ʚ 32 ɞ

17 3 0
                                    

La puerta se abrió, revelando a un Jimin sonriente y notablemente tímido. Jungkook le devolvió la sonrisa y le permitió entrar. El trayecto desde el hospital hasta su departamento solo le había llevado diez minutos, lo cual le sorprendió un poco, aunque sabía que su hogar estaba cerca del hospital en el que Jimin trabajaba.

Entraron en la sala, y Jimin se dejó caer en el sofá con un suspiro de alivio.

—Huele delicioso, ¿hiciste limpieza cuando llegaste? —preguntó, impresionado por el estado de su departamento.

—Sí, me dediqué a ordenar todo. Había dejado el lugar hecho un desastre... —mintió Jungkook con sutileza, y Jimin le creyó. Se sentó a su lado, y ambos compartieron una sonrisa risueña—. ¿Cómo te fue en las últimas horas?

—¡Me fue bien!

El rostro de Jimin se iluminó con una amplia sonrisa que hacía que sus ojos se entrecerraran, dándole un aspecto adorable tipo mochi. Jungkook se derretía ante esa expresión y deseaba verla en Jimin para siempre.

El castaño se acercó lo suficiente como para rodear al rubio con un abrazo por los hombros, rozando sus narices con cariño y dulzura. Jungkook no pudo resistirse y robó un breve beso a Jimin, quien lo miró con una sonrisa encantadora. Intercambiaron más besos cortos y tiernos mientras se abrazaban.

Cuando finalmente se separaron, Jimin se estiró y se quejó, sintiendo el cansancio en su cuerpo. Sus pies le dolían, ya que en casa ayudaba con las tareas y en el hospital estaba en constante movimiento. Sentía que podría desmayarse en cualquier momento.

—¡Me duelen los pies! —se quejó nuevamente, moviendo sus pies en círculos. Jungkook lo miró con preocupación, pero una sonrisa se formó en sus labios.

—¿Quieres que te dé un masaje?

Los ojos esmeralda de Jimin brillaron como miles de estrellas, lo que hizo que Jungkook sonriera aún más ampliamente. Asintió con una sonrisa en los labios, incapaz de rechazar una oferta tan tentadora.

Jungkook se levantó y se dirigió a su habitación mientras Jimin se quitaba las medias y las guardaba en sus bolsillos para no perderlas después. El castaño regresó a la sala y se sentó de nuevo en el sofá, esta vez poniendo los pies de Jimin sobre su regazo. Tomó una cantidad generosa de crema corporal y comenzó a masajear el pie izquierdo, provocando halagos y suspiros de relajación por parte del médico.

Jimin apoyó la cabeza en una almohada del sofá, cerrando los ojos y dejándose llevar por el masaje que su chico le estaba dando. Aunque no estaba en sus planes, definitivamente no lo rechazaría. Estaba disfrutando cada momento.

—¿Qué crees que haya pasado con tu padre? —preguntó Jimin con una pizca de curiosidad, aunque sabía que era un tema delicado para Jungkook.

—Está en prisión —respondió Jungkook de manera directa, haciendo que Jimin abriera los ojos de golpe y levantara la cabeza para mirarlo.

—¿En serio? ¿Por qué?

Jungkook detuvo sus movimientos y encontró la mirada inquisitiva de Jimin, que lo evaluaba detenidamente.

—Porque finalmente decidí denunciarlo —respondió Jungkook después de un breve silencio, continuando con los masajes en el pie de Jimin.

Jimin se quedó inmóvil, observándolo y procesando la información. No se había dado cuenta desde el principio, pero Jungkook parecía agotado y, al mismo tiempo, feliz.

—Quiero hablar de eso contigo —agregó Jungkook, atrayendo nuevamente la atención de Jimin.

—¿Estás seguro?

Nuestra historia entre tus dedos ‹𝟹 Kookmin ; 국민Donde viven las historias. Descúbrelo ahora