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P.O.V Jeon Jungkook.

Ha pasado un mes desde que Jimin empezó a vivir bajo el mismo techo y nos ha pasado factura a ambos.

El frío del invierno lentamente ha abandonado las calles, dándole paso al jodido calor. Y no solo hablo del ambiente.

Jimin y yo a veces tratamos de cruzar nuevamente la línea, nos necesitamos. Nos sentimos abandonados por el otro en el sentido sexual, pero casi siempre soy yo el que detiene a mi ángel de continuar.

Es cierto que sus heridas parecen cien por ciento curadas pero, no quiero lastimarlo.

Me he estado conteniendo desde que él llegó a mi departamento, y estoy seguro de que cuando simplemente suceda, yo pierda el control.

Puedo ver en su mirada que se encuentra frustrado, yo también lo estoy. Únicamente nos damos besos, nos tocamos y masturbamos mutuamente, más no hay penetración. Ambos necesitamos saciar esa necesidad de estar unidos de forma física.

Levanté la mirada de mi portátil, él entró a casa dando un portazo en la puerta, se quitó de mala gana sus zapatos y entró dejando su bolso en el suelo camino hacia la habitación.

Tuvo problemas con el trabajo, quizás debería de ir a hablar con él.

Antes de ir hacia la habitación, fui hacia la cocina y preparé el té que tanto le gusta a él tomar, con las cucharadas perfectas de azúcar, a la temperatura adecuada y en su taza favorita para tomar el té.

Me acerqué a la puerta y con dos toques suaves, llamé a su nombre.

—¿Ángel? ¿Puedo entrar?

Él duró unos segundos en silencio, no pude evitar morder mi labio inferior. A veces me pone nervioso cuando se pone de mal humor. No me gusta verlo así. Realmente quisiera que él no tuviera que pasar por ese tipo de emociones.

—Sí... Entra.

Abrir la puerta y verlo sentado en el borde de la cama mientras miraba la ventana me hizo recorrer un escalofrío en el cuerpo. Me acerqué a él con cuidado y le ofrecí la taza. Él me miró y luego la tomó con cuidado, dando su primer sorbo, regalándome una sonrisa disimulada.

Hacer que sonría; listo ✅

Me senté a su lado, manteniendo el respeto a  su espacio personal, lo miré y pude notar como sus ojos verdosos adquirían un brillo hermoso.

—¿Un mal día? —pregunté con suavidad, no quería que él reaccionara mal.

—Un poco... Uno de mis pacientes que antes estaban bajo mi control, falleció hoy al medio día —formé una mueca en mi rostro, tratando de comprender la gravedad del asunto. Él puso la taza en la mesita de noche y me miró a los ojos directamente—. El señor Kang murió después de despedirse de mi...

Mis ojos se abrieron. ¿Es el mismo señor Kang que él me contó? Pude notar su rostro, está a punto de llorar.

Lo atraje hacia mi con cuidado, haciendo que él pueda sentarse en mi regazo para que yo pueda acariciar su cabello dorado y así lograr tranquilizarlo. Mi ángel me había contado que ese señor era especial para él, que no merecía haber pasado todo lo malo que lo llevó a llegar al hospital y que, sin embargo, gracias a eso, él pudo conocerlo y ayudarlo.

—Él ya podrá descansar aún mejor, cariño... Quizás estaba muy adolorido de todo.

Jimin asiente sobre mi pecho mientras siento que sus lágrimas mojan mi camisa, él se aferra a mi, y yo lo hago junto con él. Sé que le duele mucho.

Nuestra historia entre tus dedos ‹𝟹 Kookmin ; 국민Donde viven las historias. Descúbrelo ahora