Capítulo 11

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Escuchó que alguien corría detrás de ella y era claro que estaba en su forma de bestia por lo fuerte de sus pisadas, estaba perdida si resultaba ser alguno de sus hermanos. Pronto sus piernas la traicionaron y cayó de golpe sobre el pasto.

—¡Nova! — llamó una voz que parecía conocida.

Unos fuertes brazos la ayudaron a ponerse de pie y levantó la mirada, encontrándose con el trigueño de ojos bicolor.

—Todo está bien, Nova — dijo en un tono bastante calmado para hacerla sentir segura — ¿Quieres que te lleve a casa?

—Es… estoy bien — se abrazó a sí misma y bajó la mirada — ¿Qué…? ¿Qué pasó?

—Siguen vivos, si es lo que te interesa — gruñó bajo — ¿Acaso sientes algo por alguno de ellos?

Nova no respondió, estaba tan asustada y confundida que no entendía cómo ese chico apenas si tenía un pequeño rasguño en la mejilla.

—Amm… ¿Cómo…? — murmuró — Ellos… eran tres… ¿Cómo es que tú…?

—No son tan fuertes — gruñó otro poco — ¿Quiénes son esos imbéciles?

La pequeña Omega de nuevo no pudo decir nada y solo se cubrió el rostro con ambas manos para soltar en un llanto amargo y desolador desconcertando un poco a Rigel, quien solo la pudo estrechar entre sus brazos para reconfortarla hasta que ya no le quedaron más lágrimas que derramar.

—¿Estás mejor? — la soltó.

La joven afirmó con la cabeza mientras se limpiaba la cara con la manga de su sudadera y luego solo retiró la tierra de su shortcito azul y sus ahora raspadas piernas.

—¿Hay algo que yo pueda hacer? — se inclinó buscando su mirada — ¿O hay otra cosa que pueda levantar tu ánimo?

—Amm… currywurst — musitó con vergüenza — y… strudel de manzana.

Rigel rio un poco, le pareció una petición demasiado tierna, y tomando su mano la llevó de regreso al pueblo. Todas la miradas se posaron sobre ellos en cuanto llegaron a la plaza, Nova no pudo evitar sentirse incómoda y soltó la mano del trigueño para meterla en el bolsillo de su sudadera rosa. Rigel no protestó, quería que ella estuviera tranquila y olvidara el mal rato que pasó.

Nova no perdió tiempo en clavar el tenedor en su salchicha en rodajas bañada en salsa ketchup y curry en polvo y comenzar a comer, estaba tan hambrienta que no esperó a que su compañero terminará de acomodarse en la banquita que habían elegido para sentarse. Rigel quería hacerla sentir lo mejor posible por lo que la animó a que participarán en algunos juegos y aunque no ganaron un solo premio la tierna chica parecía comenzar a divertirse y eso era suficiente para el lobo de ojos bicolor. Para este punto las miradas sobre ellos dejaron de importar, nada iba a echar a perder el momento que compartía junto a esa tímida, pero alegre, Omega de triste mirada y dulce aroma a frambuesas y moras silvestres.

—¡Ya van a empezar los fuegos artificiales! — gritó una joven loba que pasó junto a ellos y tiraba del brazo de un chico.

Al escuchar esto, Nova tomó por sorpresa a Rigel al sujetarlo de la manga de su gabardina y llevarlo hasta el parque, donde se sentaron en la fina hierba y así admirar el espectáculo. Tenía los ojos puestos en el cielo mientras que el lobo la observaba atentamente, fascinado por lo rápido que se repuso de la cruel golpiza que recibió «Para ser una Omega, tiene la resistencia de alguien mucho más fuerte».

La pirotecnia daba por finalizado el festival y era lanzada desde el patio trasero de la casa de la pareja Alfa. El primer fuego artificial surcó el cielo con su característico chillido y al estallar lanzó destellos azules y blancos y enseguida le siguieron varios más que alumbraron la noche con sus luces de colores. Nova esbozó una pequeña sonrisa y luego dirigió la mirada hacia el licántropo de cabello a los hombros y perforaciones en las orejas.

—Rigel… — llamó en voz baja y él la miró — Lamento mucho el cómo te traté el otro día, no debí ser grosera, es solo que… — bajó la mirada — Cuando se acercan a mí… muchas veces es solo para molestarme.

—¿Molestarte? — frunció el ceño, curioso — ¿Por qué te molestarían?

—Por… — bajó la mirada y se mordió los labios.

El lobo tomó su pequeña mano para hacerle saber que estaba bien si no quería decirlo.

—Creo saber por qué — dijo con tono juguetón y se acercó a susurrarle al oído — Es porque este pueblo está lleno de estúpidos.

Esto la hizo reír un poco y volvió a mirarlo.

—Gracias por todo lo que hiciste hoy.

—No fue nada — sonrió con ternura — Quiero ser tu amigo, Nova.

—Amm… no sé… nunca he tenido uno.

—Entonces seré el primero.

Nova esbozó una débil sonrisa y Rigel no demoró en sostener su rostro con delicadeza para regalarle un tierno beso en la mejilla que la hizo sonrojar.

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