ʚ 41 ɞ

22 3 0
                                    

Los primeros rayos del sol se colaron sin permiso a través de las persianas, su luz acariciando el rostro de un Jimin dormido. Habían pasado una noche de pasión y amor, dejándolos agotados y completamente satisfechos.

El de cabellos dorados se despertó con una mezcla de sueño y satisfacción, sintiéndose un poco adolorido por la intensidad de la noche anterior. Los rayos del sol se filtraron a través de las persianas y acariciaron su rostro, incitándolo a abrir los ojos.

Sus párpados se movieron lentamente, revelando los bellos ojos esmeralda que adornaban su rostro lleno de pecas. Miró a su alrededor y un escalofrío recorrió su cuerpo debido al viento frío que se colaba por la ventana entreabierta. Jimin se acurrucó aún más bajo las sábanas, consciente de su completa desnudez.

—Buenos días... —susurró una voz suave y familiar.

El rubio dirigió su mirada hacia el lado derecho y encontró a Jungkook acostado a su lado. El castaño, con el cabello desordenado y también desnudo, lo miraba con ojos llenos de amor. Jimin se sintió abrumado por la intensidad de la mirada de su novio, y una tímida sonrisa se dibujó en sus labios.

—Buenos días, Kookie —susurró, sus ojos encontrándose con los de Jungkook en un instante lleno de amor y complicidad.

El rubio seguía sintiendo el frío penetrar en sus huesos, por lo que se movió hacia su novio en busca de calor. Descansó su cabeza sobre el pecho desnudo de Jungkook, sacándole risas que hicieron vibrar su cuerpo. Los dedos cálidos del castaño acariciaron su espalda desnuda con dulzura, mientras su mejilla se apoyaba en el cabello dorado del pecoso. En ese momento, el tiempo parecía detenerse, y ambos se quedaron en silencio mientras se contemplaban mutuamente, perdidos en el amor que compartían.

—Kook...

Jungkook bajó la mirada y se encontró con los ojos verdosos de Jimin mirándolo fijamente. Cada vez que Jimin le miraba de esa manera, sentía que su corazón latía con más fuerza, y su amor por él crecía aún más.

—¿Sí, amor? —respondió Jungkook con ternura.

Jimin, curioso, no pudo evitar preguntar. —¿Qué fue lo que te regaló mi mamá ayer?

Una sonrisa traviesa se formó en los labios de Jungkook, haciendo que las mejillas del rubio se tiñeran de un hermoso tono rosado. Jimin sabía que esa sonrisa podía significar cualquier cosa, y estaba ansioso por descubrirlo.

—Me regaló un bote lubricante.

Los ojos del rubio se abrieron desmesuradamente y sus mejillas se tiñeron de un rojo intenso. Se separó ligeramente del abrazo de su novio y boqueó en completa sorpresa.

—¿¡En- en serio!? —chilló, incapaz de ocultar la vergüenza que lo invadía. Jungkook no pudo evitar reír ante la reacción de Jimin y trató de quitar su mano del rostro de su chico.

—Amor, no es para alarmarse. Tu madre parece tener un sentido del humor bastante peculiar.

—¡Ni me lo digas! —El castaño rió y tomó la mano de su novio entre las suyas, tirando suavemente para que su ángel se recostara sobre él. El contacto de sus cuerpos los reconfortó, y Jimin sintió cómo la vergüenza cedía ante el cariño y la intimidad que compartían.

Con el rubio sentado sobre su abdomen, Jungkook acarició con dulzura la mejilla sonrosada de su novio y sonrió, como si nada importara en ese momento.

—Además, no es como si no le hubiéramos dado su primer uso... —comentó el mayor con naturalidad, girando hacia su derecha para mirar hacia el suelo. Allí yacía el bote de lubricante, casi por la mitad.

Nuestra historia entre tus dedos ‹𝟹 Kookmin ; 국민Donde viven las historias. Descúbrelo ahora