Capítulo 8

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La muleta que le habían dado para que pudiera apoyarse y caminar estaba algo desgastada, por no decir que era basura, pero al menos le servía para poder dar un paseo por el mercado del pueblo después de estar dos días sin poder moverse en una pequeña habitación que estuvo por hacerlo enloquecer.

Andaba despacio, deteniéndose en lo que sea que llamara su atención hasta que un exquisito aroma llegó a su nariz, haciéndolo girar la cabeza en esa dirección, viendo a lo lejos a cierta señorita de mechón blanco en el pelo, que se detenía en un puesto que vendía manzanas. Una sonrisa se dibujó en su rostro y entonces recordó la noche en la que ese tentador aroma lo desvió de su camino y lo atrajo hasta ese lejano lugar en las montañas. No pudo resistirse y se apresuró a llegar hasta ella a pesar del dolor que esto le causaba.

—Nova — llamó una vez que estuvo junto a ella — ¿Me recuerdas?

La joven no se inmutó por su presencia, ni mucho menos se molestó en mirarlo, solo continuó escogiendo las manzanas más grandes y apetitosas.

—¿Qué hacés aquí? — preguntó, luego de unos segundos.

—Caí en una trampa para osos.

—Debiste ser una verdadera molestia.

—Solo un poco — rio divertido.

Nova no comentó nada, pagó por los frutos adquiridos y continuó su camino, seguida del extraño, que sintió la pesada mirada de la loba que atendía aquel puesto.

—¿Viste cómo me miró?

—Eres un intruso, es obvio que te mire de ese modo. ¿Qué esperabas? ¿Un recibimiento con los brazos abiertos? — dijo sarcástica.

El chico hizo una mueca ante esto, pero no dijo nada y solo la tomó suavemente del brazo para detener su andar. Nova levantó la mirada, notando que llevaba descubierto el rostro, dejando ver claramente sus fuertes facciones, sus ojos de diferente color contrastaban de su piel trigueña, su alborotado cabello negro a los hombros le daba un aspecto rebelde y alcanzó a distinguir los múltiples aretes que adornaban sus orejas.

—Te ves cansada — dijo preocupado — Déjame ayudarte con eso — señaló las bolsas.

Ella desvió un poco la mirada y notó que ya comenzaban a llamar la atención, esto le molestó y se soltó del gentil agarre del chico.

—Estoy bien, no necesito tu ayuda, tú… eh… como sea que te llames.

—Rigel — dijo con una leve sonrisa en el rostro.

—¿Qué clase de nombre es ese? — frunció un poco el ceño.

—Es el nombre de una estrella.

—No me interesa, no hice esa pregunta para que la respondieras — replicó y siguió caminando.

Rigel soltó una risita divertida y fue tras ella.

—¿Qué dices si me muestras el lugar? Sirve que nos conocemos un poco.

Esto terminó por molestar más a la pequeña lobita, incluso mucho más que el montón de miradas curiosas que ya estaban sobre ellos, por lo que detuvo su paso y se giró para hablarle a la cara.

—¿Qué no lo ves, lobo estúpido? — se señaló completa para que viera su vestimenta — Soy una Omega y nadie quiere la compañía de uno. En especial de esta que tienes enfrente — dijo irritada, casi gritando.

—Nova… yo…

—Vete. Ya tengo suficientes problemas como para que llegue un extraño a decir que quiere conocerme y al final termine burlándose de mí.

—¿Qué…? No… yo nunca…

Quiso tomarle la mano, pero ella retrocedió inmediatamente y gruñó.

—¡¿Qué está pasando aquí?! — intervino una mujer que salía de entre la multitud.

No se esperaba que los Intermedios y Omegas presentes respondieran, pues fue sencillo saber lo que sucedía, por lo que se acercó al trigueño de ojos bicolor mientras Nova terminaba por bajar la mirada.

—Oye, forastero — gruñó un poco — No quiero buscapleitos aquí.

—No, yo solo quería…

—Silencio — cortó bruscamente y luego se dirigió a la lobita — Vete de aquí, niña, seguro tienes mucho qué hacer. Y saluda a tu señor de mi parte cuando lo veas, ¿sí?

Nova asintió en silencio y rápidamente retomó su camino. La Beta volvió a dirigirse al chico y, cómo cualquier lobo de su rango, debía de mantener el orden en todo momento por lo que debía hacerle saber lo que pasaría si no respetaba las reglas.

—Escucha bien, extranjero — apoyó las manos en sus caderas y lo miró con recelo — Si no quieres que te echen o que te rebanen el cuello, te sugiero que te mantengas al margen y sin molestar a nadie. ¿Está claro?

—No estaba haciendo nada malo, yo solo quería…

La Beta levantó la mano en señal de alto para que se callara.

—Pregunté qué sí está claro.

—Sí, señora — respondió a regañadientes luego de una breve pausa.

La mujer asintió y sin agregar nada más se marchó para que todos pudieran regresar a sus labores del día, dejando al trigueño algo molesto y pensativo.

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