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La lluvia había comenzado a ceder, como si el cielo mismo estuviera expresando un suspiro de alivio. El corazón de Jimin, que había estado incomodamente inquieto, comenzó a relajarse junto con el ritmo suave de las gotas que caían. Por un momento, todo parecía estar en su lugar, las preocupaciones se desvanecían como las nubes que se dispersaban en el cielo.

Pero entonces, como una nota discordante en una melodía suave, una punzada aguda atravesó el pecho de Jimin. Su mano instintivamente se posó sobre su corazón, buscando calmar la incomodidad. Se sintió perdido por un instante, sin saber qué hacer más allá de sentarse en el sillón de su consultorio y tomar respiraciones profundas, como si el aire mismo pudiera calmar la inquietud que lo abordaba.

Hyunjin, notando la expresión de Jimin, se acercó con preocupación en sus ojos.

—¿Estás bien, Jimin? ¿Pasa algo? —preguntó con voz suave, su atención completamente centrada en el bienestar de su amigo.

Jimin agitó la cabeza ligeramente, una sonrisa forzada en sus labios mientras intentaba alejar las preocupaciones de la mente de Hyunjin.

—No te preocupes, Hyunjin. Solo fue un pequeño malestar pasajero, no es nada importante —respondió tratando de sonar convincente, aunque en su interior sabía que había algo más en juego.

Mientras permanecía sentado, su mirada se desvió hacia la ventana, observando las últimas gotas de lluvia que caían como lágrimas de los cielos. A pesar de su malestar, Jimin encontró consuelo en la serenidad que la lluvia traía consigo. Era como si las gotas limpiaran el aire, llevándose consigo las tensiones que habían estado pesando en su corazón.

El dolor finalmente comenzó a disiparse, como una nube oscura que se aleja para dar paso al sol. Jimin se puso de pie con renovada determinación, la sonrisa regresando a sus labios. Sabía lo que tenía que hacer.

Se dirigió hacia la habitación de Jungkook, sus pasos firmes y decididos. Cada paso era un paso hacia un futuro incierto, pero Jimin estaba dispuesto a enfrentarlo con valentía. La lluvia, que había sido su compañera en tantos momentos de reflexión y calma, parecía haberle dado un impulso de confianza.

La puerta de la habitación se abrió, revelando a Jungkook en su interior. La expresión de Jimin se suavizó al verlo, como si su presencia sola fuera suficiente para calmar cualquier inquietud que hubiera quedado en su corazón. Con pasos tranquilos pero decididos, cruzó el umbral de la habitación.

El suave tintineo de las risas se mezcló en el aire, como las notas de una melodía que destilaban calidez y familiaridad. Jimin, de cabellos dorados que caían en un suave derrame sobre su hombro, había ladeado la cabeza con curiosidad, sus ojos brillantes con una chispa de diversión mientras sus labios se curvaban en una sonrisa juguetona.

—Oh, Seokjinnie, sigues aquí —observó, la expresión en su rostro destilando cariño y una ligera sorpresa, como si estuviera encantado de encontrar al ángel allí presente en ese momento.

Seokjin, de cabellos rubio oscuro que enmarcaban su rostro con una suavidad casi etérea, correspondió a la sonrisa de Jimin con una propia. Se acercó al doctor con pasos tranquilos, su sonrisa adornada con una ligereza que irradiaba confianza.

—Sí, en efecto, estaba esperando a que llegaras para poder despedirme —respondió, su tono impregnado de una risueña complicidad.

La mirada de Jimin alternó entre Seokjin y Jungkook, como si hubiera captado la tensión que flotaba en el aire. Sin embargo, las palabras que compartieron y el tono ligero de su conversación parecían disipar cualquier inquietud. Aunque las circunstancias eran complejas, el vínculo que compartían se mantuvo intacto, y eso era palpable en cada interacción.

Nuestra historia entre tus dedos ‹𝟹 Kookmin ; 국민Donde viven las historias. Descúbrelo ahora