By Tom
Eran las 4 de la mañana, estaba en casa de Arson, estaba haciendo una fiesta, la cual creo que se estaba saliendo un poco de control.
Había muebles dispersos por la casa la cual al principio estaban muy bien ordenados, vasos de plástico por el suelos, y la vajilla italiana con los bordes bañados en oro, y las cortinas todas por el suelo. Había un piano de cola que estaba bañado en vodka, ron, licores, y múltiples bebidas alcohólicas... Es decir, le estaban destrozando la casa.
Yo estaba con una chica con rasgos orientales la cual no me acordaba de su nombre, era flaca y con el pelo lacio y muy oscuro; llevaba una falda muy ajustada y un top de color plata que le cubría sus pequeños pero bonitos pechos.
-Tom, ¿vamos a la habitación?- me decía aquella chica mientras yo le iba recorriendo su cuello con mi boca hasta volver a llegar a sus labios.
Me levante como pude, iba un poco bastante mareadillo debido al vodka limón. Fui con es chica a la habitación.
By Bill
No se que pasaba pero no podía dormir, me había despertado hace un ratoy ya no podía volver a conciliar el sueño. Me di la vuelta hacia el lado de la mesilla que tenía un pequeño reloj y miré la hora.
Las 5:14 de la mañana, todo este rato llevaba intentando coger el sueño y solo dando vueltas a mi cama sin que surgiera nada de efecto. "Joder, vaya mierda" pensé cuando me di cuenta.
Me senté en la cama con la cabeza gacha, me rasqué los ojos y me levanté y fui dirección al salón, cuando estaba en el salón busqué el mando de la televisión y la encendí, dejando el volumen no muy alto para no despertar a mi madre.
Fui a la cocina, tenía bastante hambre, yo comía demasiado, yo estaba demasiado delgado para todo lo que metía en mi cuerpo.
Abrí la despensa y vi ese tarro que contenía mermelada de cereza y lo agarré, me llamaba, me decía cómeme, así que yo solo cumplía las suplicias de aquel bote apetecible. Me estaba haciendo un sandwich, cuando de repente escuché que se abría la puerta.
Estaba entrando Tom, pero a su voz la acompañaba otra voz distinta, no era la de Claire. Estaban haciendo demasiado ruido, salí alarmado. Escuchaba las risas de esa desconocida chica, eran bastante alta, salí de la cocina y me paré al frente de ellos.
-¿Podríais no hacer tanto ruido?- de repente se hizo el silencio, me miraban los dos fíjamente.
-¿Quién eres tú?- preguntó la chica de una manera desagradable.
-¿Qué te importa?- la chica miró a Tom como para que él me dijera algo.- vaya, parece que no sabes defenderte sola.
-Oye tío, aparta de mi camino, voy al baño.- la desagradable chica se metió a mi casa, mi pasillo, a mi baño. Que huevos.
-¿Se puede saber que haces?- le dije a Tom.
-¿Qué hago de que?- con ese tono chulo.
-Mira no me quiero meter en tu vida, pero la de mamá me importa y tu no solo no la estas apoyando, sino que haces que se ponga de quicio y la molestas y la preocupas, haz un poco de amago de hacer que te importa que es tu madre chaval.- Tom no se lo pensó ni dos veces, me cogió del cuello y me estampó contra la pared.
-Tu no me vas a decir lo que tengo que hacer.- seguía agarrádome del cuello.
-Si la mierda que haces le implica a nuestra madre, si lo haré, a mi sí me importa.- le dije sin escrúpulos.
-Tú te fuiste, hace años que desapareciste para mí, en mi vida, en mi casa, también desapareciste para mamá y para mi padre, aunque bueno para mi padre tampoco hay que decir mucho, tu solo eras una pequeña maricona que no sabía hacer nada, ni siquiera darle a un estúpido balón.-se acercó a mi oído y me susurró- así que aparta de mi camino mariquita, que yo no quiero tener problemas con nadie.- me soltó y fue directo a su habitación.
Me pasé las manos por mi cuello dolorido, estaba un poco rojo, seguramente me saldría moratones más tarde, quizás mañana... puto Tom, no había cambiado en absoluto desde la última vez. Me senté en el sofá y empecé a recordar...
Eran las 7 de la tarde, el cielo estaba anaranjado, yo estaba volviendo a casa, solito, cargando a mis espaldas la mochila con las cosas del colegio que me acababa de comprar mi mamá. Estaba pasando por un callejón, y de repente escuché a un niño llorar. Me asomé y vi a mi hermano y a sus amigos, metiéndose con aquel niño.
El niño era gordito, por ello lo apodaron "el jamón". El niño estaba llorando y un hilito finito de sangre bajaba desde su nariz. Me escondí detrás de una furgoneta que había aparcada en aquel callejón. Busqué algo para ayudar a aquel niño. Agarré una piedra no muy grande pero lo suficiente como para hacer daño. La sostuve con mi mano y la lancé.
-¡Dejarlo en paz!- les grité mientras lanzaba la piedra, ellos todavía seguían de espaldas.
-¡Ah!- gritó aquel chico castaño, se puso la mano en la cabeza, y se giraron todos rápidamente hacia mi.
-¿Qué haces aquí Bill?- dijo mi hermano con ese tono burlesco.
-¿Qué hacéis vosotros aquí? Le estáis haciendo daño.- me crucé de brazos abiertos.
-Maldito crío, me has hecho sangre, las vas a pagar...- dijo aquel chico, era dos años más mayor que yo y me doblaba en tamaño y altura.
-¡Tom!- le grité a mi hermano.
-Nono, lo siento pequeño Bill, tu te has metido en esto, parece que te gusta sufrir.- dijo mi hermano mientras me iba rodeando, me agarro del pelo y me estiró.
-¿Qué pasa no tienes suficiente con lo de todos los días?- dijo ese chico mientras hacía crujir sus dedos.
Tom agarró mi mochila.
-¡Dámela!- fui corriendo hasta Tom, el levanto la mochila y yo empecé a estirar de las mangas de su sudadera hacia abajo. Yo era realmente flojito, así que de un pequeño empujón, Tom me tiró al suelo haciéndome caer de culo.
Yo estaba en el suelo, y Tom empezó a abrir mi mochila.
-Veamos que te ha comprado mamá.- empezó a rebuscar en mi mochila.- anda que bonitos cuadernos.- los agarró.- y que bonito estuche, debe estar lleno de colores, vamos a utilizar el rosa que seguro que te gusta.- el chico al que le había tirado la piedra se reía todo el rato, en cambio el otro chico rubio era más calmado, solo miraba la situación sin decir nada.
Tom sacó un rotulador rosa, y empezó a escribir en mi cuaderno. "Bill, eres demasiado flojo y marica para mí."
-¡Para! Tom, me los acaba de comprar mamá.- yo me levanté del suelo pero ese chico moreno me agarró y me paralizó para que no me pudiera mover.
Tom vació mi mochila en el suelo y empezó a patear a mis cosas nuevas, recién compradas... Yo solo observaba en silencio sin poder hacer nada.
-Es tu turno muñequita.- dijo el chico castaño.- Gustav ven y agárralo.
El chico rubio, que parecía llamarse Gustav me agarró de los brazos y me puso cara hacia mi hermano y el chico moreno.
-Así aprenderás a no meterte donde no te llaman Billy.- dijo mi hermano de brazos cruzados, le hizo un gesto al chico moreno.
El chico moreno recibió el gesto, suponi que era como un permiso, así que el chico moreno me dio un puñetazo en la boca del estómago. Yo grité de dolor, y ese chico solo seguía y seguía dándome golpes dolorosos. Mientras yo iba desvaneciendo, vi a aquel chico gordito levantarse y empezar a correr, aquel por el que me había metido en esto, ni siquiera intentó ayudarme...
-¡Vaya! Parece que el jamoncito te ha abandonado.- se rio mi hermano.
Eran las 8 de la tarde, ya estaba el cielo oscuro, yo estaba tirado en el suelo adolorido. Estaba sucio. Llevaba ahí solo tirado un buen rato. Decidí levantarme, me costó un poco pero pude, mi labio sabía a sangre, escupí, y si, tenía sangre en el labio.
Empecé a colocar mis cuadernos, mi estuche y mis colores medio rotos y sucios dentro de mi mochila, que también estaba tirada en el suelo.
Con lo que me hizo solo por poner el bienestar de mi madre de primeras, me demostró que seguiría siendo el mismo, pero yo creía en el progreso. "Quizás solo está cansado" pensé, me negaba a pensar que Tom seguía siendo así, y le iba a dar las oportunidades que dieran falta.
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MI USO
Fanfiction(Novela) Bill, un chico el cual no estaba en su ciudad natal, debido a temas de estudios y otros asuntos personales, llevaba cuatro años fuera de casa. Su hermano era un chico ejemplar pero de un momento para otro cambió totalmente, y esa fue una de...