Megan lucía juvenil con su abrigo de cachemira rosa y zapatos blancos informales. Tabitha estaba encantada de verla. —¡Megan! ¡Has crecido! Déjame verte —dijo mientras le daba un cálido abrazo de bienvenida.
Tabitha estaba agradecida por lo que los padres de Megan habían hecho por Carlos, y amaba a Megan como si fuera su propia hija.
—Tabitha, ya tengo 18 años, ¿recuerdas? Ya soy adulta y no creceré mucho más —dijo Megan con timidez.
Divertida, Tabitha sonrió de oreja a oreja, tomó la mano de Megan entre las suyas y la acarició con cariño. La cercanía entre ellas entristeció a Debbie, que observaba en silencio en los brazos de Carlos. —Debbie, ¿tú y Megan se conocen? —preguntó Tabitha.
Conteniendo la amargura en su corazón, Debbie forzó una sonrisa y respondió: —Sí, nos hemos visto antes.
'Parecen una familia', pensó Debbie.
De repente, Megan soltó a Tabitha y corrió alegre hacia Carlos. Lo tomó del brazo izquierdo como si lo hubiera hecho un millón de veces antes y dijo con una sonrisa: —Tío Carlos, tía Debbie, lamento no haberlos saludado enseguida, ¡Estaba tan emocionada de ver a Tabitha!
Carlos liberó su brazo con amabilidad y le acarició el pelo con cariño. — Cada vez que ves a Tabitha, ignoras al resto —dijo.
Megan hizo una mueca juguetona y caminó de regreso a Tabitha. —Por supuesto, Tabitha me ama más que a nadie en todo el mundo —declaró con orgullo.
Carlos abrazó a Debbie con más fuerza y no respondió.
Debbie se quedó inmóvil, con las manos en los bolsillos, sintiendo el abrazo apretado de Carlos, apretó la tela con fuerza, con una sonrisa pintada en su rostro.
Nunca fue parte de su personalidad ser tan amigable como Megan, ser sociable y hacer cumplidos no era su punto fuerte. Se preguntó si Tabitha ya estaba decepcionada con ella.
—Entremos —dijo Tabitha, dándose vuelta, pero antes de que pudiera dar un segundo paso, Megan la agarró del brazo y exclamó. —¡Ay! Lo siento, Tabitha, me olvidé del hijo de mi amiga, está en mi auto. Su madre tuvo una reunión de última hora y me pidió que lo cuidara, pero realmente quería verte, así que lo traje conmigo, espero que no te moleste.
dicho esto, sacó la lengua con una mueca torpe.
Al oír que había un niño en el auto, Tabitha le dijo enseguida a los guardaespaldas: —Dejen que el niño salga del auto, rápido.
Cuando se abrió la puerta del auto de Megan, un niño con una chaqueta azul bajó de un salto. Llevaba un sombrero de punto negro y una pistola de juguete.
Al ver a los adultos, levantó la pistola de juguete y gritó. —¡Manos arriba, o les volaré la cabeza!
Carlos frunció el ceño ante la grosería del chico. Debbie no tenía experiencia en el trato con niños, pero se preguntó si debería participar.
Solo Megan levantó las manos y dijo: —Rey Jake, por favor, perdóname, ¿Qué tal si te llevo adentro donde hay unos deliciosos bocadillos?
Al oír que había bocadillos, el niño dejó su pistola de juguete y corrió hacia la casa gritando.
—¡Vamos! ¡A la carga! ¡Todos, a la carga con la comida!
En un instante estaba en la villa y fuera de la vista de todos.
Megan actuaba como si no hubiera nada malo con el comportamiento del niño, o tal vez estaba acostumbrada a ello.
Sin decir nada, tomó a Tabitha del brazo y entró con la señora sonriente a la villa. Debbie, por otra parte, pensó: 'Si nuestro hijo fuera tan malo, podría golpearlo todos los días'.
En ese momento, su esposo le susurró al oído: —Creo que deberíamos tener una niña.
Debbie se sonrojó y respondió mientras lo seguía adentro. —¿No dijiste que querías un niño?
—Temo que termine pegándole todos los días —dijo Carlos.
Debbie se echó a reír. No había duda de que tenían una conexión especial.
Su sonrisa le alegró el día a Carlos. —Voy a empezar a trabajar duro a partir de esta noche —dijo.
—¿Para qué? —preguntó Debbie mientras se cambiaba el calzado y ponía el de Carlos en frente suyo.
Carlos se los puso y respondió: —Para que te quedes embarazada de mi bebé.
Avergonzada por su coqueteo, Debbie lo pellizcó en el brazo y lo regañó. — Descarado.
Carlos se rió.
De pie en la sala de estar, Tabitha vio que los dos susurraban y se sonreían, se sorprendió bastante. No veía reír a Carlos así desde que era un adolescente.
Era evidente que no solo le gustaba Debbie, él la amaba. Tabitha pensó algo, con un gesto llamó a Debbie y le dijo: —Debbie, ven aquí.
Obediente, Debbie se acercó a ella y dijo dijo con dificultad: —Sí... mamá.
No era que no quisiera llamar 'mamá' a Tabitha, era solo que ella nunca antes había llamado a nadie 'mamá'. La palabra le era ajena y necesitaba tiempo para adaptarse.
Tabitha levantó la mano y estaba a punto de decir algo, pero de repente un grito de Megan la interrumpió. —¡Jake, baja! ¡No tienes permitido subir las escaleras!
Jake, que estaba subiendo las escaleras, volvió la cabeza hacia Megan y le hizo una mueca. —Intenta detenerme —dijo, y en cuanto terminó la oración, comenzó a correr de nuevo hacia arriba.
Megan miró incómoda a las otras tres personas presentes. Por último, sus ojos se detuvieron en Carlos. —Tío Carlos, ¿puedes subir conmigo y ayudarme a vigilarlo? Después de todo, está tu habitación allí arriba, me parece inapropiado subir por mi cuenta.
Carlos no contestó, pero tampoco le dijo que no. Cuando estaba a punto de subir, una mano lo agarró del brazo y lo detuvo; Debbie lo miró a los ojos y dijo:
—Déjame a mí, tú quédate con mamá.
¿Dejar que su marido subiera con Megan? ¡Ja! ¡No iba a permitir que Megan estuviera a solas con Carlos!
Sin embargo, Tabitha, sin darse cuenta de las preocupaciones de Debbie, sonrió e interrumpió suavemente: —Debbie, deja que Carlos vaya, me gustaría hablar contigo. —
Carlos sintió la incomodidad en su esposa, le acarició la mano para consolarla y luego comenzó a caminar hacia Megan. De repente, notó a la criada que les servía té. Se volvió hacia ella rápidamente y le ordenó: —Sube las escaleras y vigila al niño.
—Si señor Huo —respondió la mujer de inmediato mientras subía las escaleras. Entonces Carlos volvió con Debbie que, aliviada, se sentó junto a su suegra.
—Debbie, vine a toda prisa, así que no tuve tiempo de traerte ningún regalo.
Estas son reliquias de la familia Huo, Me gustaría dártelas. Cuídalas, ¿quieres? —dijo Tabitha mientras se quitaba el par de brazaletes de jade que llevaba puestos. Acercó a Debbie y los puso en su mano.
En realidad, Tabitha había preparado un regalo, pero eso fue antes de saber que Debbie era su nuera. Ahora que estaba al tanto, no creía que el regalo que había comprado fuera un regalo decente para su nuera, por lo que decidió no mencionarlo y darle los brazaletes de jade en su lugar.
Debbie estaba aturdida, sabía la importancia de esos brazaletes. Abrumada por la calidez y el nerviosismo que sentía, no sabía qué hacer. Miró a su marido, quien sonreía y le decía.
—Ya que mamá te los está dando, tómalos.
Debbie tenía los ojos enrojecidos cuando tomó los brazaletes de jade. —Gracias mamá, los atesoraré y los guardaré bien —prometió.
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respira contigo
RomanceAmar y ser amada es lo que toda mujer sueña. Sin embargo, lo único lo que Debbie pide es el divorcio. Levaba tres años casada con un Carlos, un joven multimillonario a quien ni siquiera ha visto la cara. Cuando por fin decide poner fin su irónico m...