'¿Qué tengo que hacer para tranquilizarlo? Nunca me he tenido que rebajarme y complacer a alguien en la universidad.
Sin embargo, gasté un dineral en un regalo para él solo por hacerle feliz.
¿Por qué sigue tan enojado conmigo? ¿Gasté todo ese dinero en vano? Me parece que su actitud hacia mí no ha cambiado nada. No puedo seguir comprando regalos para hacerle feliz. No puede ser', reflexionó Debbie.
Carlos levantó una ceja y miró el tenedor que Debbie había arrojado a la bandeja de frutas sin inmutarse. 'Por fin no aguanta más. Solo quiero que se comporte como una ciudadana decente en la sociedad. ¿Es mucho pedir?'.
"Ve a tu cuarto. ¡Estás castigada por una semana!". Carlos desvió su severa mirada hacia ella.
'¿Castigada por una semana? ¡Estás de broma!'. Debbie se quedó paralizada por la sorpresa.
Ella hubiera preferido una reprimenda o una buena paliza en vez de encerrarla en casa.
"¡Me opongo!". Caminó hacia Carlos, haciendo pucheros intencionalmente.
¿Qué se opone? Esa expresión era desconocida para Carlos. Nadie se había atrevido a desafiarlo antes.
Sin dudarlo, lanzó una mirada fría a la chica delante de él y le dijo: "No ha lugar". Su tono sonaba aún más frío que la expresión en su rostro.
Por un momento Debbie quiso rendirse. A juzgar por la expresión de su rostro pensó que sería más fácil que el infierno se congelara antes de que él le retirara el castigo.
'Relájate. Respira hondo. No tengas miedo Es solo un tipo, un ser humano como tú', se consoló, tratando de calmarse.
Pero el hombre era tan intimidante y aterrador que le recordaba al mismísimo demonio.
"Carlos Huo, no quiero estar castigada por una semana. Me volveré loca", protestó Debbie.
"Si sigues actuando de esta manera, tus profesores son los que se volverán locos", respondió rotundamente sin siquiera mirarla.
"Oye, viejo, ¿no crees que estás siendo demasiado estricto? ¿Y por qué te importa tanto esto? ¿Por qué tienes que meter la nariz en todo?".
Carlos podía sentir cómo la sangre le iba subiendo a la cabeza, mientras su rostro se enrojecía de ira. Ya no era una niña. ¿Por qué se comportaba como si todavía lo fuera? Sus días de adolescente rebelde habían pasado hacía mucho tiempo, pero le parecía que aún estaba lejos de ser una adulta.
Debbie era lo suficientemente inteligente como para darse cuenta de que estaba enojado.
"Si me castigas, trepo por la ventana y me voy corriendo", continuó. De repente, Carlos se puso de pie, y se acercó a ella de manera intimidante. "Puedes intentarlo, si quieres desafiarme".
Carlos terminó la discusión allí y luego salió de la villa.
¿Desafiarlo? Eso no se atrevería. "¡Eh! ¿A dónde vas? Aún no hemos terminado", gritó Debbie. Ella intentó correr tras él, pero Philip la detuvo.
"Debbie, el señor Huo ha dejado claro que no se te permite salir de la casa por una semana". Philip miró a Debbie, quien estaba furiosa, y sintió pena por ella. 'Chica tonta', pensó para sus adentros.
Cuando el Bugatti Veyron salió de la villa a toda velocidad, Debbie lo miró con dureza, como si con su mirada intentara prenderle fuego al auto. Al final, por no ponérselo más difícil a Philip, regresó a su cuarto.
Solo habían pasado treinta minutos y ya estaba Debbie paseándose inquietamente por su habitación. Cuando trataba de encontrar una manera de escabullirse usando una cuerda, escuchó ruidos extraños que provenían de la ventana.
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respira contigo
RomansAmar y ser amada es lo que toda mujer sueña. Sin embargo, lo único lo que Debbie pide es el divorcio. Levaba tres años casada con un Carlos, un joven multimillonario a quien ni siquiera ha visto la cara. Cuando por fin decide poner fin su irónico m...