Omega

Capítulo 4

—¿Crees que con ponerle tu cara de tonta al señor Demian lograrás que te meta en su cama? — espetó Alina irritada.

—¿Disculpa?— se mostró ofendida — ¿De qué estás hablando? Yo solo hice mi trabajo.

—No te quieras hacer la inocente conmigo, sabes bien de lo que hablo — refutó, y se acercó a ella para darle un leve empujón — Pero escúchame bien, me he esforzado mucho para que él me note, así que no dejaré que una estúpida como tú se atraviese en mi camino y me lo arrebate.

—Yo en ningún momento he tenido otras intenciones con el señor, así que no me vengas con amenazas — replicó tajante y la empujó de vuelta.

Alina gruñó furiosa y de nuevo empujó a la pequeña lobita y esta vez la hizo caer de nalgas.

—Ve a moverle la colita a otro — dijo con desdén — Bueno, aunque lo hicieras, nadie querría meterse contigo. Eso sería vergonzoso — rio divertida.

Esto hizo rabiar a Nova que rápidamente se abalanzó sobre la bella rubia de un brinco, comenzando un fuerte forcejeo entre gruñidos, golpes y tirones de pelo hasta que Alina tomó su forma híbrida y le lanzó un poderoso golpe en el vientre que arrojó a Nova un par de metros más adelante.

La pequeña Omega se levantó con dificultad, sosteniéndose sobre sus brazos mientras un hilo de sangre escurría de su boca, no podía pelear por más que lo deseara, lo único que tenía de su lobo era una inútil cola de pelaje gris y blanco que ahora hacía un curioso bulto bajo su falda y cuya única función era la de hacer reír a todo el pueblo y esa Omega de pelaje marrón y de casi dos metros, que le gruñía amenazante mostrando los colmillos. No tenía oportunidad, por lo que solo le quedó agachar la cabeza aceptando su derrota y entonces Alina volvió a su forma humana.

—La próxima vez te destrozaré la cara.

Fue lo último que dijo antes de regresar por donde vino, dejando a una Nova adolorida y humillada. Escupió la sangre que se le había acumulado en la boca, su colita desapareció y luego se palmeó el cuerpo para asegurarse que todo estuviera en orden. «Todo bien.» afirmó para sí con alivio.

Se levantó soltando un quejido suave debido al dolor aún presente en su vientre y lentamente comenzó a caminar rumbo al viejo garage, molesta y con el autoestima por los suelos. Por otro lado, sentía pena por Alina que creía que con tener sexo con el señor Demian Richter cada semana algún día lograría enlazarlo y entonces dejaría de ser una Omega y tendría una mejor vida, cuando en realidad solo era una de las tantas hembras en su lista de pasatiempos.

Alina no sería la primera ni la última Omega en intentar enlazarse con uno de rango superior. Otros en el pueblo lo han intentado también, hombres y mujeres por igual, siempre mostrándose tan serviciales y sumisos ante la presencia de algún candidato, ya sea Beta o Intermedio, hasta lograr meterse en sus camas cada noche y haciendo uso de todos sus encantos y artimañas tratarían de formar el tan ansiado lazo que los liberaría de una vida de leal servicio. «Qué tontería» se dijo Nova, pues las veces que esto había resultado podían contarse con los dedos de una mano.

Podría intentarlo si así lo quisiera, sin embargo ella no era como esos Omegas, aunque sabía que eso probablemente la sacaría de la horrible vida que llevaba, pero no deseaba tener que estar abriéndole las piernas a cualquiera. Además, la rubia tenía razón, nadie querría estar con una licántropo incompleta y mucho menos formar el lazo que los uniría para toda la vida; incluso si no estuviera prohibido que entre Omegas se relacionaran y formarán el lazo, la rechazarían por igual. Gruñó con rabia y se encerró en el garage solo para arrojarse sobre su cama y perderse en un profundo sueño.

No muy lejos de ahí, al otro lado de la cerca que protegía aquella propiedad, oculto en la oscuridad del denso bosque, un enorme licántropo de brillantes ojos, uno azul y otro verde, se había detenido a mirar a la tierna chica de cabello azabache adornado con un bonito mechón blanco que refunfuñaba algo entre dientes y cuyo cuerpo despedía un exquisito y virginal aroma que lo hacía gruñir profundo y desear tenerla entre sus garras.