Capítulo 97 No necesitas una esposa

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—¡Debbie Nian! —Carlos gritó su nombre con autoridad y eso evitó que ella siguiera hablando, después bajó la cabeza y sus labios se curvearon en una línea desalentadora.

Megan tomó un bollo relleno al vapor y dijo: —Tía Debbie, prueba esto, este es mi bollo favorito relleno de verduras, el tío Carlos le pidió al chef que viniera aquí y me los cocinara.

'¿Es en serio? ¿No vas a dejar de exhibir su amor por ti? ¡Estoy harta de esto!', Debbie maldijo en su mente.

Haciendo todo lo posible para reprimir su ira, ella respondió con desinterés:

—Así estoy bien, gracias, no me gustan los bollos, ¿por qué no se lo das a tu tío Carlos? 

Aparte de que en verdad estaba enojada, era honesta cuando decía que no le gustaban los bollos, aunque realmente no los odiaba, no compraría un bollo por decisión propia, por si fuera poco, ya había perdido el apetito.

La mano de Megan se detuvo en el aire mientras fingía estar herida por las palabras de Debbie. —Yo... lo siento... no sabía que tú... —su voz se fue apagando dramáticamente.

Debbie puso los ojos en blanco y se quedó en silencio, sin embargo, Carlos tomó el plato delante de su esposa y colocó el bollo de Megan en él, luego volvió a colocar el plato en su lugar y dijo en voz baja: —Megan te pidió que lo tomaras por amabilidad, ¡come!

Incapaz de contener su coraje por más tiempo, Debbie golpeó con sus palillos sobre la mesa.

—Carlos Huo, harás cualquier cosa para complacer a Megan Lan, ¿verdad? Si así van a ser las cosas, entonces no me necesitas como tu esposa, ¿por qué no te casas con...?

—¡Cállate! —estalló Carlos, con el rostro serio y sombrío. El silencio invadió el comedor, después, él se levantó de su asiento y exigió con desdén: —¡Sígueme!

—¡No lo haré! —Debbie miró con rabia a la chica cuyos ojos estaban rojos ahora y caminó descaradamente hacia las puertas de la villa.

—¡Detente! —vino la fría voz del hombre a sus espaldas.

Debbie se sintió profundamente ofendida, había trabajado muy duro para ganar dinero para comprarle un regalo a Carlos, pero ahora sentía que no se lo merecía. Ella se dio la vuelta, lo miró a los ojos y dijo con calma: —Después de pasar tanto tiempo juntos, me di cuenta de que no hacemos buena pareja, no combinamos, realmente no estamos hechos el uno para el otro, Carlos Huo, hemos terminado.

Él era un hombre orgulloso con una personalidad fuerte y Debbie también tenía mal genio.

Carlos siempre era amable y gentil con Megan, nunca la decepcionó en ninguna circunstancia, sin embargo, había perdido la paciencia un par de veces con Debbie. La había amenazado con sus debilidades e incluso la había dejado sola en el cementerio a medianoche y justo ahora, la había obligado a comer algo que ni siquiera le gustaba, todo por el orgullo de Megan.

Como él la valoraba más que a su propia esposa, Debbie decidió cederle el puesto. Las lágrimas corrían por sus mejillas, pero ella se dio la vuelta de nuevo para que su marido no lo viera, abrió la puerta y salió corriendo de la villa. Carlos se recostó en su asiento, con los ojos cerrados, las venas en su frente palpitaban visiblemente.

Megan, quien estaba sentada frente a él, estaba demasiado asustada para pronunciar una sola palabra, ella nunca antes había visto a Carlos perder la calma.

Después de varios minutos de silencio, el hombre se calmó y le dijo a Megan en voz baja:

—Come tu desayuno, tengo que irme a trabajar.

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