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En la habitación se podía sentir la tranquilidad de la mañana, los pájaros cantaban cerca de la ventana, el sol entraba con cuidado por las cortinas, el aire acondicionado apagado pero el aire frío aún estaba espaciado en el ambiente era sumamente perfecto.

Jimin soltó un suspiro en medio de su sueño, sus manitas pecosas buscando al lado de su cama el cuerpo de su novio pero, no lo halló. Abrió sus ojos y aquellos verdosos botaron un lindo destello al reflejar el sol en ellos. Miró por toda la habitación, estaba solo.

Se levantó y buscó entre la ropa tirada en el suelo, algo para cubrir su desnudez, para al final optar por ponerse la camisa de su novio del día anterior, la cual le quedaba grande y le llegaba hasta la mitad de sus muslos, que conveniente.

Salió de la habitación y rápidamente el aroma a café haciéndose y tocino llegó a sus fosas nasales, haciendo que su estómago gruñe por el hambre. Sus ojos viajaron hacia la espalda de Jungkook, la cual estaba cubierta de arañazos por toda su extensión, y sonrojó. La noche anterior se dejaron llevar por la pasión.

Se acercó y lo abrazó por detrás, haciendo que el castaño se asuste por el repentino abrazo.

—Huele muy bien.

Jungkook ríe y asiente, moviendo de un lado a otro mientras aza un pan tajado.

—¿Qué tal dormiste anoche? ¿Te duele algo, cariño?

—Sí... Me duele un poco la espalda baja, pero ya se me va a pasar —Jimin ríe a lo último, frotando su nariz en la espalda de su chico, dejando besos en cada una de las heridas hechas por él—. Estás muy marcado aquí atrás.

—Tú fuiste el culpable de eso~

Las mejillas del rubio se encendieron en un color rojizo, se sigue avergonzando de que su chico diga ese tipo de cosas aunque sean verdad. Sigue sin acostumbrarse a ser descarado después de haber estado en la cama con su novio.

Su relación sencillamente necesitaba eso, retomar la vida sexual, porque fue de forma inmediata que la tensión entre ellos desapareció y todo volvió a ser como lo recordaban.

Por la mañana desayunaron, acompañados de risas y malos chistes que Jungkook le contaba para sacar esa risa a su chico que tanto lo volvía loco. Se bañaron juntos, se besaron y tocaron, quizás estuvieron un poco más juntos como la noche anterior. Por la tarde salieron a almorzar a un restaurante que Jimin quería y fueron a visitar a Nara y Chaeyoung, las cuales le tenían una sorpresa a ambos.

—¡Kookoo! —Jungkook sonríe amplio y entre sus brazos la pequeña niña rubia llega corriendo, haciendo que él la tome y la cargue para dar vueltas con él, haciéndola reír—. ¡Te extrañé mucho!

Jimin miró todo desde lejos con la boca abierta, actuando como un ofendido por lo que ha dicho su hermana.

—¿Solo lo extrañaste a él? ¡Chae, soy tu hermano! ¡Debiste extrañarme más a mi! —todos rieron por su pequeño berrinche, parecía un niño pequeño.

La mujer castaña llegó a la sala con una sonrisa amplia, su ropa era cómoda pero también fresca, se había cortado un poco más el cabello por el calor y lo tenía recogido con una diadema, todo para que el cabello no se le vaya para el frente.

—Mi pequeño —se dirigió a Jimin y dejó un beso en su mejilla pecosa—. Me alegro tanto que estés aquí, y a la vez estoy algo nerviosa —sincera la mujer, riendo con nervios, logrando que el rubio enarque una ceja.

—¿Nerviosa? ¿Por qué?

Nara miró a Jungkook y él le devolvió la mirada, él tampoco sabe nada pero puede detectar que la mujer está actuando muy extraña. La pequeña Chaeyoung se echó a reír por el actuar de su mamá, ella definitivamente sabe algo. Se removió y logró que Jungkook la bajara al suelo, tomando una mano de su hermano mayor y una de su pareja, mirando a ambos con una sonrisa.

Nuestra historia entre tus dedos ‹𝟹 Kookmin ; 국민Donde viven las historias. Descúbrelo ahora