—Debbie, si te conviertes en una superestrella, prometo ir a tus conciertos —dijo una de las personas en el barco.
—¿Por qué desperdiciaste tus talentos yendo a la Escuela de Economía y Administración? Debiste haber elegido una escuela de música, podrías ser una estrella del pop —comentó otra persona.
Pero Debbie sabía sus comentarios eran por Carlos, pensó que estaban tratando de adular a su marido, en lugar de alabar su desempeño como cantante, después de todo, habían sido vistos en la fiesta juntos.
Después de una hora, el bote regresó y atracó, pero la fiesta no terminó hasta después de la medianoche, fue entonces cuando Debbie finalmente vio a su marido, pero Carlos no estaba solo. Megan, quien estaba a su lado con una sonrisa, estaba despidiendo a los invitados con él, ambos eran tan guapos que parecían una pareja.
El hecho de verlos juntos molestó a Debbie, sin embargo, logró controlar sus emociones. Se acercó a ellos y tomó el brazo de su esposo. —Estoy cansada, quiero ir a casa —dijo ella.
Carlos comprobó la hora, ya era pasada la medianoche, pero antes de que pudiera decir que sí, Megan interrumpió con una sonrisa: —Tío, no vine aquí en mi auto, iba a dormir aquí esta noche, pero todos se están yendo y tengo miedo de quedarme sola, ¿me puedes llevar, por favor?
Carlos no se negaría ante semejante petición, el corazón de Debbie se apachurró cuando escuchó a su esposo decir que sí. Ella sonrió irónicamente antes de sentarse en el sofá y jugar con su teléfono mientras esperaba que se despidieran de los invitados.
Finalmente, era la 1 de la madrugada y todos los invitados se habían ido, ellos subieron a un bote y comenzaron su viaje de regreso.
Cuando Debbie finalmente vio el coche Emperador de Carlos estacionado cerca, se sintió aliviada y comenzó a caminar hacia el auto, ella dio por sentado que debía sentarse en el asiento del copiloto.
Sin embargo, antes de que Debbie pudiera alcanzar el auto, Megan saltó felizmente, abrió la puerta de la parte delantera. —Tía Deb, vamos, es tarde —le gritó a Debbie.
Debbie estaba sorprendida por lo que la chica estaba haciendo. 'Por supuesto que sé que es tarde, pero, ¿Qué diablos cree que está haciendo?
Si ella va de copiloto, ¿Dónde se supone que debo sentarme? Yo soy la esposa de Carlos, ¿no debería sentarme junto a mi marido?', mientras Debbie reflexionaba sobre esto, su marido puso su mano sobre la cabeza de Megan de manera protectora cuando esta se subió al auto.
Después de que la chica entró, Carlos cerró la puerta por Megan y abrió la puerta de atrás para su mujer, de pie junto a la puerta, él extendió su mano derecha en un gesto de invitación como señal de caballerosidad.
Debbie estaba totalmente enfurecida, su sueño había desaparecido, ¿por qué era Megan más importante para él que ella, su propia esposa?
En realidad, Debbie quería gritar: —No, ¡no quiero entrar en tu maldito auto! —pero mirando a su alrededor, se dio cuenta que el coche de Carlos era el único disponible a esa hora tardía.
Ignorando a su esposo, ella abrió la puerta trasera al otro lado y entró, fue hasta entonces cuando Carlos notó el mal humor de su mujer, caminó a su lado, inclinó la cabeza hacia adentro y preguntó: —¿Qué pasa?
Debbie cerró los ojos y respondió con desinterés: —Nada, es sólo que tengo sueño.
—Bueno, nos iremos a casa después de dejar a Megan —después de eso, Carlos cerró la puerta y se sentó en el asiento del conductor.
Su esposa lo vio arrancar el auto y suspiró, él no la entendió en lo más mínimo.
El coche aceleró el camino en medio de la oscuridad, sentada en la parte de atrás, Debbie miró por la ventana un tanto desconcertada, completamente despierta. Los faros de otros coches se apoderaron de la penumbra, la chica en el asiento del copiloto estaba riendo y hablando con Carlos, esto le molestaba tanto a su esposa que quería taparse los oídos.
ESTÁS LEYENDO
respira contigo
RomansaAmar y ser amada es lo que toda mujer sueña. Sin embargo, lo único lo que Debbie pide es el divorcio. Levaba tres años casada con un Carlos, un joven multimillonario a quien ni siquiera ha visto la cara. Cuando por fin decide poner fin su irónico m...