Capítulo 25 Parece, pero no es un chico

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Siempre que se aproximaba una fiesta o un evento, Dixon se encargaba del recuento de las personas que iban a participar. Después de todo, era muy meticuloso, y este era un trabajo para un perfeccionista.

Era por esto que al mencionarse el cumpleaños de Kristina, él ya había preguntado quién iba a venir a la celebración. Debbie, que era una de las amigas de Kristina, se sentó derecha como si fuera a anunciar algo. "Kristina, cumples veinte años, ¿verdad?". Hizo la pregunta asegurándose de no estar equivocada, aunque sabía que no podía estarlo. Ella conocía a la cumpleañera mejor que nadie.

Kristina tomó el brazo de Debbie y colocó delicadamente su mejilla sobre su hombro. "Sí, así es. No puedo esperar a celebrar mi cumpleaños. ¡Será a lo grande!", exclamó con entusiasmo.

Fue una suerte que la noche anterior no ocurriera nada que hubiera podido lastimar a

Debbie. De lo contrario ella no le habría importado su cumpleaños y no mostraría interés

en celebrarlo.

Sin embargo, esto no quería decir que no sospechara de que algo malo podría haber

ocurrido la noche anterior. Se preguntaba cómo había logrado Debbie escapar de la ira de

Carlos. Pero, ella sabía que era mejor dejarlo de lado y preguntarle a su amiga más tarde,

en privado.

Kristina y Debbie estaban teniendo su propia mini celebración, mientras se tomaban de las

manos con entusiasmo cuando Karen, quien se miró en el espejo para arreglarse el cabello,

puso los ojos en blanco y soltó una risita: "Debes alejarte de esa machorra, Kristina. Haces

que parezca tu novio. Solo de pensarlo se me pone la piel de gallina".

Kristina, que realmente amaba la amistad que tenía con Debbie, le lanzó a Karen una mirada

desafiante y le respondió: "Hablas como si no la hubieras molestado como yo". Se acarició

el pelo largo y rizado y pensó: 'Debería teñirme el pelo como el de Debbie. Los colores se

ven muy bien en ella. Estoy segura de que se verían más vivos al sol'. Luego comparó su

cabello con el de su amiga.

Debbie puso su brazo alrededor de los hombros de su amiga como lo haría un chico, y salió

en su defensa: "Señoritas, por favor, no se peleen por mí. Hay más por hacer. ¿Cuál es

nuestra próxima clase? Vamos".

"No estás hablando en serio, ¿verdad? No hay más clases. Necesitamos almorzar", le

recordó Karen en tono muy sarcástico. Con resignación, metió el espejo y sus libros dentro

del bolso y se dirigió a la cafetería.

Debbie miró la hora y se dió cuenta que Karen tenía razón. Era casi al mediodía. "Está bien",

dijo ella, "vamos a comer entonces". De modo que tomó el bolso y se levantó de su asiento.

Empezó a andar y los demás la siguieron.

El grupo salía del aula cuando un chico que estaba sentado en la primera fila levantó la

cabeza. El chico cuyo nombre era Gregory Song, observó intensamente con los ojos llenos

de afecto cómo Debbie se marchaba.

En ese momento, lo que Gregory deseaba era asistir a la fiesta con Debbie.

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