Cap 61 El eco del recuerdo

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By Bill

Agua.
Cielo.
Aire.
Elementos de la naturaleza, todas existen desde la explosión de la supernova, cuyo resultado fue esta roca con el núcleo todavía ardiente.
Nadie se cuestiona que hay más allá de esos elementos...

¿Más allá del agua?
Mares, lagos, océanos, pantanos, ríos... todos llenos de misterios y criaturas.
¿Y del aire?

¿Pero que pasa con el cielo?
En mi opinión es un elemento totalmente natural y precioso, en cada momento del día es bonito.

Cuando está de un tono azulado claro es precioso, los pájaros vuelan por él con libertad; cuando anochece más de lo mismo y las estrellas iluminan la tierra con su dureza, con su firmeza, con su claridad y su luminosidad.
¿Y cuando llueve? Sigue siendo igual de hermoso, con esos tonos grisáceos cuando las nubes deciden oscurecer y llorar.
Pero cuando atardece o amanece, es más precioso aún.

Pero hay un elemento que no he nombrado, el que aún no he dado nombre...

Fuego.

Quema, arde, calienta... es un bailarín etéreo que danza en la oscuridad con sus movimientos tan vivos, cambiantes y modificados. Sus destellos dorados iluminan esa oscuridad de la noche y a la misma vez susurran historias nostálgicas y despiertan el alma.
Como un amante apasionado, el fuego acaricia la madera, tejiendo un tapiz de luz y sombras que hipnotizan los sentidos, sus llamas danzan con gracia y poder y en su resplandor encontramos la promesa de la pasión de lo desconocido.
El fuego es un poema ardiente que canta al ritmo de las llamas, su eterna danza de luz y calor.

Y él sin ser fuego me hacía arder, y juro que esa sensación tan rara y a la misma vez tan divina nunca antes nadie me la había hecho sentir...

...

Andreas me había prestado su baño para poder asearme, y mientras estaba en la ducha con ambos brazos apoyados en esa pared fría pero caliente a causa del rebote del agua, me había dado tiempo a pensar muchas cosas, a la misma vez que me llegaran flashbacks de la noche de ayer...
...

Me miraba al espejo, me veía borroso a causa del vaho en él, decidí posar la palma de mi mano en él y escurrirla hacia un lado, dejando algo de claridad en él.

Me miro de nuevo, con la toalla puesta en mi cadera, la estrella se asoma por mi piel. También mi otro brazo luce diferente, hay nueva tinta en él. Pero también me observo a mí, veo a una persona triste y desolada, miro mi cara y veo que en la penumbra de mis ojos se esconde un mar repleto de melancolía, suspirando mi alma en silencio la tristeza de día tras día.

Siento que en un rincón donde habita mi corazón, la tristeza teje su manto oscuro, buscando la calma en medio del apuro.

Necesito que algo acompañe el sentimiento de soledad, ya que en las sombras la adicción también teje una red sin piedad, me ayuda o eso me hace creer, me aprisiona el alma y me enseña una vía escape en la oscuridad.
Mientras me seguía mirando en el espejo, el susurro del veneno acariciaba el silencio de ese cuarto de baño.

"Toc toc"

Alguien tocó la puerta, consigue sacarme de esa nube de pensamientos que se había posado sobre mi cabeza.

-Bill. ¿Todo bien ahí dentro?- esa pregunta proveniente de Andreas hace que me gire hacia la puerta, y en cuanto termina de pronunciarla vuelvo a mirar al espejo, medio temblando y suspirando.

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