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Pronto llegaría a su hogar, deslizándose en las sombras con sigilo para evitar perturbar el apacible sueño de su hermano, Seokjin. La oscuridad que envolvía la vivienda confirmaba sus expectativas; su hermano descansaba plácidamente, sumido en el abrazo de los sueños.

Con pasos silenciosos y pies descalzos, ingresó en su propia habitación. El cansancio y la agitación lo acompañaban, haciendo que se dejara caer en la cama con los ojos bien abiertos y el pulso aún acelerado.

-Por mi padre... ¿Qué ha sido eso? -susurró, llevando sus manos hacia sus mejillas, que estaban ardientes y sonrojadas. El rostro del ángel de la bondad, impregnado de un encanto natural, se veía aún más tierno bajo esa luminosa piel.

La mente del ángel revolvía entre pensamientos y emociones, tratando de descifrar la complejidad de aquel encuentro con el demonio. Había sido un encuentro cargado de tentación y peligro, una experiencia que lo había sacudido hasta lo más profundo de su ser.

El corazón del ángel palpitaba con fuerza, recordándole que había sucumbido a una emoción desconocida y prohibida. Se preguntaba si había hecho lo correcto al resistirse o si, en cambio, debería haberse dejado llevar por esa atracción desafiante.

Sin embargo, la esencia celestial de Jimin lo impulsaba a seguir fiel a su deber, a mantenerse en el sendero de la luz y la bondad. A pesar de las inquietantes emociones que lo embargaban, sabía que debía permanecer firme en su misión de proteger a los inocentes y velar por el bienestar del mundo.

Con un suspiro, cerró los ojos, permitiendo que la calma se adueñara de su ser. Aunque su encuentro con el demonio había sido turbulento, también había sido revelador. Había despertado en él un cúmulo de preguntas e incertidumbres, pero también había encendido una chispa de curiosidad y anhelo.

Mientras la luna iluminaba su habitación, Jimin se dejó llevar por el dulce abrazo del sueño, sabiendo que al día siguiente seguiría siendo un ángel de la bondad, pero también consciente de que aquella experiencia lo había marcado para siempre. En lo más profundo de su corazón, sabía que el destino aún tenía muchas sorpresas reservadas para él y para aquel ser oscuro que lo había desafiado.

Así, envuelto en el manto de la noche, el ángel de la bondad se sumergió en un mundo de sueños y reflexiones, sin saber que su encuentro con el demonio había sido solo el comienzo de una historia épica que trascendería los límites de los mundos celestiales y demoníacos, desafiando la mismísima esencia de su existencia.

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-¿En dónde estabas, Jeon Jungkook? -inquirió con voz ronca el hermano mayor, quien observaba con recelo al nombrado desde la penumbra de la habitación. La escasa luz de la luna se filtraba tenuemente, añadiendo un aire misterioso a su reino infernal.

El demonio de la lujuria, Jungkook, dirigió su mirada hacia el rincón oscuro, donde su hermano, el demonio de la pereza, lo esperaba con una sonrisa ladina. Aunque estaba acostumbrado a la oscuridad, podía sentir la intensidad de la mirada de su hermano clavándose en su piel.

-¿Te interesa? -respondió con indiferencia, haciendo caso omiso a la tensión en el ambiente.

-Claro, soy tu hermano después de todo, imbécil. -La sonrisa del demonio de la lujuria se ensanchó, mostrando un atisbo de diversión. Se acercó lentamente mientras hablaba. -Papá preguntó por ti durante la cena. ¿Qué carajos estabas haciendo, eh?

Jungkook encogió los hombros, manteniendo su actitud despreocupada, lo que pareció irritar aún más a su hermano mayor.

-Que fastidio tener que moverme tan rápido, de verdad -susurró el demonio de la pereza cerca del rostro de Jungkook, cuya expresión no cambió ni un ápice ante la amenaza implícita. -Repito una vez más, sabes que no gozo de paciencia. ¿Dónde-carajos-estabas?

Nuestra historia entre tus dedos ‹𝟹 Kookmin ; 국민Donde viven las historias. Descúbrelo ahora