Capítulo 5

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Nova se levantaba primero que cualquiera en la casa, poco antes de que los primeros rayos del sol se asomarán en el horizonte, para preparar el desayuno del señor Demian y dejarlo en su habitación antes de que este despertará. Sin embargo, después de lo que sucedió con Alina, consideró que ya no debería realizar esa labor y así evitar futuras disputas.

«Le pediré que ponga a otro a hacer esto.» se dijo una vez que entraba a la cocina a preparar el desayuno, el cual no era más que una rebanada de pan recién tostado untada de mermelada de fresa, huevos revueltos y una taza de café negro sin azúcar.

Acomodó todo en una bandeja y se dirigió a la habitación del señor, cuidando de que el café no fuera a derramarse al subir por la escalera. Se detuvo en la puerta y equilibró todo en una mano para poder abrir con cuidado y entrar, recibiendo de golpe el fuerte y encantador olor del Beta en su nariz, nunca había podido acostumbrarse a ese aroma, le resultaba algo molesto. Dejó la bandeja en la mesita junto a la cama, apagó la lámpara y fue a abrir las cortinas y la ventana para que entrara la luz y el aire fresco de la mañana.

—No abras todo, solo lo suficiente para que apenas entre la luz.

Esa voz áspera hizo que Nova pegara un brinco del susto y deprisa obedeciera, entonces pensó que, ya que estaba despierto, sería el mejor momento para hacerle su petición, así que respiró hondo para darse valor y se giró para hablarle de frente, pero siempre con la mirada en el piso.

—Si no es mucha molestia, hay algo que me gustaría pedirle al señor.

Demian gruñó bajo y se levantó de la cama para acercarse a ella y levantar su fino rostro, tomándola con firmeza del mentón.

—¿Qué cosa? — preguntó, mirándola fijamente a los ojos.

—Quería saber si… era posible que… asigne a alguien más para que le traiga el desayuno.

Hubo algo de temor en su voz, pues en los cuatro años que llevaba en esa casa nunca se había atrevido a pedirle nada y esperaba que al menos le concediera esto como una pequeña compensación por su arduo trabajo.

—¿Por qué? — acercó su rostro al de ella — ¿Acaso tiene que ver con el rasguño en tu cara?

—Los asuntos de la servidumbre no son del interés del señor.

Tenía razón, esos asuntos no le importaban en lo más mínimo, le daba igual si todos los Omegas a su servicio decidían matarse entre sí por una migaja de pan, pero no iba a permitir que esa dulce lobita dejará de ser quién lo despertará cada mañana con su rico aroma, en especial ahora que por fin se había decidido empezar a divertirse con ella, y este era un buen momento para comenzar.

—No puedo acceder a tu petición — le susurró al oído.

La pequeña Omega no pudo evitar que la piel se le erizará ante ese tono de voz tan suave y seductor.

—Pídeme lo que quieras, menos eso — gruñó bajo, como un ronroneo — Ese aroma tuyo es lo que me anima a despertar.

Esto terminó por hacer que las mejillas de Nova adquirieran un leve tono rosado, sentía que las piernas apenas podían sostenerla y ese atractivo aroma lentamente dejaba de molestar y empezaba a apoderarse de todos sus sentidos. Le costaba razonar y se sentía incapaz de pronunciar palabra alguna, y menos ahora que su señor se acercaba peligrosamente a olfatear su cuello. Demian se sintió cada vez más atraído hacia la Omega a causa del dulce aroma que desprendía su blanca piel, era un aroma muy diferente al que tenía cuando era una chiquilla y ahora le resultaba mucho más cautivador y atractivo, era el embriagante aroma de una loba adulta, con la madurez necesaria para el apareamiento.

—Señor… — empezó a decir la lobita con voz temblorosa — no quisiera molestarlo pero… llegará tarde.

—No importa — susurró suavemente, tomándola de la cintura y gruñendo bajito — Hueles delicioso, ¿lo sabías?

No hubo respuesta y obvio no la esperaba, tenía completo control sobre esa chica que se estremecía al sentirse aprisionada por sus fuertes brazos y el suave roce de su nariz en sobre la piel de su cuello. Se apartó un poco para poder admirar esos bonitos ojos negros y pronto sintió una fuerte atracción por esa exquisita boquita, debía probarla, por lo que posicionó una mano sobre su nuca y la atrajó hacia él con cierta cautela, estaba a escasos centímetros de sentir sus labios cuando, por alguna razón desconocida, no fue capaz de continuar, esquivando esos tiernos labios y gruñirle al oído.

—Vete — musitó con frialdad.

La soltó y Nova salió apresurada de la habitación, confundida y sin poder borrar el sonrojo de su rostro.

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