La forma en que trataban a su esposa hizo que a Carlos le hirviera la sangre, caminó sombríamente como un asesino de almas y antes de que los dos hombres robustos pudieran darse cuenta, envió a uno de ellos al suelo, luego pateó al otro a un lado de la vieja cama.
Luego ayudó a Debbie a incorporarse y la abrazó, su cabello estaba hecho un desastre, con suavidad, él apartó el pelo despeinado de sus ojos y le preguntó en un susurro: —¿Estás bien? —Había algunos rasguños en el rostro de su mujer, preocupado de que pudiera dolerle, Carlos evitó tocarle la cara y solo sopló un poco de polvo.
Con lágrimas cayendo por sus mejillas, Debbie asintió para decirle que estaba bien. Carlos la mantuvo a una distancia segura de los dos hombres caídos, y luego caminó hacia ellos, levantó a uno de los sujetos, torció uno de sus brazos detrás de su espalda y luego, con un chasquido, le dislocó el brazo, el hombre sólo aulló de dolor.
Mientras Debbie sobaba sus muñecas, su marido rompía el brazo del otro hombre, ella se quedó impresionada cuando vio a Carlos derribar a los dos sujetos robustos tan rápidamente con sus propias manos. Al ver su ira, Debbie comenzó a preocuparse de si su marido los mataría, los delincuentes lloraron y gritaron como si fueran cerdos llevados a un matadero. Después de unos largos minutos que parecieron un siglo para los hombres, Carlos finalmente decidió descansar sus brazos y atender a su mujer, relajó las muñecas, ayudó a Debbie a levantarse y la sacó de la habitación. Cuando salieron, el encargado de la tienda estaba esperando a Carlos de rodillas, obviamente, se había dado cuenta de que había cometido un gran error al meterse con la persona equivocada.
—¿Qué fue lo que pasó? —Carlos le preguntó a su esposa con indiferencia.
Debbie se sorprendió ante la pregunta, como su marido había golpeado a los dos hombres sin decir nada, había pensado que nunca se molestaría en preguntar la causa del asunto.
'¿Acaso perdió la razón por mi culpa?', pensó ella por unos segundos. Luego señaló la hebilla con el símbolo de la paz en el estante y dijo:
—Me obligaron a comprar ese artículo y no me querían dejar ir a menos que les diera el dinero.
Carlos miró la hebilla y se quedó callado, su mujer continuó: —Me pedían 28.000 dólares, pero la verdad es que no vale eso, por supuesto que no la compraría. Luego me encerraron en esa habitación, también me arrebataron el bolso y quisieron cobrarme con la tarjeta bancaria, lo siento, quise decir, tu tarjeta.
Con sólo una mirada, su marido supo que la hebilla de la paz era falsa, ni siquiera valía 100 dólares, mucho menos 28.000 y lo peor era que habían tratado de obligar a su esposa a comprarla.
Él soltó la mano de Debbie, se acercó a la vitrina y la pateó tan fuerte que esta se derrumbó en pedazos, los falsos artículos de esmeralda que se mostraban dentro del estante se desmantelaron en un segundo.
Debbie se sobresaltó porque nunca había visto a su esposo arder de rabia, había visto muchas facetas de él esta noche.
—¡Destruye esta maldita tienda! —Carlos le ordenó a Tristán despiadadamente.
—Sí Sr. Huo —Tristán hizo un gesto a los hombres detrás de él y una docena de hombres se adelantaron y comenzaron a aplastar todo lo que tenían ante sus ojos. El encargado gimió y suplicó llorando, pero ¿a quién le importaba? ¿Quién se atrevería a cuestionar las órdenes de Carlos?
La puerta de la tienda permaneció cerrada todo el tiempo, así que aunque algunas personas escucharon el ruido en el interior, no sabían exactamente qué estaba sucediendo, por lo tanto, no había ningún extraño para presenciar los acontecimientos.
Mientras sus hombres estaban ocupados rompiendo la tienda, Carlos sacó a Debbie de allí, él y su mujer caminaban en la banqueta tomados de la mano, ambos mantenían la boca cerrada como para no perturbar la atmósfera inquietantemente silenciosa que los rodeaba.
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respira contigo
RomanceAmar y ser amada es lo que toda mujer sueña. Sin embargo, lo único lo que Debbie pide es el divorcio. Levaba tres años casada con un Carlos, un joven multimillonario a quien ni siquiera ha visto la cara. Cuando por fin decide poner fin su irónico m...