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La voz ronca de Jungkook resonó en la habitación, atrapando la atención del rubio que yacía junto a él en la cama. Jimin lo miró con una sonrisa suave cuando escuchó las palabras de su novio.

—No te vayas aún...

Habían pasado la noche juntos. Jimin había decidido quedarse a dormir en el apartamento de Jungkook debido a un turno nocturno que lo mantuvo más tiempo en el hospital de lo previsto. Compartieron una cena agradable, danzaron un poco en la pequeña sala de estar y finalmente se habían acurrucado en la cama, disfrutando de la cercanía y el calor del otro.

La idea de tener que separarse en la mañana no era del todo agradable para Jungkook, y eso quedó claro en su voz melosa. Jimin suspiró con cariño, consciente de las responsabilidades que lo esperaban.

—Debo levantarme, Kookie... —respondió Jimin con ternura mientras acariciaba el brazo del castaño.

Jungkook, sin embargo, no estaba listo para dejar ir a su ángel. Lo atrajo hacia sí, envolviéndolo en sus brazos como una cuchara. Su rostro se acercó al cuello de Jimin, donde un pequeño lunar habitaba, y comenzó a dejar pequeños besos en esa zona, haciendo que la piel del rubio se erizara y una risa juguetona escapara de sus labios.

La mañana podía esperar un poco más. Jimin se sintió tentado a quedarse un poco más en la cama, disfrutando de los afectuosos mimos de su amado Jungkook.

Los minutos pasaron sin prisas mientras Jungkook continuaba sus suaves besos en el cuello de Jimin. El rubio suspiró, perdiéndose en la deliciosa sensación de los labios cálidos de su novio rozando su piel. Cada beso era como una caricia eléctrica que enviaba escalofríos por su espalda.

Finalmente, Jungkook detuvo sus caricias y levantó la cabeza para mirar a Jimin con ojos brillantes llenos de amor y deseo.

—Solo unos minutos más, ¿por favor? —murmuró Jungkook con una sonrisa traviesa.

Jimin no pudo resistirse a esa mirada, y asintió con una sonrisa igualmente juguetona. Se acercó más a Jungkook, sus cuerpos fundiéndose en un abrazo apretado mientras compartían dulces besos y risas suaves.

El tiempo pareció detenerse en ese pequeño rincón de su mundo, donde solo existían ellos dos y el amor que compartían. No importaba que el reloj continuara su marcha implacable; en ese momento, estaban completamente absortos el uno en el otro, disfrutando de la calidez de su amor y la felicidad de estar juntos.

El sol entraba tímidamente por la ventana de la habitación, iluminando suavemente la escena en la que Jimin y Jungkook seguían abrazados, disfrutando de esos minutos extra en la cama. La calma y la serenidad llenaban el ambiente, como si el mundo exterior hubiera desaparecido por completo.

Jungkook comenzó a acariciar la espalda de Jimin con movimientos suaves y reconfortantes. Era una caricia que transmitía amor, cariño y gratitud por tener a su ángel en sus brazos. Jimin, por su parte, cerró los ojos y dejó que la sensación lo envolviera, sintiéndose amado y seguro en los brazos de su novio.

Pasaron unos minutos en silencio, disfrutando de la paz que solo se encuentra en los momentos compartidos con alguien especial. Finalmente, Jimin rompió el silencio con un susurro suave.

—Kookie...

Jungkook levantó la cabeza para mirar a Jimin, con curiosidad en sus ojos.

—Sí, amor.

El rubio sonrió, acariciando la mejilla de su novio con ternura.

—Gracias por hacer de cada día algo especial. Por llenar mi vida de amor y felicidad.

Nuestra historia entre tus dedos ‹𝟹 Kookmin ; 국민Donde viven las historias. Descúbrelo ahora