Capítulo 35

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Nova había dicho a Rigel que no podía irse de Hoffmann por su familia, sin embargo no tuvo el valor de explicar el por qué esto la frenaba. Ahora tenía esa razón en sus manos, un sobre de papel amarillo que llegó a ella de forma misteriosa tres años atrás y que solo abrió en esa ocasión y después simplemente lo escondió. Lo primero que sacó fue una fotografía de ella siendo una pequeña lobezna en los brazos de su madre mientras que a su lado se encontraba su padre. Miró la tierna imagen por un momento y luego extrajo una carta, la cual se demoró varios segundos en comenzar a leer.

Ojitos azules:

Mi único propósito es hacerte saber que el que tus padres te hayan sacado de sus vidas fue un acto de amor para mantenerte a salvo, por eso te pido que por favor no les guardes rencor y que seas fuerte. Ellos te aman, Nova, no lo olvides.

U.K.

Nova apretó la carta contra su pecho y se mordió el labio inferior mientras cerraba los ojos con fuerza. Era posible que la persona que hubiera escrito esas líneas solo buscaba mofarse de ella, empezando con que la había llamado “Ojitos azules” siendo que sus ojos son negros; sin embargo, decidió creerle porque solo así podía mantenerse firme en ese pueblo que solo ha sabido tratarla con crueldad. Respiró profundo para armarse de valor y volvió a meter todo en el sobre y lo guardó en el bolsillo de su delantal para mostrárselo a Rigel en cuanto hablara con él.

Casi no hacía uso de su desarrollado sentido del olfato pero en esta ocasión era necesario para poder encontrar al trigueño. Fue reduciendo el paso conforme el aroma del macho se hacía más fuerte, temerosa de que él fuera a negarse a hablar con ella, pero se detuvo en seco cuando lo vio conversando con una hembra de cabellos castaños que lo tomaba del brazo y reía. Sintió una dolorosa punzada en el pecho y metió la mano en el bolsillo para apretar el sobre en un puño. ¿Acaso lo único que él buscaba era acostarse con ella? ¿Acaso lo que dijo sobre volverla su compañera era mentira? Sea lo que sea ya no importaba, el chico estaba ahí disfrutando de la compañía de otra loba. Giró sobre sus talones, se limpió la pequeña lágrima que escapó de sus ojos y volvió con pasos agigantados a la casa de su señor.

Se escondió en un rincón del estudio, como muchas otras veces hizo en el pasado cuando alguno de los otros Omega la molestaba. Lloró en silencio un largo tiempo y luego pensó en la propuesta que su señor le había hecho hace unos días cuando le llevó el desayuno.

—Debo asistir a una reunión en Friedrich el fin de semana — le había dicho el Beta medio dormido — y me dijeron que podía llevar a una acompañante.

—¿A cuál de sus citas desea que llame?

—Voy a necesitar a alguien de mi entera confianza, así que lo ideal es que seas tú quien me acompañe.

Ella le miró con ojos muy abiertos sorprendida.

—Ah… no… yo no podría. Además no tengo nada que….

—No tienes que preocuparte por nada — la interrumpió — yo me haré cargo de todo.

—Ah… no sé … ¿Me deja pensarlo?

El ojimiel había soltado una risita divertida haciendo que ella se avergonzara.

—Está bien — había dicho — Tienes hasta el viernes para darme una respuesta.

No quería tomar una decisión sin arreglar las cosas con Rigel, pero ahora con lo que vio esa mañana ya no tenía nada que pensar, estaba molesta y dolida, y por la noche, cuando Demian volvió, no perdió ni un segundo en anunciarle su decisión.

Ahora estaba ahí, muy lejos de los dominios del Alfa y encerrada en el cubículo de un sanitario del aeropuerto de la ciudad de Munich vomitando su desayuno a causa del pánico que le daba tener que subir por primera vez a un avión e invadida por el asco que le provocó el penetrante olor a humano que había a su alrededor y que le pareció realmente desagradable.

—¿Estás bien? — preguntó Demian, cuando por fin logró salir del sanitario.

Ella asintió un poco con la cabeza y se dejó llevar hasta el interior del avión donde tomaron su lugar en primera clase. Fue tan abrumador que no pudo dormir o comer en todo el viaje, lo único que quería era llegar a la ciudad fronteriza de Saarbrücken, al suroeste de Alemania, que estaba a solo cuatro horas de su verdadero destino.

Una camioneta todo terreno color rojo ya los estaba esperando, y este los transportó en completo silencio hasta el pueblo de Friedrich, donde fueron recibidos en la casa Alfa por un séquito de Omegas que rápidamente los instaló en una de las habitaciones del piso superior. Nova se quedó paralizada al ver la enorme cama que tenía enfrente, había pensado que les asignarían habitaciones separadas pero ahora caía en la cuenta de lo ingenua que era.

—Tengo que salir un momento — anunció el Beta, a sus espaldas — No tardaré.

La puerta se cerró y lo primero que la lobita hizo fue despojarse de sus ropas y entrar en la ducha para quitarse ese olor humano que se le había pegado. Por comodidad se vistió con un camisón que sacó de su pequeña maleta, y se arrojó sobre la esponjosa cama para tomar una merecida siesta.

Demian volvió dos horas después cargando algunas compras que dejó sobre una mesita y se acercó cauteloso al pequeño cuerpo que yacía sobre la cama. El camisón que cubría a la joven era blanco y le llegaba hasta las rodillas, no era para nada provocativo, era más bien infantil, pero se amoldaba perfectamente a su cuerpo carente de prominentes curvas. Su dulce aroma lo hizo gruñir y despertó en él un deseo tan primitivo que tuvo que correr a encerrarse en el baño para no arrojarse sobre ella y poseerla.










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