Antes de llegar a la puerta, Megan cambió de opinión y se sentó en el sofá del estudio. Mirando a Carlos con admiración, dijo: —Tía Debbie, el tío Carlos habla inglés tan bien. Él solía enseñarme. Mis notas en inglés mejoraron enormemente gracias a sus clases.
Cuanto más hablaba, más irritaba a Debbie. '¡Qué cabeza hueca! ¿Es que no puede dejarnos solos? ¿Qué placer le saca a estar siempre de sujeta velas? ¡Siempre presumiendo de su relación con Carlos, una y otra vez! Tengo que poner fin a esto', reflexionó Debbie.
De repente, se le encendió una bombilla en la mente. Se abrazó al cuello de Carlos y le besó su pelo corto. Olía bien. —Cariño, he cambiado de opinión. Voy a buscar mi libro para que me des una breve lección mientras esperamos la cena. Supongo que a Julie y a mamá les llevará un poco más de tiempo cocinar lo que tienen pensado —dijo Debbie juguetonamente.
Carlos esbozó una sonrisa y le acarició el brazo con agrado. —Muy bien, ve a buscar el libro. Estaré aquí, esperando por ti.
—Por supuesto. Regreso en un minuto. —Antes de salir trotando a por el libro, Debbie le dio un beso en la mejilla.
Con los ojos llenos de afecto, Carlos vio cómo se alejaba su silueta. Cuando Debbie ya no estaba a la vista, Carlos se volvió hacia Megan y le dijo: —¿Por qué no vas a la sala a ver la televisión?
Con una linda sonrisa, Megan respondió: —Tío Carlos, me gustaría poder unirme a la tía Debbie para la lección.
Carlos se encogió de hombros ya que no fue capaz de encontrar una razón para rechazar su petición. Cuando Debbie volvió con un libro en la mano, Megan, aún sentada en el sofá, le lanzó una mirada desafiante.
—Tía Debbie, el tío Carlos ha aceptado que me una a ti para la clase —dijo aquello con expresión altiva, con el mentón y la nariz como sostenidos en el aire.
Debbie se enfureció instantáneamente, pero hizo todo lo posible por no perder la calma.
Justo en ese momento, se le ocurrió una idea. Con una falsa sonrisa, dijo. —Está bien. ¿Por qué no?
Sentado en el sofá con Debbie y Megan, una a cada lado, Carlos empezó la lección. Después de más o menos un minuto, Debbie le puso la mano en el regazo. Poco a poco iba ajustando su postura para ir acercándose cada vez más a él hasta que, finalmente, se apoyó en sus brazos.
De vez en cuando, le daba un beso en la mejilla o en el lóbulo de la oreja sin que Megan lo notara. Hasta ella se dio cuenta de que algo raro le pasaba a Carlos. Cuando finalmente terminó la clase, dijo: —Megan, ve a ver si la cena está lista.
Ella sabía que Carlos estaba intentando que se fuera para poder estar solo con Debbie. Y tampoco quería quedarse más tiempo y tener que ver a Debbie casi poniéndose íntima. Así que sin dudarlo un momento, se fue del estudio.
Carlos fue a cerrar la puerta y regresó donde estaba Debbie y antes de que ella pudiera decir una palabra, la presionó contra el sofá. —Seduciéndome, ¿eh?
La besó con intensa pasión, mientras sus manos pasaban por encima de su ropa despojándola rápidamente.
Aunque Debbie quería resistirse a sus intentos, no pudo. En lugar de luchar contra él, le dejó que se pusiera encima, con los brazos rodeándole la cintura.
Ella se mordió los labios para poder contener sus gemidos.
Después de unos treinta minutos, alguien llamó a la puerta. Una criada había venido para decirles que la cena estaba lista. —Entendido —respondió Carlos en voz baja. Debbie, que estaba atrapada contra el alféizar de la ventana, volvió la cabeza e intentó detener a Carlos.
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respira contigo
RomanceAmar y ser amada es lo que toda mujer sueña. Sin embargo, lo único lo que Debbie pide es el divorcio. Levaba tres años casada con un Carlos, un joven multimillonario a quien ni siquiera ha visto la cara. Cuando por fin decide poner fin su irónico m...