El instante fugaz de aquel beso, apenas perceptible en el tejido del tiempo, se transformó en el origen de una danza pasional. Dos almas dispares, como polos opuestos que se atraían irremediablemente, se vieron envueltas en una suerte de complicidad clandestina que pronto se convirtió en un tórrido torrente de emociones.
Cada encuentro subsecuente era una mezcla de excitación y temor, como si estuvieran jugando con fuego en la penumbra de la noche. Se deleitaban en la adrenalina de lo prohibido, sumergiéndose en un laberinto de sensaciones desconocidas y desbocadas. La incertidumbre que los rodeaba alimentaba el fuego que ardía en su interior, cada mirada furtiva, cada roce accidental se transformaba en una verdad silente e inconfesable.
Con el pasar de los días, aquella relación clandestina se erigió como un rompecabezas emocional, un enigma que solo ellos comprendían. La magia del secreto era el pegamento que mantenía unidos a aquellos amantes improbables, mientras el mundo exterior continuaba ajeno a su atracción magnética. Cada momento compartido se convertía en una burbuja de tiempo, donde los relojes se detenían para dar paso a la pasión desenfrenada.
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Bajo la sombra protectora de un majestuoso manzano, que se alzaba en el borde de un abismo, los protagonistas de esta insólita historia, el demonio y el ángel, se encontraban una vez más. Jimin, con su candidez celestial, se acomodaba sobre el pecho de Jungkook, mientras este acariciaba con ternura los menudos y regordetes dedos del ángel.
En aquel instante, las enigmáticas alas que los distinguían como seres celestiales o infernales, permanecían ocultas, disimulando su verdadera naturaleza, para mimetizarse con la apariencia de simples mortales en caso de que alguien los descubriera.
-Ángel mío... -susurró Jungkook con una voz cargada de complicidad- ¿Quieres saber lo que descubrí por mera casualidad?
-¿Casualidad? Yo diría más bien que lo espiaste -respondió Jimin con una sonrisa traviesa, sabiendo que su amado demonio no podría resistirse a compartir su hallazgo.
Una risa ronca y seductora escapó de los labios del demonio, mientras atraía la mano de su amado hacia sus labios, depositando un suave beso en el dorso de esta.
-¿Te gustaría saber entonces? -preguntó Jungkook, sabiendo perfectamente que la curiosidad era una de las cualidades más resaltantes de su ángel.
El rubio asintió con entusiasmo, demostrando que, a pesar de su naturaleza celestial, también albergaba un espíritu inquisitivo.
-Descubrí que entre las frondosas ramas de este árbol, nuestros padres no podrían avistarnos ni emitir órdenes -susurró el demonio con complicidad-. Este podría ser nuestro refugio secreto, un espacio donde solo tú y yo compartamos nuestros encuentros.
La idea de un lugar oculto, donde su amor pudiera florecer sin interferencias, cautivó el corazón del ángel. Aquella revelación prometía un rincón donde su amor pudiera crecer libre de las ataduras que su condición divina e infernal imponían.
Jimin alzó su mirada hacia las ramas esplendorosas de aquel inmenso manzanar que se alzaba ante ellos, emitiendo una atmósfera casi mágica. El ángel no pudo evitar sentirse maravillado por la imponente presencia del árbol, cuyas ramas parecían extenderse hacia el cielo como brazos abiertos, acogiendo la luz del sol y el susurro del viento.
Con una chispa traviesa en sus ojos celestiales, el joven señaló las robustas ramas del árbol, que se entrelazaban como protectores guardianes. Su sonrisa inocente, propia de su naturaleza celestial, resaltaba su encanto y pureza, lo que hacía que incluso su demonio, Jungkook, quedara rendido ante su encanto.
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Nuestra historia entre tus dedos ‹𝟹 Kookmin ; 국민
FanfictionDonde JiMin es el ángel de bondad, siendo una criatura muy curiosa, decide bajar hacia el mundo de los humanos para observar de cerca su extrañas danzas. Se topa con el demonio de la lujuria, lo que solo provoca que entre ambos una conexión crezca...