—Alina está muerta.
Anunció la Omega de cabellos castaños que ayudaba a Nova a descolgar las sábanas y la ropa del señor antes de que se soltará la fuerte lluvia que se veía venir. El cuerpo de Nova se tensó, sabía perfectamente lo que había pasado con la rubia, pero debía mantener la calma y aparentar no saber nada.
—¿Qué… sucedió? — murmuró.
—No lo sé — respondió sin mirarla — Hallaron su cuerpo en el bosque y no hay sospechosos — suspiró resignada — No todos corremos con la misma suerte que tú; de no ser por el señor Demian también estarías muerta.
Nova no respondió y su compañera tampoco volvió a comentar nada. Terminaron de poner la ropa en cestas y las llevaron adentro. Ninguna de ellas notó que Rigel, que en su forma lobuna, las estuvo observando desde lo alto de un enorme árbol cercano.
La noche ya había caído cuando vio a la lobita salir y correr bajo la lluvia hasta el garage. Esperó unos minutos más antes de bajar de un salto y aterrizar dentro de la propiedad, sacudió el agua de su espeso pelaje negro y volvió a su forma humana.
Nova llevaba días pensando en lo que empezaba a sentir por el señor Demian; era igual a lo que sentía hacia Rigel. ¿Era posible sentir atracción por dos machos? ¿Y por qué tenía que pasarle a ella? Esas preguntas se disiparon cuando alguien llamó a su puerta. Quedó sorprendida al ver que se trataba de Rigel, mojado hasta los pies.
—¿Qué haces aquí? — preguntó desconcertada.
—Necesito hablar. ¿Se puede?
La joven asintió con la cabeza y lo dejó pasar. Le tendió una toalla para que pudiera secarse y fue a sentarse en la cama.
—¿Qué pasa?
—El Alfa me propuso formar parte de la manada, pero yo… no estoy muy seguro de eso.
—¿Te irás?
Rigel notó la tristeza en su voz y se sintió culpable por imponer su libertad antes que a ella. Exhaló un suspiro y se arrodilló frente a ella para poder verla directamente a los ojos.
—No quiero dejarte — acarició su mejilla — pero no sé si alguien como yo encaje en este pueblo.
La lobita le miró confusa.
—Me gustas, Nova — confesó — y sé que yo también te gusto.
No hubo respuesta pero estaba en lo cierto, Nova se sentía muy atraída por él desde la noche en que fueron al bosque a mirar las estrellas, pero jamás le pasó por la mente que Rigel llegara a descubrirlo. ¿Acaso la forma en que correspondió su beso la delató? Negó rápido con la cabeza, pero no hizo el menor esfuerzo por apartarse.
—Te equivocas… — murmuró nerviosa.
—Los instintos no mienten… — se acercó a olfatear su cuello — tu aroma se vuelve más atractivo cuando estoy cerca…
Nova sintió sus mejillas arder y sin ninguna resistencia dejó que el trigueño la recostara en la cama y le lamiera el cuello erizando su piel. Sus ojos se encontraron con los brillantes ojos bicolor del chico y se sintió como una pequeña y apetitosa presa a la cual él no iba a dejar escapar. Rigel la besó en la boca con una pasión tan desenfrenada que se atrevió a explorar el interior de esa boca con la lengua.
Nova se quedó sin aliento y la humedad de su entrepierna aumentó cuando Rigel dejó al descubierto su enorme y fuerte torso, recibiendo con más fuerza su atractivo aroma a tierra mojada. Sintió vergüenza cuando el joven le abrió el camisón y la miraba a detalle ya que a diferencia del pulcro cuerpo de él, el suyo tenía múltiples cicatrices de diferentes formas y tamaños. Los ojos de Rigel brillaron de deseo y no demoró en pasar la lengua por entre sus pequeños pechos hasta su cuello y luego volvía a bajar y se desviaba hacia sus rosados y endurecidos pezones para darles el trato especial que merecían, haciendo a la lobita jadear. Estaba perdida.
Un pequeño grito escapó de la boca de Nova cuando una mano se aventuró al interior de sus bragas y un dedo hacía presión sobre su clítoris y luego se movía en pequeños círculos con el fin de hacerla derramar su miel al máximo. El excitante aroma de la Omega picó fuerte en la nariz del trigueño haciéndolo gruñir desde lo más profundo de su ser mientras una palpitante y dolorosa erección crecía dentro de su pantalón al punto de volverse molesto. Rigel besó con ternura el blanco vientre de su lobita y luego subió a chupar sus delicados pechos mientras que de un rápido movimiento conseguía quitarle sus braguitas de algodón y posteriormente liberaba su hinchado miembro de su prisión. Nova tembló nerviosa y suspiró con desesperación cuando la punta del endurecido pene de Rigel rozó la entrada de su humedecida vagina, sus ojitos negros se cruzaron con los del trigueño por un fugaz instante y luego su espalda se arqueó completamente cuando Rigel entró muy despacio en ella y, aunque al inicio sintió una punzada, pronto se sumergió en una fuerte oleada de pasión y deseo.
Ambos cuerpos se fueron fundiendo en un enorme mar de éxtasis, los leves quejidos de la Omega se convirtieron en gritos apasionantes que a veces eran silenciados por los intensos besos del trigueño que rugía de placer. Rigel había tenido sexo antes, pero nada se comparaba con lo que esa lobita lo estaba haciendo sentir, ella lo hacía perder la razón, estaba totalmente a sus pies y eso le encantaba. Para Nova era la primera vez y jamás imaginó que esto fuera a sentirse tan maravilloso como para aferrarse con más fuerza a ese chico que no paraba de restregarse contra ella llevándola al cielo.
Nova sintió su interior contraerse y Rigel gruñó al sentir cómo su pene era apretado, estaban llegando al punto máximo del placer. La lobita enterró las uñas en la espalda del chico con nombre de estrella y gritó extasiada, seguida poco después del trigueño que derramó su semilla sobre las sábanas.

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Omega
Lupi mannariCuando Nova descubrió que era incapaz de cambiar de forma como los otros licántropos, inmediatamente fue rechazada por su familia y se le asignó el rango más bajo de la manada, ser una omega, convirtiéndose en la sirviente de un solitario hombre que...