—¡Jiminshi!
Un nudo de emoción atrapó la garganta de Jungkook, sus ojos castaños pasando de la figura que se aproximaba al hombre a su lado, Jimin. Como un pintor capturando un momento efímero, percibió cómo una sonrisa iluminaba los labios rosados del doctor, una sonrisa que encerraba un universo de alegría en su esencia.
El corazón de Jungkook palpitaba con un ritmo acelerado, como si una sinfonía de emociones estuviera siendo dirigida dentro de su pecho. Entonces, sin previo aviso, la escena cobró vida ante sus ojos.
Jimin, impulsado por un ímpetu que emanaba del núcleo de su ser, rompió en una carrera llena de determinación hacia el hombre que se acercaba. El rubio que se acercaba compartió su entusiasmo, sus brazos abriéndose de par en par en una bienvenida que aguardaba desde hace tiempo.
Los brazos de ambos rubios, como hojas que se mecían al viento, se extendieron y se encontraron en medio del pasillo. Un abrazo robusto y cálido los envolvió, como si el tiempo y la distancia no fueran más que una ilusión en ese momento compartido. Jungkook fue testigo de cómo sus cuerpos se fundieron con fuerza y ternura, una conexión que trascendía el espacio que los separaba.
—¡Seokjinnie! —la exclamación resonó en el aire, cargada de un afecto tan profundo como el océano y tan vívido como un rayo de sol en pleno verano.
Los ojos avellanas de Jungkook se abrieron en una expresión de sorpresa y asombro, como si las compuertas de la incredulidad hubieran sido derribadas de golpe. Ante él, no como una visión onírica o una quimera efímera, sino como una realidad tangible, se hallaba la figura que había cobrado vida en sus pensamientos.
El hermano mayor de Jimin, el ángel de la honradez, se erguía ante ellos. En su presencia, la serenidad que emanaba se fundía con el aura de integridad que lo rodeaba. No había dudas, no había margen para la incertidumbre. Era él, y la certeza llenaba el espacio como un faro luminoso.
Los dos blondos se desprendieron de su cálido abrazo, sus ojos encontrándose con una ternura palpable. Fue en ese instante cuando Seokjin desvió su mirada hacia Jungkook, quedando su semblante atrapado en un estado de petrificación momentánea. Un sutil temblor agitó su labio inferior, pero fue hábil en ocultarlo.
Debía verse bien enfrente de su hermano menor.
Jimin giró su atención hacia el castaño, su sonrisa ampliándose aún más como un arco iris después de la lluvia.
—Oh, Jungkookie, permíteme presentarte a mi voluntario predilecto, Kim Seokjin —indicó señalando a su compañero con un gesto afirmativo. —Jinnie, quiero que conozcas a Jungkook, a quien estoy cuidando.
—Un placer conocerlo.
—La sensación es mutua.
Mientras Jimin capturaba el incómodo tenor que empezaba a tejerse en el ambiente, no estaba al tanto de la dimensión verdadera de la situación en ese instante.
Quiso intervenir, pero su teléfono móvil vibró de manera urgente.
—Oh, disculpen un momento... —se distanció para contestar la llamada, era su íntimo amigo Hyunjin. —¿Hola? ¿Qué pasa?
—¡Jimin! Te necesitamos en el quirófano; uno de tus pacientes ha presentado apendicitis y necesita una cirugía de inmediato.
Los ojos verde esmeralda de Jimin se agrandaron como platos, su mirada recorriendo a los dos hombres.
—¡Seokjin! Lleva a Jungkook a su habitación, él te guiará. Tengo que partir —asintió el rubio, permitiendo que el doctor Park se apresurara a alejarse y dejara atrás aquellos instantes en su estela.
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Nuestra historia entre tus dedos ‹𝟹 Kookmin ; 국민
FanfictionDonde JiMin es el ángel de bondad, siendo una criatura muy curiosa, decide bajar hacia el mundo de los humanos para observar de cerca su extrañas danzas. Se topa con el demonio de la lujuria, lo que solo provoca que entre ambos una conexión crezca...