Rojo como el vino y el destino a su camino... END

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-¿Por qué estoy esposado?- pregunté con la mirada vacía en ella.

Ella me observaba desde su lado de la mesa al frente de mi, solo me miraba sin decir nada mientras respiraba hondo.

-Eres sospechoso de asesinato. De momento es por precaución.

En mi interior, esa frase formada por una combinación de letras parecía resonar de lado a lado en el fondo de mi cabeza. De manera inútil, de manera consciente...

Mis puños se apretaban hasta incluso hacer resonar mis nudillos.

-¿Y eso porqué?- solté con fuerza pero con un tono suave.

Ella miró a uno de sus compañeros, tenía las manos tras su espalda de manera tranquila y lo había estado ignorando desde que habían entrado a mi casa.

Él hombre se acercó y dejó en la mesa algo.

-¿Tienes algo que contarme, Bill?- mi mirada estaba pegada en la pequeña bolsa hermética que habían depositado frente a mi mirada. Mi ceño fruncido hablaba por mi mismo.

-¿Qué es esto?- pregunté.

-Tu tío Merlí tenía una propiedad en las afueras de la ciudad en un pequeño bosque, una cabaña concretamente. Fuimos a investigarla.

Se quedó en silencio nada más decirme eso.
-¿Y qué me quieres decir con eso? ¿Por qué soy sospechoso de un asesinato?

-¿Reconoces lo que hay en el interior de la bolsa?- me preguntó.

Y obviamente sabía lo que era...

Un guante de látex de limpieza azul, el que utilicé, o el que utilizó Tom.

-Un guante.- dije de manera seria.

Pero no dejaría que supiera que o yo, o Tom lo utilizamos.

-¿Fuiste a esa cabaña?

-No recuerdo haber ido recientemente.

-¿El guante es tuyo?

-No.

Ella cerró los ojos. Suspiró y se puso unos guantes muy parecidos, pero en otro color y limpios. Abrió la bolsa hermética y sacó su interior.

Le dio la vuelta a la incidencia.

-¿Ves esto Bill?- me señaló unas manchas negras en las puntas de los dedos del guante.- son manchas de esmalte negro.- me quedé algo petrificado.- ¿Te gusta la manicura en color negro?

. . .

Tenía su cuerpo pegado a mi espalda, mi pecho y mi mejilla estaban pegadas a la pared de la ducha, me tenía agarrado, con una mano me agarraba del cuello y con la otra me obligaba a abrir las piernas mientras me daba placer con su mano. Sus labios pegados a mi cuello mientras el agua de la ducha caía sobre nuestros cuerpos, confundiendo su propia humedad con la nuestra, me gustaba demasiado.

. . .

By Tom

Prendí un cigarro mientras esperaba, hacía frío, no tanto como en diciembre pero todavía tenía que soplar aire caliente en mis manos.
Lo bueno de ese callejón oscuro y vacío es que, aparte de la privacidad que necesitábamos ahora mismo para hablar este tema; impedía que el frío viento chocara contra mi cuerpo.

Los minutos pasaban, se hacían largos pero no podía hacer nada, caminaba de lado a lado en ese callejón, en bucle, pero paré de repente cuando escuché su moto y paró en la entrada de aquel, me observó y se quitó su casco. Le di una última calada y tiré el cigarro, que ya habían sido unos cuantos los que me había fumado.

MI USODonde viven las historias. Descúbrelo ahora