Con la luz del amanecer filtrándose tímidamente a través de las cortinas, Jimin abrió los ojos al alba, aunque su alarma aún no había lanzado su llamado matutino. Una sensación de aprensión pesaba en su pecho, como si el destino hubiera tejido nuevos problemas en su camino.
La noche anterior había sido un trance intranquilo para él, con el recuerdo de Jungkook, aquel atormentado paciente cuyo intento de suicidio aún resonaba en su mente sin tregua. Los minutos y las horas se habían desvanecido en una danza interminable de pensamientos inquietantes.
Sentado en el borde de la cama, Jimin dirigió su mirada hacia los pies de esta, donde descansaba su fiel compañera felina, Toffee, una bola naranja de pelos que destilaba calidez y ternura. Acariciando con suavidad el lomo del gato rubio, Jimin lo saludó con una sonrisa cariñosa, acompañada de ronroneos de regocijo por el saludo matutino. -Buenos días, Toffee. ¿Descansaste bien? -murmuró, permitiéndose compartir con su fiel amigo un rastro de la agitación que lo había atormentado durante la noche. -Espero que, al menos tú, hayas tenido un sueño apacible. A diferencia de mí.
La felina respondió con un ronroneo a su caricia, mientras Jimin esbozaba una sonrisa. Toffee parecía haber tenido un reparador sueño, ya que cuando él llegó a casa, la encontró plácidamente dormitando.
Con cuidado, Jimin se levantó y siguió su rutina matutina, aseándose y vistiendo ropas cómodas, ya que le esperaba un turno nocturno.
Al salir de su habitación, fue recibido con efusividad por su hermana menor, quien lo abrazó con fuerza.
-¡Mimi, buenos días! -la voz chillona de la niña de diez años llegó a los oídos de Jimin.
-Buenos días, Chaeyoung~ -respondió él, abrazándola y dejando un beso en su rubia cabellera -¿Dormiste bien?
-¡Sí! ¿Hoy me llevarás a la escuela, verdad?
-Chae, deja a tu hermano, seguro está cansado de ir y venir del hospital -intervino la voz de su madre desde la puerta de la cocina. Jimin la miró con una sonrisa comprensiva y negó -Yo puedo llevarte.
Los tres se acomodaron en sus asientos alrededor de la íntima mesa redonda, donde un delicioso desayuno los aguardaba pacientemente.
La niña de cabellos rubios abrió los ojos con asombro y frunció el ceño de manera notable, cruzando los brazos en un gesto de descontento.
-Siempre me llevas tú. Quiero que me lleve Mimi.
La mujer de cabello castaño dejó escapar un suspiro visible y dirigió su mirada hacia su hijo mayor, Jimin, quien le respondió con una mirada comprensiva antes de tomarla de la mano y acariciarla con dulzura.
-Todavía eres joven, mamá. No te estreses por cosas insignificantes o te saldrán canas.
-Vaya, mira quién habla -reprendió la mujer, dándole una suave palmada en el dorso de la mano a Jimin, lo que provocó una risa juguetona mientras liberaba su mano -Mejor vamos a comer antes de que se enfríe.
Jimin rió con ternura y se acercó a la mejilla de su madre para dejarle un cariñoso beso.
Compartir el tiempo con su madre y su hermana siempre lo sumergía en un profundo sosiego, desvaneciendo las preocupaciones laborales y las distracciones mundanas. Solo su mente se inmersa en la visión de cómo debería vivir junto a las personas que ama.
Ama...
Sin embargo, a pesar de los años compartidos con su madre y su hermana, persiste un rincón en su corazón, un espacio que permanece vacío.
No comprende por qué, se ha preguntado en repetidas ocasiones si tiene que ver con la muerte de su padre, pero ha llegado a la conclusión de que no es la causa.
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Nuestra historia entre tus dedos ‹𝟹 Kookmin ; 국민
FanfictionDonde JiMin es el ángel de bondad, siendo una criatura muy curiosa, decide bajar hacia el mundo de los humanos para observar de cerca su extrañas danzas. Se topa con el demonio de la lujuria, lo que solo provoca que entre ambos una conexión crezca...