cuenta de la conmoción. El grupo estaba detrás de ella, así que fue Jeremías, que estaba sentado enfrente, quien las vio llegar. —Jefa, he llegado a entender que algunas mujeres sencillamente no pueden evitar los problemas —dijo en un susurro.
—¿Qué pasa? —preguntó Debbie, intrigada por saber por qué estaba susurrando.
—¡Santo cielo! —exclamó cuando se volvió para mirar, había más de diez mujeres en el grupo que se acercaba. A la cabeza estaba Olga, flanqueada a ambos lados por Olivia y Portia. Justo detrás de ellas, estaba DeeDee que acababa de romper con Jeremías. En cuanto al resto de la pandilla, Debbie no tenía ni idea de quiénes eran.

De un vistazo, Debbie se dio cuenta de la mirada horrible en sus caras, especialmente la de Olga, quien se paró frente a Debbie y Jeremías. Vestida con un costoso vestido de noche color crema con diamantes, se inclinó sobre ellos y señaló a Debbie, preguntando con arrogancia: —¿Es esta?  

A lo que DeeDee se hizo paso a través del grupo y respondió: —Sí, Olga, esa es la desvergonzada ladrona de novios. ¡Ella debe pagar por arruinarme la vida! '¿Ladrona de novios?'. Confundida, Debbie miró a Jeremías, pero este parecía estar disfrutando la escena.

Debbie no vio cuando Olga tomó el vaso de cerveza medio lleno de Jeremías, pero gracias a los muchos años de práctica de las artes marciales, reaccionó rápidamente cuando Olga trató de tirarle el líquido del vaso en la cara.

La mujer sentada en mesa de al lado no tuvo tanta suerte, sin querer, Olga la empapó por completo. Chorreando el líquido espumoso, la pobre chica gritó, lo que atrajo la atención de todos.

 
Olga, que era una auténtica aguafiestas, no se disculpó por atacar a la persona equivocada. Por el contrario, incluso tuvo el descaro de reprender a la chica por gritar. —Había muchas mesas, ¿por qué tuviste que sentarte al lado de esta perra? —la reprendió, como si fuera la chica ofendida la equivocada y no al revés. Su actitud impertinente molestó a Debbie. '¿Quién demonios piensa Olga que es para meterse con la gente?'.

 
—¡Discúlpate o te denunciaré! —exigió la chica regordeta ofendida.
Sin embargo, apurada por arreglar cuentas con Debbie, Olga no quería perder tiempo con la chica. —¿Cuánto cuesta tu vestido? Te compensaré —dijo con impaciencia. Luego, sin ninguna razón, añadió: —Pero como tu cintura es un poco ancha, me preocupa que no haya ninguna tienda con ropa de tu talle, puede que necesites una modista.

 
Como si acabara de hacer una broma, su grupo, tan insensible como ella, se rio de la chica ofendida.
—Tú... Tú.... —La cara de la chica se encendió de ira, pero no pudo terminar la frase.

 
Debbie se puso de pie sosteniendo un vaso de té negro lleno. —¡Cállate, Olga! —la desafió. —Si fuera tú, me avergonzaría sonar como una descerebrada. ¿O será que envidias a la chica porque tiene un poco de grasa extra en la cintura? Verás, según un estudio realizado por el Instituto Sidney Galvin, para un peso normal, las mujeres con caderas solo ligeramente grandes como las de ella no tienen riesgo asociado de grasa visceral, solo sería preocupante si tuviera una figura parecida a una manzana, lo que significa más grasa alrededor de la cintura y un riesgo significativo de diabetes, enfermedad cardíaca y menor densidad mineral ósea. Esta chica tiene una talla razonable, señorita Mi, estoy bastante segura de que solo te estás burlando de ella porque desearías tener su figura curvilínea. ¿No es cierto?

 
Olga nunca había sido humillada en público de esa manera, respiró hondo varias veces para calmarse antes de despotricar. —¡Qué vergüenza, Debbie! Después de que el señor Huo te echó de la Plaza Internacional Shining, pensé que te habías ido de la ciudad. Pero eres una puta descarada y tienes las agallas de quedarte por aquí. Si yo fuera tú, como mínimo, habría mantenido el perfil más bajo posible. Chica, estaría tan avergonzada que incluso me suicidaría, solo para desaparecer. Pero veo que eres una caradura, aquí estás ahora, con tu desvergonzado vestido de putita, lista para arrebatar a los novios de otras mujeres. De todos modos, por dormir con el novio de mi prima, te prometo que mi grupo y yo te haremos pagar por tus pecados.


Jeremías estaba a punto de levantarse enojado de su asiento, pero Debbie lo detuvo. Replicó con una sonrisa. —Señorita Mi, no seas tan modesta. Tú eres la más descarada aquí, ¿recuerdas?
A Olga le tomó un tiempo reaccionar. —¡Perra! ¡Vas a pagar por eso! — gruñó.

Portia miró a Debbie con indiferencia e intervino: —Meterte con la mujer de Carlos Huo es la última cosa estúpida que harías.


'¿La mujer de Carlos Huo? ¿Cómo? ¡Ja! Soy yo la esposa de Carlos Huo, ¿hice algún alboroto al respecto?', se burló Debbie por dentro.
Las miradas de Debbie y Olga se cruzaron. Debbie la provocó más aún. — Diría lo mismo incluso si Carlos Huo estuviera frente a mí, ya que no puedes dejar de decir que eres la mujer de Carlos Huo, ¿por qué no lo llamas y le pides que venga y me eche de la ciudad?

'¡Maldito seas, Carlos Huo! Coqueteaste con otra mujer y ahora estoy lidiando con tu problema, te enfrentarás a mi ira cuando vuelvas', se juró a sí misma.
La arrogancia de Debbie enfureció por completo a Olga, pero alguien empeoró las cosas al gritar: —Sí, señorita Mi, llama al señor Huo y pídele que te ayude, ¡Haz que esta perra ignorante desaparezca de la ciudad!

respira contigoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora