ʚ 23 ɞ

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—Yo... Creo que interrumpo —Jimin tropezó con sus propios pies, pero logró mantenerse en pie al aferrarse al soporte del suero con fuerza.

Jungkook sintió como si el tiempo se ralentizara, como si cada latido de su corazón fuera un eco prolongado. La sorpresa adornaba su rostro, mientras la figura de Jimin, en toda su inesperada presencia, se convertía en una imagen que debía asimilar.

Aferrado por la sorpresa, Jungkook intentó zafarse de los brazos que lo rodeaban, una reacción automática que se convirtió en un intento infructuoso cuando los ojos de Jimin, ceñidos por un entrecejo fruncido, lo retuvieron en su lugar.

—Jimin, espera —logró articular, pero las palabras se quedaron suspendidas en el aire, incompletas. Aunque su instinto anhelaba explicaciones, su ángel ya había girado sobre sus talones y estaba abandonando la habitación a pasos acelerados.

El eco de la puerta al cerrarse resonó en los oídos de Jungkook, un sonido que parecía marcar el comienzo de un cambio irreversible. El latido apresurado de su corazón fue eclipsado por una extraña punzada en su pecho, una sensación incómoda que desafió cualquier intento de ignorarla.

El chico de cabello castaño claro, ladeó la cabeza, sus ojos buscando respuestas en la expresión de Jungkook. La pregunta que flotaba en el aire, cargada de curiosidad e impresión, era ineludible.

—Hey, Jungkook, ¿quién es ese? —inquirió Taehyung, su tono lleno de asombro. —¿Tu ligue de hospital?

La imagen de Jimin se reflejaba aún en la mente de Jungkook, como una melodía inacabada que continuaba sonando en sus pensamientos. Su rostro, mezcla de sorpresa, confusión y algo más profundo, se volvió hacia el castaño claro, antes de regresar al punto de enfoque en su propia mente.

El castaño liberó un suspiro y se apartó de los brazos de su mejor amigo, su mirada se tornó severa, una defensa enmascarando algo que no estaba dispuesto a revelar tan fácilmente.

—Es más que eso, Taehyung —respondió finalmente.

Sin perder tiempo, Jungkook decidió ir tras los pasos de Jimin, movido por un impulso ineludible. Cada paso resonaba con el eco de sus pensamientos enredados mientras recorría los pasillos, buscando la figura de Jimin en cada esquina. Finalmente, lo encontró, en una escena que lo detuvo en seco.

Jimin estaba de pie cerca de una ventana, hablando con Namjoon, el médico residente que siempre parecía irradiar optimismo. La voz de Namjoon era cálida y alentadora, y en su mano sostenía un gran ramo de flores, un estallido de color en medio de la monotonía de los pasillos del hospital.

—Ánimo, Jimin. Eres un luchador —El psicólogo expresó con una sonrisa amistosa mientras extendía el ramo hacia Jimin.

La visión de ese gesto generoso hizo que una emoción incómoda se apoderara de Jungkook. Sus cejas se fruncieron involuntariamente, y un nudo inexplicable se formó en su pecho. Aquella simple escena parecía encapsular todo lo que había estado tratando de ignorar, todo lo que había quedado sin resolver entre él y Jimin.

Jimin aceptó las flores con gratitud en su mirada, y aunque no podía escuchar sus palabras, la conexión entre ellos era palpable. Jungkook observó en silencio mientras Namjoon hablaba con Jimin, sus corazones y mentes compartiendo un momento que él, de alguna manera, estaba excluido.

El sentimiento de celos se agudizó, un torrente de emociones que Jungkook luchaba por comprender. La irracionalidad de sus pensamientos lo tomó por sorpresa, sus reacciones chocando con su usual control emocional. Era una amalgama de deseo, envidia y autoconciencia, una tormenta interna que amenazaba con hacer añicos las defensas que había construido.

Nuestra historia entre tus dedos ‹𝟹 Kookmin ; 국민Donde viven las historias. Descúbrelo ahora