ʚ 43 ɞ

29 2 0
                                    

Faltan tan solo dos días para que sea año nuevo, y la actividad en el hospital es un verdadero desastre. Jimin se quiere arrancar sus bonitos rizos de oro pero no lo hace solo por no caer en la locura.

Cómo lo había predicho, en la noche buena hubo muchos accidentes de quemados, habían más de cincuenta reportes de niños quemados en sala de emergencias y todo el hospital andaba en apuros. Le hubiera gustado regresar y encontrar todo tranquilo, pero era algo que, sencillamente, todo el personal sanitario esperaba.

Soltó su suspiro número seis del día, mientras comía una dona de arequipe y leía un caso clínico, uno que se le hacía familiar.

—¿Aún no has podido localizar a los familiares del señor? —pregunta después de que termina de masticar el postre, levantando su mirada esmeralda y observando a aquel enfermero que tenía al frente.

—No, doctor Park, parece ser que desaparecieron de la faz de la tierra...

Jimin frunce el ceño y es enseguida que lo que está comiendo le da un mal sabor. Sigue sin creer como puede haber gente así de mala en el mundo. No tiene idea de cómo a las personas de ese tipo les cabe en la cabeza abandonar a un adulto mayor en la carretera, mal herido, hambriento y casi que muriendo. Eso es simplemente no tener corazón.

—Lo trasladaron hace muy poco de su habitación, ¿verdad? —el chico pelinegro frente a él asiente—. ¿Sabes dónde está ahora?

—Creo que escuché decir al doctor Bang que había sido trasladado a la habitación trece del pasillo nueve.

El doctor rubio asiente y se levanta de su asiento, siendo perseguido por el practicante que estaba siendo su auxiliar en ese momento. Caminan unos cuantos pasillos antes de que Jimin choque con el pecho de uno de los doctores, todo por andar distraído hablando con el joven.

—Disculpe —dice rápidamente, alzando la vista, encontrándose con Namjoon quién le mira con los ojos grandes—. Ah, doctor Kim.

—Jimin... —sus labios carnosos se entreabren y sus mejillas se pintan de un ligero rosa pálido, sin embargo, este color se desvanece una vez que mira detrás del rubio, notando la presencia del auxiliar—. ¿Ocupado con los practicantes?

—No son una molestia, de hecho, son de gran ayuda y están aprendiendo mucho, ¿no es así, Will? —se voltea para ver al pelinegro, quién se sonroja y solo asiente debido a su timidez. Jimin se devuelve a Namjoon y parpadea un par de veces—. ¿Has visto por ahí al doctor Bang? —el moreno niega. Jimin suspira y asiente ante ello.

No pasa mucho para que ambos se despidan y puedan continuar su camino. Una vez que llegan al pasillo nueve, llegan a la habitación trece y tocan tres veces, recibiendo una invitación para entrar.

—Buenas tardes, señor Kang~ —dice Jimin apenas entra, sonríe amplio, logrando que el adulto mayor sonría con él y se sienta cómodo—. ¿Cómo se encuentra el día de hoy?

—Buenas tardes doctor Park, me llena de regocijo tenerlo por aquí —el hombre toma las manos pálidas y llenas de pecas del doctor y las acaricia como siempre lo ha hecho. A Jimin no le molesta, en cambio, le hace sentir feliz, porque sabe que se ha ganado la confianza del señor—. Me siento muy bien, estoy comiendo todo lo que las enfermeras me traen y siento que soy joven de nuevo.

El rubio ríe por el comentario del señor y asiente con una sonrisa que llena de vida a más de uno que la mirase.

—Usted sigue siendo joven, y me alegro de que sea así —el hombre canoso asiente y suelta la mano del doctor para acomodarse en su asiento. Jimin se dirige hacia Will y pone su mano sobre el hombro del pelinegro—. Evalúa como está hoy, sus signos vitales, escribe en la planilla si encuentras algo fuera de lo común, ¿de acuerdo? —el joven asiente—. Yo estaré mirando.

Nuestra historia entre tus dedos ‹𝟹 Kookmin ; 국민Donde viven las historias. Descúbrelo ahora