ʚ 45 ɞ

22 2 0
                                    

Poco a poco ese tinte rojizo sobre sus manos e incluso brazos estaba yéndose gracias a la fricción entre el agua, jabón y sus manos. Jungkook lleva más de cinco minutos en esa tarea, la sangre de su ángel abandona con algo de dificultad su piel.

Está en uno de los baños del hospital, puesto que un médico malgeniado llegó a la habitación y los sacó, porque es una habitación donde no deberían haber visitas, exceptuando a los médicos que entran y salen.

Una vez que al menos ya no se notara tanto aquel rojizo sobre su piel, se secó y salió del baño, siendo esperado por Nara, quién está sentada mientras bebe chocolate caliente. Según ella, para calmar los nervios y que quizás le brinde un poco de sueño.

—Ah, ya se ve más limpio —la mujer le sonríe y Jungkook asiente ante ello. Ambos ahora no saben que hacer, la idea era que se quedaran cuidando a Jimin toda la noche pero, en vista a lo que pasó, tendrán que irse a sus casas y regresar el día siguiente—. ¿Quieres algo de chocolate? Está muy rico.

—Gracias, pero no me apetece comer o tomar algo ahora —se sienta al lado de su suegra y suelta un largo suspiro, uno que llama la atención de la mujer.

—¿Qué sucede?

—Quería quedarme esta noche junto a él, revisar que todo estuviera bien —confiesa, mirando a algún punto en la pared blanca de aquel pasillo.

La castaña asiente con un ligero puchero. Ella también lo siente igual. Incluso había buscado algo de ropa para ella y su pequeño por si tenía que cambiarse pronto, un pensamiento tonto, pero no la culpen, la pobre no sabía que hacer. Ella le mira, toma sus manos y las acaricia con dulzura, una que no se compara con ninguna, es el amor de una madre.

—Te ofrezco ir a dormir a nuestra casa, puedes darte una ducha y allá tienes algo de ropa que Jimin ha ido robándose en silencio —ella ríe y Jungkook le sigue, sintiéndose algo cálido en ese momento—. Puedes dormir en la habitación de Mimi.

—¿De verdad?

Nara asiente con una sonrisa tierna, simple pero acogedora, una que enciende en una calidez el corazón de Jeon, quién la mira y sonríe de igual forma.

Nunca sintió el abrazo de una madre, las palabras dulces que de esos labios podrían salir, ni una risa que encienda sus mejillas con vergüenza porque le ha dicho alguna anécdota que él considera tonta. Nunca extrañó eso, porque nunca lo vivió. Envidia a Jimin de buena forma, porque su madre siempre a estado ahí para él, lo amó y lo apoyó.

Y él tuvo a su padre, pero a la vez no. Que estuvo ahí, pero solo en las buenas, siendo un interesado en el dinero y en sus propios bienes y eso, lo lástima mucho.

Sin embargo, ahora que experimenta esa sensación con la madre de su novio, sonríe, porque quiere seguir sintiéndose de ese modo. Sentirse feliz solo porque esa mujer le sonríe, lo abraza y le dice que estará ahí para él.

Porque Jungkook ahora la considera como su madre, y ella lo considera como su hijo.

ʚɞ

—No mentías cuando decías que Jimin se había llevado alguna de mis ropas... —Jungkook mira con ojos grandes como algunas de sus camisas para dormir e incluso shorts suyos estaban doblados en el clóset—. Ya decía yo que donde había metido estos, son mis favoritos —dice mientras toma entre sus manos una gran camisa de color negro, una que le queda extremadamente grande y no quiere imaginarse como le quedará a Jimin.

La mujer apoyada en el marco de la puerta se rió y asintió. —Me sorprendió mucho verla en la ropa sucia, luego él me explicó que era tuya porque la usaba para dormir, según él, aún tiene tu aroma.

Nuestra historia entre tus dedos ‹𝟹 Kookmin ; 국민Donde viven las historias. Descúbrelo ahora