Cuando el auto se detuvo, Debbie se arregló la ropa y el cabello. —Emmett, llegamos diez minutos tarde, ¿crees que alguien se dé cuenta? —preguntó ella.
Todo era culpa de Carlos, cuando Debbie estaba escogiendo un vestido, él se negó a colgar el teléfono e insistió en hacer una video llamada con ella.
Carlos escogió su vestido e incluso sus pendientes, era como si quisiera controlar todo el proceso. Además, él la había visto cambiarse y probarse cada vestido, eso había sido divertido. Había algunos secretos que un hombre nunca debería saber, por ejemplo, todo el ejercicio que tenía que hacer una mujer para que su cuerpo entre en un vestido, en conclusión, nadie debía enterarse de cuánto esfuerzo hacías para prepararte.
Por lo tanto, Debbie llegó al hotel diez minutos tarde, a pesar de ser una excelente conductora al volante de un automóvil deportivo.
—Está bien, no se preocupe por eso Sra. Huo —respondió Emmett, francamente aliviado de que se hubieran detenido. No había disfrutado el viaje hasta aquí, sino que más bien se preguntaba cuánto tiempo le tomaría dejar de temblar. Él salió del asiento del copiloto y corrió hasta el asiento del conductor, después de alisar su ropa, abrió la puerta para Debbie con una expresión seria en su rostro y le tendió la mano derecha. —Por favor Sra. Huo —dijo Emmett respetuosamente.Debbie volvió a ponerse los tacones, que se los había quitado y los había puesto a un lado mientras conducía, luego, puso su mano sobre la de Emmett con gracia y salió del auto.
El equipo de relaciones públicas conocía a Emmett como el asistente de Carlos, cuando vieron que él era tan respetuoso con la mujer que salía del auto, todos supieron que debía de tratarse de una persona muy importante. Carlos no escatimó en gastos para asegurarse de que las personas cercanas a él estuvieran bien atendidas y obviamente ella era una de sus personas más allegadas.En un par de tacones de 6 cm de altura, Debbie caminó cuidadosamente y un tanto nerviosa hacia el lujoso hotel, Emmett estaba a su lado y el equipo de relaciones públicas lideró el camino, dos guardaespaldas abrieron las puertas del vestíbulo y se mantuvieron en su lugar mientras ella entró. El jefe de Grupo Kasee acababa de pronunciar su discurso de apertura.
Pronto, todas las miradas se vieron atraídas por la mujer que acababa de entrar enfundada en un vestido de noche rojo. Debbie estaba sacando a relucir su lado atractivo, definitivamente, con ella aplicaba el dicho de: —Hermosas plumas hacen pájaros hermosos. —La mujer a la que miraban había sido maquillada y vestida por un estilista de talla internacional, nada más que lo mejor para la esposa de Carlos. Ni siquiera las divas de la sociedad y las actrices presentes en el evento le llegaban a los talones a la belleza y exquisito porte de Debbie.
Su cabello ya no estaba teñido de lila, sino de un color negro intenso como si fuera el plumaje de un elegante cuervo, recogido en una trenza de cinco hilos, estaba enrollado en la parte posterior de su cabeza, adornado por una horquilla en forma de tiara con diamantes incrustados.
Debbie se quitó el abrigo blanco que cubría sus hombros y se lo dio a su guardaespaldas, revelando por completo el vestido de noche rojo que había debajo, tenía mangas tres cuartos, un cuello alto y sus hermosas clavículas estaban parcialmente expuestas. El vestido era una obra ganadora de la medalla de oro de un importante diseñador de Milán. Múltiples gemas de cristal y diamantes lo adornaban de pies a cabeza, el diseño era suntuoso, pero al mismo tiempo discreto y conservador.
La piel de Debbie solía estar seca, pero gracias a su marido ahora era delicada y suave, ella tenía muy poco conocimiento sobre cómo cuidarla y por eso no lo hacía, pero ahora su rostro y cuerpo tenían un hermoso brillo satinado, además, sus mejillas estaban rosadas con una chispa de felicidad.
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respira contigo
RomansaAmar y ser amada es lo que toda mujer sueña. Sin embargo, lo único lo que Debbie pide es el divorcio. Levaba tres años casada con un Carlos, un joven multimillonario a quien ni siquiera ha visto la cara. Cuando por fin decide poner fin su irónico m...