ʚ 07 ɞ

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-Lo ví todo.

El salón quedó sumido en un silencio sepulcral cuando aquellas palabras penetraron en el aire como dagas afiladas. El eco de la confesión resonó, envolviendo a los presentes en una atmósfera tensa y cargada de misterio.

El rostro del rubio, que había ostentado una apariencia despreocupada, se contrajo ante el temblor que lo invadió, su mirada se desvió por un instante hacia el suelo, buscando refugio en la solidez de sus pensamientos. Era obvio que aquella revelación lo había tomado por sorpresa, y ahora, enfrentaba la ardua tarea de encontrar las palabras adecuadas para responder.

-¿Q-qué viste? -murmuró finalmente, tratando de ocultar la incertidumbre que lo invadía.

La figura enigmática que había pronunciado aquellas acusaciones permaneció impasible, su mirada sosteniendo la del rubio con firmeza. Había algo en esa persona, algo que delataba un pasado compartido, conexiones entrelazadas en una red que se extendía más allá de la comprensión humana.

-Te vi, con ese demonio, Jimin -volvió a decir, sus palabras cargadas de un tono sombrío y tristeza contenida.

La sonrisa que había adornado el rostro de Jimin, el ángel de la bondad, desapareció de golpe, dejando tras de sí una estela de melancolía. Aquel era su temor más profundo, ser descubierto por alguien de su misma especie. Los ángeles, guardianes de la pureza y los valores celestiales, eran seres cuyo deber primordial era proteger el orden del universo y los destinos de los mortales.

Pero ahora, un dilema insoslayable se alzaba ante él. La sombra del amorío prohibido que mantenía con el demonio de la lujuria había sido revelada, y no podía ignorar la gravedad de la situación.

Las miradas se entrecruzaron, y un nudo de emociones complejas se formó en el corazón de Jimin. Por un lado, el deseo de proteger su amor, aunque pecaminoso, y por otro, el deber inquebrantable que le imponía su condición de ángel.

-Yo... -titubeó, pero las palabras se negaron a fluir con facilidad.

Sin embargo, antes de que pudiera intentar explicarse, la otra presencia tomó la palabra, su voz firme y cargada de convicción.

-Debes alejarte de él -sentenció, sus ojos brillando con la intensidad de quien ha visto los designios del cielo y no permitirá que sean corrompidos.

El ángel de la honradez, Seokjin, hermano mayor de Jimin, había tomado la decisión de enfrentarse a la situación. Su corazón se debatía entre el deber hacia su hermano y el deber hacia el universo que juró proteger. La pureza y la lujuria se encontraban en polos opuestos, y la tentación de entregarse a lo prohibido amenazaba con socavar los cimientos de su sagrado deber.

Jimin bajó la mirada, completamente sorprendido por las palabras de su hermano. El peso de la verdad y la gravedad de la situación lo abrumaron, haciéndolo sentir más pequeño y vulnerable de lo que jamás había experimentado. El ritmo acelerado de su corazón era casi ensordecedor, como si tratara de escapar de su pecho.

Negó con la cabeza, incapaz de mantener la mirada de Seokjin. Sabía que enfrentar la verdad sería doloroso, pero no podía negar lo que estaba sintiendo. Su voz tembló mientras intentaba explicarse, luchando contra las lágrimas que amenazaban con brotar.

-No puedo... No puedo alejarme de él, Seokjin, yo... Lo amo, amo a Jungkook -sollozó, sintiendo cómo una lágrima rebelde surcaba su mejilla.

El ángel de la honradez, Seokjin, negó con seriedad, enfrentando la insolencia de su hermano en ese momento. A pesar de la tensión en el ambiente, trató de mantener la calma y la comprensión.

-Jimin, debes entender que esta atracción hacia Jungkook es peligrosa y prohibida. Él es el demonio de la lujuria, y su presencia solo puede traer caos y desequilibrio al universo. Nuestra misión es protegerlo, y eso incluye alejarnos de la tentación que él representa.

Nuestra historia entre tus dedos ‹𝟹 Kookmin ; 국민Donde viven las historias. Descúbrelo ahora