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Los días fueron sucediendo con su normalidad, quería decirse a si mismo Namjoon.

Lograba hacer sus tareas en el manicomio sin ninguna dificultad anteriormente pero ahora, era algo diferente. Algo no lo dejaba realizar su trabajo con normalidad.

Estás maldito.

Apretó sus ojos con fuerza y negó con su cabeza. Desde que tuvo esa visita inoportuna del supuesto "Satanás" no ha dejado de escuchar voces en su cabeza. Unas más fuertes que otras, pero siempre le dicen lo mismo.

Estás maldito.

Namjoon suelta su suspiro número noventa del día. Han pasado unas semanas desde que el hombre lo visitó y pues, según él, lo de las voces tiene una explicación, y esa es su subconsciente. Es decir, se siente culpable, y que el pálido de la vez pasada le tocara la frente hace que esas voces se activaran.

Sí, esa debe ser la razón.

Tenía una hora de descanso en el jardín del lugar, casi siempre está leyendo allí o pintando porque realmente no le apetece jugar a la pelota como los demás reclusos hacen. Prefiere estar algo calmado, no gastar su energía física. Además, las voces lo distraen demasiado cuando está en movimiento, es por eso que solo se limita a algo sin esfuerzo.

—La muerte te acecha.

El pelinegro voltea a mirar hacia sus espaldas, allí de pie hay un hombre de edad, viendo con ojos abiertos la pintura que en ese momento el moreno estaba realizando. Su cuerpo temblaba, su labio inferior parecía sufrir un terremoto, y se le veía realmente tenso.

—¿Disculpa?

Los ojos grises del hombre se dirigieron a los de Namjoon, allí como si tuviera todo un caos en su cabeza, le gritó y señaló.

—¡Maldito! ¡Está maldito! —la voz cruzó su cabeza como un rayo, provocando un dolor de cabeza insoportable, uno que lo hacía cerrar los ojos y acariciar ligeramente su sien.

Dos guardias se acercaron cautelosos, viendo como el hombre mayor empezaba a perder los estribos lentamente.

—¿Qué sucede aquí?

—¡Él está maldito! ¡Tiene la marca de satanás en su cuerpo! —Namjoon abre los ojos y mira desconcertado al hombre —. ¡La muerte lo acecha!

Los demás reclusos comenzaron a acercarse, los guardias de los alrededores empezaron a vigilar aún más el lugar por si alguno de ellos se volvía loco sin sentido alguno. Los dos hombres de diferente traje se hicieron a las espaldas del hombre viejo y llamaron su atención, sin embargo, él seguía gritando y señalando a Namjoon como el hombre que porta la marca de Satanás en su cuerpo.

Entre pataleos, el señor fue controlado prontamente por los enfermeros del lugar, y luego evacuaron a los demás reclusos a sus habitaciones.

Namjoon iba con sus ojos abiertos y sus manos juntas, ¿o sea que él está más loco porque le cree al viejo esquizofrénico que le gritó que estaba maldito? A su cuerpo un escalofrío recorrió lentamente. Lo hizo temblar hasta que llegó a su habitación, la cuál estaba misteriosamente fría en esa tarde.

—Oiga, ¿no podría prender la calefacción aquí? —se dirige al guardia que lo acompañó mientras lo veía cerrar la puerta. Aquel lo ignoró por completo y se fue, dejando al moreno con la puerta en la cara. Namjoon bufó—. Idiota.

Nuestra historia entre tus dedos ‹𝟹 Kookmin ; 국민Donde viven las historias. Descúbrelo ahora