Los labios de Carlos se curvaron significativamente en el momento en que vio a su mujer, él entró a la habitación y cerró la puerta a sus espaldas, fue entonces cuando se dio cuenta de que Debbie llevaba una bata muy seductora.
Aparentemente, ella acababa de tomar un baño y ahora, se había puesto el camisón más cómodo y revelador que pudo encontrar.
Carlos tendría que ser el hombre más tonto del mundo entero para no entender su indirecta y más aún después de lo que acababa de hacer.
Con su nariz encantadora, sus perfectos glúteos y unos labios ardientes, esta chica podría hacer que su cerebro se quedara totalmente en blanco en un instante. Sin más preámbulos, él tomó a su esposa en sus brazos, bajó la cabeza y la besó en sus labios rojos y suaves, Debbie se puso de puntitas y le devolvió el beso apasionadamente.
Sin abrir los ojos, ella buscó en el bolsillo de su marido para buscar su teléfono, lo encontró fácilmente y agitándolo ante sus ojos, lo apagó.
Debbie amaba tanto a Carlos que ya no podía esperar más para entregarse a él, y lo más importante, ella no quería que Megan destruyera su noche romántica. De alguna manera, Debbie tenía la sensación de que Megan echaría a perder las cosas.
Carlos tomó el teléfono de la mano de su mujer y con total desprecio, lo tiró mientras la levantaba y la llevaba a la cama.
El ambiente era perfecto para su encuentro: la habitación estaba poco iluminada y una leve fragancia de rosas impregnaba el aire.
Él puso a Debbie cuidadosamente en su enorme cama redonda y se recostó sobre ella, su cuerpo temblaba como una hoja de nerviosismo y excitación. Con voz ronca, Carlos le susurró al oído: —Deb, jamás te dejaré ir —luego volvió a bajar la cabeza para besarla.
Debbie ya estaba fuera de la realidad debido al beso apasionado que habían dado minutos antes, aunque, de repente, algo se le ocurrió Ella cubrió los labios de su marido con la mano derecha y usó su mano izquierda para sacar algo de debajo de la almohada, era una caja de terciopelo, evidentemente cara, después abrió el estuche y el objeto en su interior hizo que él se quedará estupefacto.
—Carlos Huo, este anillo siempre será testigo de mi amor por ti, a partir de hoy, ¡serás solamente mío!
Debbie había trabajado duro en el bar durante los últimos meses con la única intención de comprar este anillo para su marido.
Ella creía el anillo sería aún más especial cuando lo comprara con el dinero que había ganado por sí misma.
Carlos estaba de mal humor porque Debbie le había adelantado en comprar un anillo primero, ignorando la amargura en el rostro de su esposo, ella deslizó la sortija suavemente en su dedo, le quedaba a la perfección.
Debbie estaba muy orgullosa por haber acertado en el tamaño de su dedo, antes de ir a comprar el anillo, ella esperó a que Carlos se durmiera y tomó su medida con una cuerda.
'Creo que muchas mujeres dejarán de molestarlo cuando vean su anillo', pensó para sí misma, complacida por haber sido tan astuta.
Carlos le apretó la mano con fuerza y trató de protestar: —Deb, ya sabes, generalmente....
Ella sabía muy bien que su esposo era muy orgulloso, así que se zafó de sus manos, lo asió por el cuello con ambos brazos y lo besó en la boca antes de asegurarle: —Cariño, no me digas que las chicas no deberían tomar la iniciativa en una relación, no lo creo ni por un segundo, además, mientras estemos felices, nada más importa, ¿cierto?
Carlos se quedó atónito por unos instantes, nunca había esperado que su esposa expusiera sus pensamientos de esa forma. Recuperándose, él sonrió y le besó su sedosa cabellera. — Tú eres la jefa esta noche, nena, soy todo tuyo, te pertenezco....
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respira contigo
RomanceAmar y ser amada es lo que toda mujer sueña. Sin embargo, lo único lo que Debbie pide es el divorcio. Levaba tres años casada con un Carlos, un joven multimillonario a quien ni siquiera ha visto la cara. Cuando por fin decide poner fin su irónico m...