Capítulo 43

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—El beta que envié a Friedrich tuvo un altercado con otro macho que quiso sobrepasarse con mi hija. ¿Eso va a traerme problemas?

—No, por fortuna.

Memphis pareció aliviado. Y dijo:

—Yo hubiera preferido que le arrancara más de una extremidad, sin embargo mantener la alianza con ellos me es más conveniente.

—Y tal parece que también es conveniente para el alfa de Friedrich. Pero tengo una duda.

—¿Qué?

—¿Por qué alguien tan importante y con grandes posibilidades de ser tu sucesor protegería de ese modo a tu hija?

—Porque yo mismo se lo pedí cuando supe que la había tomado como empleada. Y no hay nadie mejor que él para hacer ese trabajo en mi lugar.

—¿Qué me dices del forastero? Ha sido muy cercano a ella desde el primer día, y le ha brindado el buen trato que ninguno de la manada le ha dado.

—Ya tengo planes para ese muchacho — replicó tajante.

Ulfric guardó silencio. Desde que le reveló a su hermano sus visiones, este no ha descansado hasta encontrar el momento adecuado para dar captura al joven de aspecto salvaje y sonrisa traviesa, y así evitar que Nova y todo Hoffmann tengan un trágico destino.

—Te pido que no le digas nada a Anna.

—No tienes de qué preocuparte, si por veinte años he callado lo de Nova puedo ocultarle esto.

—¿Ocultarme qué?

Esa voz dejó a ambos machos desconcertados, ninguno pudo percibir la llegada de la Alfa que se plantaba delante de ellos con los brazos cruzados sobre su pecho y una dura mirada.

—Nada sin importancia.

—No quieras tratarme como a una tonta, Memphis — gruñó furiosa — Siento tu inquietud y sé que algo está pasando.

—Será mejor que se lo digas — susurró Ulfric a su hermano.

Memphis se frotó la frente cansado y caminó hasta la ventana donde apoyó ambos brazos sobre el marco mientras fijaba la mirada en el horizonte.

—Supongo que ya no puedo seguir ocultándote esto por más tiempo.

—Entonces habla — exigió con firmeza.

—Anna, tú sabes que para un lobo alfa primero está el proteger a sus cachorros, y es por eso que decidí darle a Nova el rango de omega.

—Y estuve de acuerdo con eso debido a su condición.

—Lo sé, pero a lo que voy es que hay otra razón por la cual consideré que lo mejor era hacerla invisible ante todos, incluso para nosotros.

—¿Y cuál es?

—¿Recuerdas que estuve ausente en el nacimiento de Nova? — Anna asintió — Fue porque Ulfric había tenido una visión; una que me heló la sangre — tomó aire como para darse valor y poder mirarla a los ojos — Anna, nuestra hija es la reencarnación de la diosa luna.

En ese momento la loba ahogó un grito de asombro al cubrirse la boca con una mano.

—Nova no puede cambiar de forma porque todos estos años le hemos hecho creer que está incompleta.

—La transformación vendría dos días después que ella cumpliera los doce y los recuerdos de su vida pasada como diosa retornarán a su memoria — añadió Ulfric.

—Es por eso que organizaste el ritual de rangos al día siguiente de su cumpleaños — concluyó Anna sin salir de su asombro.

—Siento haberte ocultado esto por tanto tiempo.

—Dioses… — susurró casi sin aliento, y se dejó caer sobre un pequeño sillón que estaba a su lado — Entonces… ¿mi niña si puede transformarse?

—Sí — respondió Ulfric — y es la visión más hermosa que he tenido en toda mi vida. Toda ella es perfecta. Sin embargo, ella y toda la manada corren un gran peligro.

—¿Qué quieres decir?

—Con la llegada de ese muchacho los recuerdos de Nova no tardarán en regresar y entonces revelará quién es en realidad.

En un principio Anna no fue capaz de comprender lo que su marido y Ulfric trataban de decirle, pero al levantar la mirada y encontrarse con el cuadro que plasmaba la imagen de una antigua leyenda todo quedó tan claro que sintió un escalofrío recorriendo su espina dorsal.

—¿Me estás diciendo que ese chico es…? — no pudo terminar la pregunta cuando el profeta lo confirmó con una leve afirmación con la cabeza.

—Si no lo detenemos — habló el lobo alfa — tarde o temprano aparecerá aquel con quién según la leyenda debe enfrentarse en un duelo a muerte y se desatará un verdadero caos.

—Y Nova sufrirá más que nadie — agregó Ulfric.

—Pobre de mi niña — se lamentó la mujer — ya ha sufrido bastante. ¿Mis otros hijos saben de esto?

—No, pero están dispuestos a ayudar a deshacernos del forastero; tampoco lo quieren aquí.

La Alfa rápidamente se dirigió a su marido.

—Haz lo que creas mejor, Memphis, debemos proteger a nuestra hija y a la manada de la desgracia.

—No te preocupes, cariño, la trampa está preparada, solo falta que aparezca la oportunidad — su expresión se volvió sombría y volvió su atención al exterior, apoyando ambos brazos sobre el marco de la ventana. Levantó ligeramente la cabeza aspirando el lejano aroma de su próxima presa y susurró —: Ese muchacho no tardará en venir a mí.






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